En México, nuestro actual sistema político está prácticamente agotado. En general, los partidos se han convertido en nidos de corrupción. Pensar que buscan el bien común desde sus cúpulas, ya es difícil creerlo. Tan es así que las encuestas de percepción los consideran, después de los cuerpos policiacos, los más transas.
La gente agotó su paciencia, gobiernos van y vienen de diferentes siglas y no hay beneficios palpables, en particular, en economía y seguridad. En la elección presidencial de 2018, se corre el peligro que el hartazgo social salga a las calles como síntoma de desesperación popular. De ahí que el proceso electoral tendrá que ser muy pulcro para que aquellos que buscan desestabilizar al país, para evitar que sean rechazados por la mayoría.
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En las elecciones estatales que se desarrollaron en este 2017, el dirigente nacional panista Ricardo Anaya y la dirigente del perredismo Alejandra Barrales salieron en rueda de prensa a anunciar la búsqueda de un frente amplio de partidos políticos, rumbo a 2018. Dicho frente, por obvias razones, no incluye al PRI y por lo que nos enteramos, ni a Morena. Es evidente que Andrés Manuel López Obrador nunca aceptaría compartir ideas y menos propuestas.
Hasta aquí, aparentemente todo tiene sentido y en diferentes democracias donde el sistema político llegó a su límite, las alternativas incluyentes que buscan conquistar a la gente y al electorado, tienen razón de ser. El problema viene cuando los actores interesados solo buscan protagonismo y poder. Además, cuando un frente solo tiene el propósito de ganar por ganar, pierde efectividad y autenticidad.
En el caso del PAN, ronda el “sospechosismo” y la desconfianza. Es muy evidente que Ricardo Anaya no quiere dejar pasar a Margarita Zavala bajo ninguna circunstancia. Según las últimas encuestas, la única persona que es competitiva frente a Andrés Manuel López Obrador es Zavala, tan es así que solo se coloca cuatro puntos debajo del Peje. Qué daría cualquier partido político por estar en esa posición, más cuando el PRI está en franca debilidad gubernamental.
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Por increíble que parezca, el PAN busca formar un frente opositor cuando tiene a una candidata a escasos puntos abajo del puntero. Y lo busca no para que se sumen fuerzas a Zavala, sino para imposibilitarla de ser su abanderada. Es claro que Anaya sabe que su posibilidad de acceder a posiciones políticas e influir en un probable gobierno de Margarita, es nula. En pocas palabras, siente que se queda fuera del reparto del poder y eso no se lo puede permitir.
El caso del PRD se puede entender, desde que su líder moral y espiritual formó a Morena, que su decadencia es total, francamente no sabe qué hacer, lo único que le queda es acercarse a quien lo pueda cobijar sin importar principios o supuestos valores. El PRD no tiene candidato fuerte y anda en la búsqueda de refugio. Como alguien dijo por ahí, se quieren convertir en el Partido Verde del PAN.
En lo personal, no me asusta que partidos tan disímbolos intenten realizar una alianza, en muchos estados del país, como ha sucedido. Lo que no comparto son las motivaciones que cada quien tiene. A mi entender, son cuatro las razones:
La primera es hacerle montón a Andrés Manuel López Obrador, la segunda bloquear dentro del PAN a Margarita Zavala y la tercera no perder la oportunidad de obtener un beneficio propio. La última, que pierda el PRI, no parece ser una motivación de este frente.
Bajo estas y otras circunstancias, ciertos personajes de la política intentan crean un frente común donde el protagonismo y la ambición de poder los llevará a matarlo sin antes haber nacido.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
