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domingo, febrero 18, 2024
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“El lenguaje oficial siempre degrada las palabras”: Sergio Ramírez

El autor entregó “Ya nadie llora por mí” a Alfaguara, novela negra que presentó en México. “La distancia entre palabra y realidad sigue siendo tan profunda”, expresó a ZETA el narrador nicaragüense

Con su novela negra “Ya nadie llora por mí” (Alfaguara, 2017), el ganador del Premio Cervantes 2017, Sergio Ramírez, estuvo en México para participar en diversas actividades literarias.


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Para empezar, el narrador nicaragüense presentó su más reciente entrega el martes 28 de agosto en Ciudad de México. Al siguiente día recibió de manos del rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Adolfo Pontigo Loyola, el Premio “Crisóstomo Doria” a las Humanidades 2018 “por sus aportaciones a la literatura en lengua española en el género de novela y ensayo”, concedido por la UAEH y la Feria Universitaria del Libro (FUL) de Pachuca; y el jueves 30, al lado del escritor Juan Carlos González Alarcón, dio a conocer su propuesta narrativa en la Capital hidalguense.

“Estoy muy contento de establecer este vínculo permanente con la Universidad Autónoma de Hidalgo, sobre todo con la vinculación con el nombre tan ilustre que lleva el Premio ‘Crisóstomo Doria’, un prócer en la historia de México ligado también a las humanidades y a la cultura”, expresó a ZETA Sergio Ramírez, además de platicar con este Semanario sobre su más reciente obra, los alcances de la novela policíaca en la literatura latinoamericana y la crisis que vive Nicaragua.

 


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“UNA NOVELA CON UNA PRETENSIÓN ORAL”

Los maridos y esposas engañadas con frecuencia recurren a la agencia Dick Tracy que dirige el inspector Dolores Morales, especializada en resolver infidelidades conyugales en Managua, Nicaragua.

Pero un día, el detective es contratado por el millonario accionista Miguel Soto para que investigue la desaparición de su hijastra Marcela; entonces el inspector Dolores Morales y su equipo emprenderán la búsqueda entre peripecias detectivescas aderezadas con la oralidad nicaragüense que le imprime el ganador del Premio Cervantes 2017.

Se está ante “Ya nadie llora por mí” (Alfaguara, 2017), segunda entrega de la saga de novela negra que Sergio Ramírez inició con “El cielo llora por mí” (Alfaguara, 2008), que tiene como protagonista al inspector Dolores Morales, donde el narrador explora la contrastante realidad nicaragüense actual.

Una característica de la obra de Ramírez, es la riqueza de la oralidad nicaragüense; por eso en “Ya nadie llora por mí” el lector se encuentra con decires y palabras de origen náhuatl como “pupusas” o bebidas propias de Centroamérica como “guaro”, u otros términos populares como “chimichú” para referirse a los aparatos para descargar toques eléctricos.

¿Por qué es importante para Usted que su obra refleje el bagaje oral desde donde escribe?

“Claro, ésta es una novela con una pretensión oral, es una novela conversada; todo el desarrollo se va dando a través de las conversaciones de los personajes, entonces es una plática infinita de la manera en cómo está planteada la novela.

“Yo creo mucho en la oralidad, en el valor de la palabra hablada, que tiene su propia carga poética, que tiene su propia carga de ingenio, de chispa; lo que la gente dice está ahí comunicándose de uno a otro personaje.

“Yo creo que a pesar de que hablamos distintos lenguajes viene a ser uno mismo y se vuelve comprensible en la medida en que los términos van ajustándose a lo que el escritor quiere describir a través de estos diálogos. Entonces, quizá lo que tiene de experimental esta novela es la oralidad que yo le quise imprimir”.

 

LOS ALCANCES DE LA NOVELA NEGRA

La sorna pulula en la obra de Sergio Ramírez para referirse con ironía y crítica a la realidad nicaragüense a través de la ficción: “ahora en cada zaguán se abre una universidad”, dice Lord Dixon, personaje que acompaña al inspector Dolores Morales a los barrios populares de Managua en busca de la desaparecida.

¿Cuál es su intención al recurrir al tono humorístico en su novela negra?

“Yo diría que tal vez refleja un poco mi carácter, mi manera de ver el mundo y de ver la literatura. Yo creo que el escritor siempre necesita una intermediación con el lector, y no hay mejor intermediación para mí que el humor; entonces, tomar distancia de los acontecimientos que uno narra, no dramatizarlos, no hacerse cargo de ellos por entero, necesita un espacio de intermedio; ese espacio lo crea el humor. Para mí el humor es una herramienta de la escritura en ese sentido”.

