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lunes, septiembre 30, 2024
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Extorsión, el negocio de todos

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Tipificado en el artículo 390 del Código Penal, la extorsión se define como “al que sin derecho obligue a otro a dar, hacer, dejar de hacer o tolerar algo, obteniendo un lucro para sí o para otro o causando a alguien un perjuicio patrimonial”. La pena: “Se le aplicarán de dos a ocho años de prisión y de cuarenta a ciento sesenta días de multa”. Sin embargo en 2011 y ante el crecimiento en la comisión del delito de extorsión por la vía telefónica, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó aumentar en una mitad la pena a quien cometa el delito de extorsión por vía telefónica –como se establece en el Código Penal del Distrito Federal-. Aparte hay otras consideraciones para incrementar la penalidad dependiendo del origen del extorsionador: si se trata de una asociación delictuosa, de un servidor o ex servidor público, de un miembro o ex miembro de corporación policíaca alguna o de las Fuerzas Armadas. De acuerdo a las cifras del Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, diariamente durante 2013 se cometieron 21 extorsiones. El promedio mensual de enero de 2013 a enero de 2014 fue de 670 extorsiones en México. Las cifras de Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) no son muy distintas. La tasa de extorsiones en el año 2013 fue de 23.6 por ciento en la República Mexicana. Y relacionado al año anterior, en el 2012, el 94 por ciento del total de las extorsiones fueron realizadas por vía telefónica. El mismo Inegi detalla que en 2013 se cometieron 33.1 millones de delitos de los cuales resultaron 22.4 millones de víctimas. De hecho aclaran la comisión de 1.5 delitos por víctima, mientras que en 2012 esa estadística era de 1.3 delitos por víctima. Y el aumento de la criminalidad entre 2012 y 2013, el Inegi lo justifica así: “El incremento en la tasa de delitos en 2013 frente a los años anteriores se debe, principalmente, al aumento de los delitos como el robo o asalto en la calle o en el transporte público, y la extorsión”. Lo que no nos dice ni el Inegi, ni la PGR, ni Procuraduría Estatal o Fiscalía alguna, a ciencia cierta, matemática exacta y justicia pronta, son cuántos extorsionadores están en prisión por extorsionar a los mexicanos. Siendo que el delito de extorsión va al alza, fuera de esporádicas campañas mediáticas, cuando la alerta por extorsión es roja o alta, no hay por parte del Gobierno Federal de Enrique Peña Nieto una política para disminuir la comisión de este delito y poner a salvo el patrimonio, el golpeado patrimonio de todos los mexicanos. Hace unos días el jefe de una importante empresa mexicana recibió una llamada a su número de celular. El emisor le ordenó de entrada que escuchara la grabación que le pondría. Ahí fue que, en medio de la crisis psicológica y de inseguridad, el hombre identificó como la voz de su hijo a quien pedía auxilio al padre y le informaba que había sido “levantado” por unos hombres. La grabación fue interrumpida y el hombre le dijo que debía depositar 50 mil pesos a una cuenta de banco si quería ver a su familiar sano y salvo. Ante la premura de la petición, se le explicó al delincuente que se encontraba en tránsito y que sólo contaba con 20 mil pesos en ese momento. El criminal aceptó la oferta. Dando instrucciones por celular condujo a su víctima a un banco. Le proporcionó el número de cuenta en una sucursal de Bancomer. Le dictó los dígitos y le dio el nombre de una mujer que es la titular de la cuenta. El extorsionado hizo lo que le ordenaron. Todavía escuchaba la voz de su hijo pidiendo auxilio ante la toma forzada de su persona. Cómo el extorsionado solo tenía un teléfono, no podía hacer comunicación con sus familiares o amigos para verificar que su hijo, en efecto, había sido tomado rehén de un extorsionador. La víctima entró a la sucursal del banco. Llegó a la fila frente a la caja de atención y se saltó a todos los clientes que esperaban su turno. Alguien protestó y le gritó que debía hacer fila pero el hombre -igualmente exaltado- explicó que su