Hoy, pueblos enteros son cómplices de aquellos que cometieron el crimen y el rapto, porque están obligando al pueblo de Israel a no intentar rescatarlos, a pagar un precio caro haciendo héroes a los ofensores y raptores, y aplaudiendo su cruel e inmoral actuación. Yo he sido testigo de los crímenes de los romanos.
Hará unos 60 años, cuando el obispo neoyorquino Fulton J. Sheen expresaba que el mundo estaba muy inquieto; hoy estamos al borde del fin del mundo. Pero no nos hagamos ilusiones de falso profetismo, porque la expresión no se refiere a que el Cosmos o la creación serán exterminadas.
Biden abraza a Netanyahu diciéndole: “estoy contigo Benny, yo sé que el bombazo en el hospital Al-Ahli Arab lo hicieron los del otro equipo” y le proporciona más armas y dinero
El estado de Israel había nacido como un campamento armado hasta los dientes, y hoy ya tiene bombas atómicas. Por un lado, se analiza el odio que sentían nuestros hermanos judíos por la paranoia que arrastraban, y se racionaliza que su sed de venganza los cegó a descargarla contra los indefensos palestinos.
Imaginemos el momento en que Winston Churchill es electo primer ministro de Inglaterra cuando los ingleses estaban siendo atacados por la bestial fuerza del nacismo, que bombardeaba inclemente la ciudad de Londres pensando que podría doblegar al León Británico. Pero no ocurrió. La fuerza y el espíritu de los ingleses finalmente ayudo a derrotar a Hitler.
En México en la obra de Octavio Paz, el Nobel de Literatura 1990, considera el renacimiento de los monoteísmos en el mundo: Islam, Judaísmo y Cristianismo. Expresa que “es algo que siempre hemos reconocido los poetas, pero que se han negado a reconocer los sociólogos”.
No es titular de noticia cuando lo ejerce el Estado Israelí o demás poderosos que aplastan a pueblos sin defensa. La misma invasión de Israel es la de Rusia a Ucrania, y no tiene los reflectores de la prensa internacional. Una doble moral (hipócrita) de las agencias, cadenas y medios de información.