Es sorprendente cómo en las catedrales y templos de enormes ciudades, las personas, mendigos de Dios, necesitadas de lo sobrenatural, se postran siquiera unos minutos para entrar en sí mismas, descansar, cerrar los ojos, y abrir el corazón con sus necesidades mentales, espirituales, afectivas y materiales.
A sus 91 años de edad, el sinaloense de Navolato, Rodolfo “El Santito” Cárdenas Trasviña, sigue teniendo voz de trueno como cuando era chícharo o locutor a sus 17 años.