hijo estaba en peligro y que debía hacer la operación financiera cuanto antes. A los clientes que escucharon la situación les llamó la atención la congoja del hombre y le permitieron pasar hasta adelante; los empleados del banco no se inmutaron. Ni siquiera llamaron al gerente, al jefe o al encargado para notificar que en esos momentos una acción ilegal estaba sucediendo. El padre del menor “levantado” depositó en la cuenta de la mujer la suma que acordó con los criminales. Salió del banco y, aun al teléfono, les dijo que ya había hecho el depósito. Los delincuentes le dieron otras instrucciones y el hombre cortó la comunicación. Finalmente pudo hablar a su casa, con su hijo que se encontraba a salvo. De hecho nunca había sido privado de su libertad. El secuestro exprés había sido una extorsión ya clásica en el México de hoy. Los abogados le aconsejaron al empresario presentar dos denuncias. Una local y una federal. Finalmente tenía el número de cuenta, el nombre de la titular de la cuenta bancaria –la que cobraría el dinero producto de la extorsión- y el número telefónico del cual se comunicaron para timarle y sacarle, con la amenaza sobre la integridad de su hijo, una suma de dinero. Cuando proporcionó a las autoridades el número telefónico –que por cierto era local-, el número de cuenta, el nombre de la titular, le dijeron que no era la primera vez que esos datos de celular, esa cuenta y esa mujer eran denunciados. Pero que no podían hacer mucho pues investigando la línea de celular, la comunicación salía del Penal de Santa Martha Acatitla ubicado en la delegación Ixtapalapa en el Distrito Federal. En su estado de origen le dijeron al hombre que el Comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido ya estaba enterado. Que le habían solicitado en otras ocasiones que diera de baja ese y otros celulares denunciados como propiedad de extorsionadores en el Penal de Santa Martha, en la penitenciaría de Guadalajara y hasta en una de Tamaulipas. Que los teléfonos eran locales, de distintas ciudades. Que también habían pedido a la autoridad federal que investigara esa y otras cuentas de banco con todo y sus titulares, donde otras víctimas habían depositado las sumas requeridas en la extorsión. Pero a la fecha nada ha pasado. Los celulares en poder de las autoridades siguen vigentes. La mujer que debió entregar información personal para abrir una cuenta sigue libre y los extorsionadores presos en penales inseguros para el ciudadano común, no son juzgados por este otro delito. La extorsión sigue sucediendo a lo largo y ancho de México. 21 personas al día son extorsionadas, el 94 por ciento de ellas por la vía telefónica. La extorsión, uno de los delitos con mayor y alarmante alza en los últimos años, ha resultado redituable para todos. Para los criminales que están en prisión que continúan su vida delincuencial y generan recursos para sus familiares y socios en el exterior de las cárceles. Para los bancos que abren las cuentas a estos criminales y se hacen todos los días de efectivo en sus bóvedas. Para las autoridades que proveen impunidad tanto en penitenciarías –los custodios y funcionarios que por algún acuerdo introducen los aparatos celulares-, los policías que voltean a otro lado, los investigadores que no investigan. A propósito de la ley anti lavado de dinero se hicieron reformas para que la Secretaria de Hacienda y Crédito Público estuviera más al pendiente de las transacciones financieras de los mexicanos, y requerir las contribuciones cuando estas fuesen omitidas por los registrados –y aquellos que no, también- en su padrón de contribuyentes. La intromisión de funcionarios de Hacienda en cuentas de empresas y particulares mexicanos, se anotó en la reforma como “discrepancia fiscal”, lo que significa que la Hacienda Pública puede investigar las cuentas de banco, de crédito y de inversiones financieras de todos los mexicanos, registrados o no ante el SAT. Además que puede obtener información de las cuentas a partir de terceros, tal vez siguiendo una compra en un mercado, en una tienda, en una automotriz. Por ejemplo, Usted tiene una cuenta donde le depositan su sueldo, de esa cuenta Usted compra un carro por un valor superior a lo