Política Breve y de Emergencia
Publicidad
¿A qué vino a Baja California el precandidato del PRI a la presidencia de la república José Meade? ¿Con su corta y ajetreada visita estaría realmente cerrando filas con los militantes del partido al que no pertenece? Como el seguro candidato de la coalición encabezada por el tricolor, ¿estaría dando línea o por lo menos color, de quienes serán los candidatos al senado y las diputaciones por BC? Como el priismo en esta “precampaña” está rompiendo el molde, todo mundo se pregunta no solo a qué vino Meade, sino la utilidad de su visita.
Publicidad
Porque comúnmente el ungido del régimen transitaba por toda la república no para cerrar heridas o resolver diferencias, era su paso por las entidades uno que recibía y atestiguaba el fenómeno político de “la cargada”, donde toda figura pública que se preciara de serlo, tenía que estar tan cerca y tan evidente como para lograr la fotografía que adornaría su escritorio durante el sexenio, sin contar desde luego que “el evento con el candidato” en realidad era el “destapadero” de los seguros para ir en las boletas.
Ahora los fieles seguidores del partido gobernante se sienten perdidos, su institucionalidad les hace estar dispuestos ante la inminente convocatoria, pero ésta ya no llega, porque el rediseño de las formas hace que los históricos sectores no tengan la preponderancia de antaño. No hay certeza del fondo y la forma porque los mecanismos de siempre, los que producían las candidaturas y los espacios en gobierno, parecieran estar cancelados o mínimamente en revisión, y ahora sí que no se sabe si el que se mueve, sale en la foto o no.
La incertidumbre a la camiseta tricolor no es solamente la modificación del ritual hoy llevado por un ajeno, también están las encuestas y el desempeño del gobierno; nunca un aspirante de oposición había guiñado tanto el ojo a los del régimen con perdón y salvo conducto incluido, las candidaturas allá están más claras; si en los cinco años de ejercicio de gobierno federal el titular tuvo serias complicaciones para la conducción política partidista, ahora en su raro relevo, existen aún más.
Por eso la visita de Meade a estas tierras como a muchas otras en el país dejan más dudas que claridades en el accionar político, mientras el discurso de la candidatura ciudadana se vende bien al exterior del partido, en el interior no se digiere del todo y aunque se acepta por institucionalidad, a la par de la presencia de su candidato, el partido no está construyendo los acuerdos ni confeccionando los espacios que garanticen la activación operativa de sus cuadros, dejando al ciudadano Meade poca garantía de defensa partidista, de esa que verdaderamente se necesita en las campañas y la jornada electoral. Hay inexperiencia en la precampaña que se entiende y hay inexperiencia en el partido, que es una pena.
Por eso mientras el mensaje de que Meade será relevado de su candidatura va tomando fuerza, recordando otras campañas también saboteadas desde adentro, la precampaña parece perdida entre la inconciencia y el exceso de respeto a la toma máxima de decisiones. Si los acuerdos no los toma el candidato, si el partido no sabe lo que hay que hacer y al gobierno no se le ve para cuando quiera soltar, si encima de todo apenas son las precampañas, ¿a qué vino Meade? A menos que esté perdido.
Que la historia lo registre.- Los ex alcaldes de Tijuana Jorge Hank y Jorge Astiazarán han dicho públicamente y por separado, que no les gustaría ser candidatos a senadores por Baja California; ambos priistas siempre han sido disciplinadamente institucionales. Aunque quién sabe si en lo corto digan como Castillo Peraza: “no quiero que me toque, pero si me toca quiero”.
Botón rojo.- ¿Será Baja California uno de los estados en los que Margarita Zavala logre las firmas de apoyo del 1% del listado nominal para su registro?
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com