¿Los personajes de “Ya nadie llora por mí” pretenden reflejar la realidad nicaragüense? El inspector Dolores, Sofía, Dixon, Ovidio, Tongolele, Miguel Soto, Marcela, la reverenda Úrsula…

“Son personajes arquetípicos que uno puede encontrárselos en la sociedad contemporánea de hoy; es decir, un arribista, estos nuevos ricos de Nicaragua como Miguel Soto, una muchacha tan sometida a estas duras realidades de la vida como en muchas partes de América Latina como Marcela Soto; y la otra cantidad de personajes populares que hay en la novela que pertenecen al mundo de los mercados, al mundo de la droga; todo esto corresponde a la realidad no solo de Nicaragua, sino de América Latina”.

¿Hay una intención de explorar la difícil realidad de Nicaragua y Latinoamérica a través de la novela negra?

“Yo creo que sí; si uno escribe sobre un personaje que se mueve en un escenario contemporáneo, pues ese escenario tiene que ser reflejado como es y los escenarios de América Latina tienen esta anormalidad; y cuando esta anormalidad que consiste en que las cosas no son como deberían ser, como dicen las leyes, sobre todo el caso de un investigador, se va topando con obstáculos a cada rato que están impuestos por la misma normalidad de quienes imponen cómo deben funcionar las instituciones de la manera normal en que funcionan, la represión, la corrupción; y bueno, esto es parte de nuestra realidad”.

— A veces la novela policíaca es considerada un “género menor”. ¿Cuál sería el alcance del género negro en la literatura contemporánea?

“Lo que pasa es que para mí lo que existe en la literatura son herramientas de distintos calibres, distintas categorías; es decir, la novela negra es una herramienta para narrar, entonces puede haber novelas negras ligeras de leer y tirar, pero también las hay novelas de amor que son de leer y tirar; entonces, eso depende de la profundidad que uno le imprima a la narración, independientemente del género o de la herramienta que esté utilizando.

“La novela negra es una gran herramienta en América Latina para narrar lo que pasa en la realidad, eso que yo llamo la realidad anormal y profundizar en esa realidad”.

 

“CUANDO LA HISTORIA CALLA, LA IMAGINACIÓN RESPONDE”

El momento más esperado en términos literarios en la entrega del Premio Cervantes, es la lectura de un ya tradicional discurso que el ganador en turno emite, mismo que queda para la historia de la lengua española.

Fue el lunes 23 de abril de 2018 cuando, al recibir el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes” 2017 en la Universidad Alcalá de Henares, Sergio Ramírez advirtió: “Como novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas, pero siempre seductoras”, y sentenció: “Lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad”.

Por eso, en la entrevista con ZETA se le recuerdan a Sergio Ramírez tales citas para inmediatamente lanzarle preguntas alusivas a su memorable discurso:

¿Podría hablarnos del compromiso de la literatura con la realidad de nuestros pueblos latinoamericanos donde, entre otros padecimientos, no cesa el derramamiento de sangre? Como en México, Nicaragua, Venezuela, Colombia…

“La verdad es de que la historia siempre está llena de la historia oficial, escrita por los vencedores o por los que tienen el poder, y entonces, los libros de imaginación muchas veces narran la historia mejor que lo que lo hacen los libros oficiales, eso lo vemos en la novela latinoamericana: ‘Cien años de soledad’, ‘La muerte de Artemio Cruz’, son las maneras de narrar la historia de otro modo, pero aprendemos más de la historia de la Revolución Mexicana, de las guerras civiles en Colombia entre conservadores y liberales, de lo que nos dicen los textos de historia. Entonces, cuando la historia calla, la imaginación responde”.

¿Cuál sería el gran desafío de la novela latinoamericana, a propósito de lo que padecen nuestros países?

“Seguir siendo un espacio de libertad, de encuentro, seguir siendo la forma en que se lee la historia, sin mentiras; es contradictorio, porque la novela se construye en base a mentiras para reflejar verdades. Es decir, la imaginación lo que hace es reflejar verdades, yo creo que ese papel la novela lo seguirá cumpliendo”.