que en un año ha ganado, esa discrepancia “le salta” a Hacienda y a partir de la información de la automotriz, revisa sus estados financieros, si detectan depósitos económicos adicionales a los de su sueldo, entonces le requerirán para saber el origen y por qué no ha pagado impuestos sobre los mismos. Usted tendrá un periodo para justificar las transacciones y, en caso de confirmarse la discrepancia, deberá pagar a Hacienda los impuestos generados entre los cobrado y lo pagado. En caso que no esté inscrito como contribuyente, deberá inscribirse y pagar. Así de fácil. Pero con todo y su intromisión fiscal legal, la Secretaría de Hacienda no es capaz de poner un alto a los extorsionadores que utilizan, por regla general y modus operandi, a las instituciones financieras para que las víctimas realicen los pagos solicitados. Todos los días, mexicanos están siendo extorsionados y la autoridad, el Gobierno Federal, el de Enrique Peña en la Presidencia, Jesús Murillo en la Procuraduría, Miguel Osorio en Gobernación y Monte Alejandro Rubido en la Comisión Nacional de seguridad, no han definido una estrategia integral para disminuir la extorsión y poner a los extorsionadores tras las rejas y a los que ya están ahí, sumarles juicios. El mismo aparato del Estado contribuye con los delincuentes. Como los extorsionadores están prisioneros y todo lo ordenan con amenazas por la vía celular, la autoridad no ha logrado determinar el camino de la información que se les hace llegar sobre sus víctimas. Se suponen muchas rutas: Desde los padrones electorales que están a la venta y dónde se pueden obtener los datos como dirección y teléfono de familias completas, pasando por los registros de las licencias para conducir en los Estados de la República, donde los automovilistas deben incluir en los formatos el nombre de una persona y el número telefónico donde se le puede localizar en caso de emergencia. Los hijos normalmente anotan los datos de los padres, las esposas a sus esposos, los maridos a sus mujeres. Y con esa información a la venta en el mundo criminal, se entrega la seguridad de las familias. La falta de candados para la protección de la información, y la poca investigación respecto la venta de esta información, crean un clima de corrupción e impunidad que está vulnerando a las familias mexicanas. Lo mismo cuando se tramita el pasaporte mexicano, una beca, un crédito, o cuando se contrata un servicio público. Siempre el gobierno tiene los datos de los ciudadanos que cumplen con la ley. Nunca los de los criminales. De esta manera el negocio de la extorsión beneficia a las familias de los criminales, salpica al gobierno y vulnera a la sociedad. La Secretaría de Seguridad Pública de Baja California ha gastado desde 2009, unos 48 millones de pesos, para colocar inhibidores de telefonía celular en los penales que administra en Tijuana, Ensenada, Mexicali y El Hongo. Es decir, si un custodio llegase a introducir, ilegalmente por supuesto, un teléfono celular a un reclusorio, no se puede utilizar en el interior, pues los aparatos adquiridos por la Secretaría bloquean las señales de estos dispositivos móviles. El problema es que solo Baja California como entidad federativa cuenta con este sistema para bloquear la señal y solo permitir la comunicación de los presos por medio de teléfonos públicos. Ningún otro estado ha gastado un peso en esto, y de los penales federales sólo dos cuentan con un sistema de bloqueo de señal de telefonía, el de Nayarit y el de Tamaulipas, ambos de máxima seguridad. Vaya, ni el penal de Puente Grande en Jalisco ni el que está en Almoloya de Juárez, Estado de México, cuentan con un sistema de bloqueo para impedir que los prisioneras tengan comunicaciones criminales hacia el exterior de los penales. El incremento en las extorsiones que hacen notar tanto el Inegi como el Observatorio Nacional Ciudadano debería ser la base para la elaboración de un programa de combate que incluya medidas como la que acabo de anotar. Pero en este país donde el gobierno provee  impunidad a los delincuentes, las familias deben encontrar la forma de ponerse a buen resguardo ante una autoridad que, con su sospechosa inacción o probable corrupción, las vulnera.

