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viernes, febrero 23, 2024
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El México de las tragedias

El doctor Lorenzo Meyer lleva al papel su postura sobre México, luego de impartir diversas conferencias respecto al tema: Después del año 2000, la República mexicana perdió su oportunidad de transformar las estructuras de poder y prácticas políticas que, inevitablemente, conducen a todas las crisis del país. El tema lo venía cocinando desde hace varios años: “La alternancia no se aprovechó”, advirtió a través de Semanario ZETA justo el 10 de noviembre de 2011 cuando dictó una conferencia magistral en el teatro Rubén Vizcaíno Valencia de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) campus Tijuana. Ahora, dos años después, en “Nuestra tragedia persistente. La democracia autoritaria en México” (Debate, 2013), el historiador más crítico e importante del país explora el porqué, entre el tránsito de un milenio a otro, del siglo XX al XXI, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al turnar el poder al Partido Acción Nacional (PAN) en el año 2000, México no ha podido concretar el cambio ni desterrar para siempre las cancerosas estructuras de poder. Lorenzo Meyer es profesor emérito de El Colegio de México (COLMEX) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).  Su obra es fundamental para entender al México contemporáneo y otras tragedias: Entre otros títulos, es autor de “Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano” (1995), “El Estado en busca del ciudadano. Un ensayo sobre el proceso político mexicano contemporáneo” (2005); “De la euforia del cambio a la continuidad” (2007); y “Las raíces del nacionalismo petrolero en México” (2009). Por estos días en que empieza a circular su nuevo libro, el doctor Lorenzo Meyer hizo un paréntesis para conceder una entrevista a Semanario ZETA. — ¿Por qué tituló su libro como “Nuestra Tragedia Persistente”? “No pensaba yo ponerle así, se me sugirió por parte de los editores, me dijeron ‘es que hay una frase: la tragedia persistente’. Y la tragedia persistente es que hay varios momentos en que pudimos dar el gran salto y dejar atrás la historia colonial, la historia de frustraciones, de derrotas, y ganarnos nosotros el respeto de nosotros mismos; y el que no lo podamos hacer es una tragedia. “Son varias veces que lo hemos tenido y la última es el año 2000, pudimos haber hecho algo para realmente sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de que pese a todo, a nuestra herencia, a venir de una historia colonial de sumisión y opresión, se saltó la barrera; y una vez saltada esa barrera: ‘si ya estamos del otro lado nos puede ir más o menos bien’, pero ya lo logramos; no, no lo hemos logrado”. — Hay muchas razones por las cuales México no aprovechó la oportunidad a finales de siglo XX y principios del XXI de transformar las estructuras de poder y prácticas políticas mexicanas, ¿cuál es la razón más importante? “Quizás la de más fondo es la enorme fuerza de los intereses creados, de las grandes concentraciones de recursos económicos en unas cuantas empresas, en unas cuantas manos, y que no vieron con agrado la posibilidad de que el tránsito del antiguo sistema, régimen autoritario que dominó el Siglo XX y que estaba centrado en una Presidencia fuerte y en un partido de Estado, diera lugar a una auténtica competencia entre izquierda, centro y derecha. “A mi juicio, esa fuerza tan grande que han estado adquiriendo en los últimos veinte, treinta años, esas concentraciones de recursos económicos, se aliaron o alentaron a que la dirigencia del partido que fue muchos años opositor y que llegó al poder en el año 2000, que es el PAN, pues también se sumara a su preocupación de que cambiar del PRI al PAN estaba bien, pero cambiar del PAN a una izquierda, insisto, aunque moderada proponía cambios, eso ya no lo aceptaron. “Entonces decidieron jugar de mala manera con las elecciones en el 2006, y echaron a perder ese momento inicial tan importante que prometía llevar a México por lo menos a un tipo de sistema político similar al del resto de América Latina, donde en Chile pudo ganar la izquierda y luego dejar su lugar a la derecha; y en Brasil se pasó de los militares a una derecha, a un centro, con Fernando Henrique Cardoso, y luego a una izquierda con Lula y Bachelet; Uruguay, bueno, es un caso ya más claro de lo mismo. “Eso no lo vio como deseable la derecha mexicana y decidió jugar sus cartas para que el cambio fuera nada más entre PRI y PAN, o sea, entre dos tipos de derecha en México; pero a la hora de jugar las cartas no le importó