“Curioso que una nación americana haya sido fundada por un poeta con las palabras, y no por un general a caballo con la espada al aire”, expresó al recordar a Rubén Darío cuando recibió el Premio Cervantes. ¿Podría hablarnos de la esperanza para Nicaragua y nuestros pueblos latinoamericanos de refundar nuestros países con la palabra?

“Obviamente necesitamos una refundación en base a las palabras verdaderas, porque una gran transformación en América Latina vendría hacer que la palabra escrita de las leyes, de las constituciones, se cumplieran y comenzaran a ser palabras verdaderas.

“Si tú te fijas bien, si lees una constitución y te imaginas a alguien leyéndola dentro de un siglo, dirás ‘¡qué sociedad más buena, más perfecta, fue ésta!’, si nos atenemos a lo que dicen las palabras; pero la distancia entre palabra y realidad sigue siendo tan profunda y lo que necesitamos es acortarla. Por eso la palabra de los poetas sigue siendo válida; ojalá un día sea la palabra profética que se cumpla”.

 

“ES QUE EL LENGUAJE OFICIAL SIEMPRE DEGRADA LAS PALABRAS”

El ganador del Premio Cervantes 2017 es la voz a la que hay que recurrir para explicar la crisis de Nicaragua durante el gobierno de Daniel Ortega que ha arrojado cientos de asesinatos y desaparecidos durante las protestas, además del éxodo de nicaragüenses hacia diversos países latinoamericanos.

“Permítanme dedicar este Premio a la memoria de los nicaragüenses que el último día han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”, expresó Sergio Ramírez el 23 de abril, cuando agudizaba la crisis nicaragüense.

De entrada, Sergio Ramírez contó a ZETA que por estos días ha pensado más en la crónica antes que la ficción:

Estoy escribiendo ahora poco, porque con esta emergencia en Nicaragua no he tenido tiempo de sentarme a enfrentar mi oficio de imaginar, pero quizá lo que vaya a escribir sería una crónica de todo esto que ha ocurrido en estos meses en Nicaragua, fijar a los personajes que han sido víctimas de este gran desastre social, entresacando entre tantos personajes a aquellos que son más emblemáticos de poder explicar qué es lo que ha ocurrido; es decir, transformar las cifras de muertos, de asesinados, de heridos, de exiliados, en rostros, darles un nombre, y eso me parece que ayuda mejor a entender los acontecimientos”.

¿Qué es lo más urgente para Nicaragua luego de los más de 300 asesinatos durante las protestas contra en el gobierno de Daniel Ortega?

“Pues encontrar una salida que signifique devolver la democracia al país, dejar que la gente exprese su voluntad en las elecciones, unas elecciones verdaderamente libres, certificadas, y esta es la única manera que volverá la paz a Nicaragua; es decir, no hay más salida que la salida política, y esa salida, mientras más pronto la encontremos, mejor, para que el país no siga sufriendo el deterioro social, político y económico que está sufriendo hoy”.

Pero hasta 2021 termina el mandato de Daniel Ortega. ¿Aguantará Nicaragua?

“No, eso es imposible, tenemos que tener una salida electoral antes, tiene que ser electoral, no puede ser de otro tipo porque sería peor; es decir, hablar de una guerra civil sería devastador para el país, de manera que tenemos que empeñarnos entre todos en buscar esa salida política; como el ex secretario de la OEA (Organización de los Estados Americanos), el señor Luis Almagro, lo ha planteado, la salida electoral tendría que ser el año próximo (2019), ojalá así se cumpla”.

Durante la presentación de “Ya nadie llora por mí”, el 28 de agosto, Usted mencionó: “Yo vengo de un país donde las palabras han perdido sentido”. ¿Por qué la palabra se devalúa?

“Es que el lenguaje oficial siempre degrada las palabras, las usa para el sentido contrario para que fueron creadas; entonces, una manera muchas veces de leer el lenguaje oficial es poner las palabras frente a un espejo y uno se da cuenta que quieren decir exactamente lo contrario de lo que el vocero está expresando.

“Esto lo vemos muy claro en la novela ‘1984’, de Orwell, cuando se crea un ministerio del amor que es para promover el odio, un ministerio de la abundancia que lo que administra es la escasez; es decir, son palabras que significan exactamente lo contrario.

“El lenguaje burocrático, el lenguaje oficial, cuando quiere esconder situaciones de culpabilidad frente a hechos funestos como los que han ocurrido en Nicaragua, entonces falsifica el uso de la palabra, lo que hoy en día se llama la posverdad”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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