enturbiar el ambiente en el que se desarrollaron las elecciones, y de ahí en adelante, después del intento de desafuero de Andrés Manuel López Obrador para quitarlo como candidato, que falló, pero la elección de Felipe Calderón ya no fue cristalina, y la de 2012 de Enrique Peña Nieto tampoco, ahí está el tema de Monex y de la manipulación con el dinero desde los estados dominados por el priismo”. — ¿Estará el PRI acelerando el proceso de que esa oportunidad vuelva a aparecer, por así decirlo, en las elecciones de 2018? “Sería, no lo niego, una posibilidad, pero ya sin la frescura que tuvo antes. El PRI que está ahorita en el poder es un PRI que viene del Estado de México y del Estado de Hidalgo, donde por 83 años u 84, no han visto ni aceptado un cambio de partido en el poder, es muy difícil pensar que están dispuestos a hacerlo al final del gobierno de Peña Nieto. Creo que más bien están preparados para asimilar la experiencia del año 2000 y no dejar que vuelva a repetirse. Tengo la impresión de que el propósito del PRI es quedarse mucho tiempo”. — Usted plantea conceptos como “democracia autoritaria” o “autoritarismo democrático”, luego de 10 meses de Gobierno Federal, ¿a cuál de los dos conceptos se acerca más la administración de Enrique Peña Nieto? “Hay elementos quizá más fuertes de autoritarismo en el hecho mismo de que el PRI haya vuelto. El PRI debía de ser un partido con mucha historia y ningún futuro, porque el siglo XXI no debía de ser de él, pero ya está otra vez, es un PRI que no ha cambiado. Está también el hecho de que las organizaciones corporativas que le dieron peso y permitieron el régimen autoritario están aquí igualitas, excepto que la maestra Elba Esther está en la cárcel, pero el sindicato del que ella brotó sigue exactamente igual. “Una situación de monopolio o de duopolio en los medios de comunicación, que mientras haya ese control de comunicación, no puede haber democracia, y los monopolios grandes, prohibidos por la Constitución, pues siguen actuando. “Lo que puedo constatar ahorita es la hibridez del régimen político mexicano, no es ni enteramente el autoritarismo que fue en el pasado, pero tampoco es la democracia que pudo haber sido en el 2000”. — ¿Qué es lo que impide que cambien las viejas estructuras o prácticas autoritarias del PRI? “La corrupción política, la corrupción del aparato administrativo fue una de las herramientas que usó el PRI para quedarse, consolidarse, reproducirse, mantenerse, ésa está tan viva como siempre, lo que ya no tiene el PRI es la capacidad de controlar a algunos de los actores que vivían en la corrupción y de la corrupción, como es el crimen organizado. “En el pasado, allá en el norte se sabe muy bien, sobre todo en Baja California, el narcotráfico existía desde hace mucho tiempo, pero estaba bajo el control de autoridades locales y federales, ahora se les escapó, y es ya un poder casi autónomo; y eso no funciona en favor de la democracia. “La pobre democracia siempre es frágil, pero en México lo es mucho más porque no tiene historia, no tiene una raíz, como puede ser el caso chileno: Sí, llegó Pinochet, hizo lo que hizo, pero a los 40 años vemos que se repuso la democracia chilena, porque tenía raíces anteriores. La nuestra, no, no tiene esas raíces”. — ¿A cuál viejo PRI, sexenio o década del Siglo XX se parece el  supuesto “nuevo PRI” de Enrique Peña Nieto? “En buena medida se parece al PRI que nació en 1929, es una propuesta que parece una maldición gitana de un politólogo francés (Maurice Duverger), que señala al hacer una historia de los partidos, que todo partido político tiene un sello muy característico a la hora de nacer, sea el partido demócrata o el republicano en Estados Unidos, el partido fascista, el nacional socialista, los partidos comunistas, el que uno piense, y que, así lo considera, a lo largo de la historia de los partidos, él así lo considera, ese sello lo conservan”. — ¿Cuál es el estado del Estado mexicano, tomando en cuenta que en su libro también menciona estados o poderes paralelos como el del narcotráfico? “Es un estado lamentable, empezó a perder su razón de ser porque durante la etapa gloriosa, pongámosle eso entrecomillado, del régimen autoritario, el Estado mexicano dirigía el proceso económico, y de manera indirecta el proceso social; pero cuando se vuelve neoliberal, abandona su papel de dirección y se queda nada más a administrar, pero a mal administrar. No tiene capacidad realmente: La parte de la justicia, la parte del orden y de la Policía están muy corrompidas y ya no tiene el poder económico, entonces, se queda como un mal administrador de una situación en donde la iniciativa ya no la tiene él, la tiene el mercado. “Es un estado lamentable, el estado de nuestro Estado. Hay regiones de Tamaulipas donde ni el Ejército entra de manera permanente y sistemática, si mal no recuerdo Ciudad Mier es una de esas zonas, allí ya se deshizo. A estas alturas del siglo XXI lo que podemos decir es que la corrupción ganó la carrera histórica y dejó al Estado hecho un desastre”. — ¿Cuál es su lectura del conjunto de reformas que está promoviendo el PRI? “Las reformas junto con el Pacto por México, así, rapidito, dijeron: ‘vamos a mostrar una energía política desproporcionada’, pero ya pasó el momento de la sorpresa. Ahora vemos que detrás de esa energía no está la energía de la sociedad, sino está la energía de un grupo político, y que los efectos o los grupos afectados por esta explosión de energía no comparten la visión, las metas, las formas del Gobierno Federal, y entonces está llegando el momento del reflujo. “La ola, el tsunami mojó todo, invadió el espacio público, pero ahora está yéndose para atrás, y no sé qué es lo que va a quedar de esto, la promesa se hizo hace poquito, el 2 de septiembre, de que en 120 días queda listo, y que él no se echa para atrás. Bueno, la verdad es que sí se echan para atrás, dudo que quede listo en los 120 días, y muestra que a pesar de la gran experiencia que tiene el PRI de manejar estos temas y las organizaciones de masas, pues no consensuó”. — ¿Qué papel está jugando la izquierda mexicana como contrapeso del gobierno de Peña Nieto? “Pues no está jugando el que debería o el que podría, porque también está presa de una historia muy difícil. En México la oposición fácil fue la de la derecha, ser panista, bueno, pues de vez en vez les daban algunos golpes y los hacían correr, pero en realidad ellos ni se manifestaban en la calle ni nada. “Una parte de ella considera que ya la hizo, y que en realidad si no llega a la Presidencia, pues tampoco importa mucho, porque el IFE le está dando los dineros que le tiene que dar, en algunos estados y delegaciones de la Ciudad de México ya son gobierno, reparten puestos, tienen sus sueldos, tienen prerrogativas que nunca habían tenido, pues ya con eso, y que el difícil arte de gobernar lo hagan otros. “Es una visión muy chiquita, pero muy comprensible. Muchos de la izquierda no tenían ni en qué caerse muertos y ahora, bueno, ya tienen un ingresito, ya tienen algo, ya hasta los reconocen y aparecen junto con el Presidente. Ya está bien, ése es su límite, llegaron ya, en realidad ya conquistaron lo que querían. “La otra, la izquierda de más fondo, es la que está frustrada y la que sintió que pudo haber llegado en el 88, en el 2006, y en cierta medida en el 2012, pero que las fórmulas electorales amañadas, distintas en cada caso, pero amañadas todas, se lo impidieron; entonces es una izquierda atrapada entre ‘ya no voy en el camino revolucionario, en el camino de Mao Zedong, el poder está en el cañón del fusil, ya no, pero voy por la vía electoral y me hacen fraude, entonces estoy como el perro de las dos tortas: dejé una y no pude conseguir la otra’”. — A propósito de la insurgencia en las calles, sabemos que el último levantamiento armado fue en 1994, ¿existen las condiciones para que surja un movimiento armado social en contra del gobierno de Enrique Peña Nieto? “Yo creo que no, aquí el único movimiento armado exitoso es el del narco, la narcoinsurgencia, y yo creo que no tiene asegurado su futuro, espero que en algún momento sea posible anunciar su derrota; un movimiento político hoy por la vía de las armas, bueno, está el EPR, pero ya no están para tomar el poder, están más bien para defenderse, como los zapatistas que sí siguen teniendo las armas, muy pocas por cierto y no muy buenas, y están marginados. Creo que por ahora la insurgencia no es armada, sino que es de las calles, es de la manifestación, digamos a la Gandhi, a la Martin Luther King, a la Mandela”. — A un año de gobierno, ¿cuáles son sus expectativas de Peña Nieto para lo que resta del sexenio? “Mi deseo es que no nos hundamos en la mediocridad. No me gusta usar el ejemplo, pero pues es el único que encuentro muy claramente: Argentina a finales del siglo XIX, a principios del siglo XX, pues tenía todo para ser un éxito político, social, económico, cultural, y un mal manejo de la política les ganó la partida; y el siglo XX no fue el siglo de la Argentina, la mediocridad política impidió su éxito material y cultural, eso es lo que quisiera que no nos pasara, pero que nos puede pasar”.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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