Niños asesinados

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El 7 de febrero en Mexicali, Janeth Lizbeth de 12 años de edad, fue violada y asfixiada por un vecino adicto. Los padres de la niña se encontraban en su hogar, a escasas casas de donde la tragedia alcanzaba a su hija. En Tijuana en diciembre de 2014, Gonzalo del Río Hernández, golpeó y acuchilló a un niño de 9 años. Era el hijo de su amasia Karina Luna Sandoval, quien planeó el asesinato; octubre 2014, Daniel Adrián tenía dos años cuando el concubino de su madre, Francisco Javier Ronquillo –un delincuente detenido y liberado–, lo mató a golpes; en agosto un pastor cristiano fue detenido luego que asesinó a una adolescente de 14 años con la cual sostenía relaciones sexuales desde que la menor tenía 12 años. En julio del mismo año, una madre y su hijo de dos años fueron asesinados mientras dormían; los balearon por un asunto de drogas del padre de esa familia; en mayo, Citlali, una niña de dos años murió en la Cruz Roja por estallamiento de vísceras y traumatismo craneoencefálico provocado por su madre Adriana Palomeque Gordillo y su concubino Jaime Nájera Vega, la menor también fue víctima de violación impropia. Éstos son solo algunos de los casos que más sonaron en la agenda pública, la lista judicial es más larga. Una breve revisión permitió detectar que en 2012 y 2013 la historia no fue distinta, que la violencia contra los niños es un problema real que no está siendo combatido con efectividad, no solo en Tijuana, sino en Ensenada, Mexicali, Tecate, Rosarito, en todo el estado. La parte positiva: la mayoría de los homicidas están tras las rejas. La negativa: los niños siguen muertos y no hay poder en el mundo que pueda borrar los horrores que padecieron, mientras otros menores están sufriendo en este preciso instante. Estos niños violentados están convertidos en las víctimas más vulnerables de políticas de gobierno erráticas en seguridad y economía que degeneran en pobreza, desempleo, educación deficiente, consumo de droga y crecimiento del narcomenudeo.   En un entorno donde los programas deportivos, culturales, de desarrollo social y de Desarrollo Integral de la Familia no están cumpliendo su objetivo, pero igual se sostienen. Porque sí… es necesario que se atienda a los viejitos, que les den de desayunar a los que tienen hambre, incluso la sociedad ha aceptado que la primera dama del estado ponga como prioridad la atención a los niños con capacidades diferentes porque es un sector vulnerable, pero la pregunta es: ¿Por qué los  DIF y la Procuraduría de la Defensa del Menor, las áreas de Prevención del Delito en las secretarías de seguridad, las Procuradurías de Justicia, y todos los gobiernos en general, no están haciendo, todo, pero todo lo necesario para que los niños bajacalifornianos no sean desatendidos, violados, asesinados a golpes, asfixiados, degollados, baleados, maltratados o usados para el tráfico de drogas?. ¿Dónde están aquellos programas y campañas preventivas de “mucho ojo, cuéntaselo a quien más confianza le tengas”, las de control de la natalidad, paternidad responsable, “di no a las drogas”? ¿Dónde está esa política integral y realmente encaminada a la reconstrucción del tejido social? Al final, la evidencia indica que las autoridades saben cuál es el problema, públicamente, Alejandro Lares, secretario de seguridad pública municipal de Tijuana habló de los patrones repetitivos que las pequeñas víctimas padecen: Padrastros o personas que no son consanguíneos que se quedan al cuidado de los menores, madres y victimarios que consumen drogas, mujeres que trabajan mientras los amasias se quedan en casa, y esquemas de violencia intrafamiliar. El uso de enervantes es un común denominador, más específico, el uso de drogas sintéticas como el cristal, pero en Baja California no existe siquiera un estudio serio que dimensione el problema. Entonces resulta que la autoridad conoce las particularidades, pero no está desarrollando una política integral para proteger a los menores. Otra pregunta es: ¿Qué estamos haciendo los ciudadanos bajacalifornianos, más allá de indignarnos, o manifestar a través de las redes sociales –vía electrónica– la conmoción social? Todos formamos parte de ese tejido social en descomposición, y vivimos en una sociedad permisiva, donde Enrique Peña puede llegar a Presidente después que su equipo de campaña cambia votos por tarjetas para comprar alimentos en Soriana; y Jorge Hank puede ser alcalde de Tijuana después que dos de sus escoltas son sentenciados por haber matado a un periodista que escribía contra su patrón. El mismo país, el mismo estado, donde madres de la tercera edad intentan ingresar a los penales con droga escondida en sus cavidades corporales para llevársela a sus hijos. Y las mujeres maltratadas otorgan el perdón una y otra vez a sus maridos golpeadores. Donde los vecinos ven que los niños son maltratados y no hacen nada. Recientemente Karla Andrade, psicóloga del DIF Municipal en Tijuana, declaró a un diario local que recibían en promedio 568 llamadas al mes –número de denuncia 075– de las cuales el 77 por ciento era por omisión de cuidados, 17 por ciento por maltrato físico y 6 por ciento por maltrato psicológico. Entonces, la ciudadanía inicia con una cultura de denuncia y eso es positivo. La Ley de Protección y Defensa de los Derechos de los Menores y la Familia en el Estado de Baja California dice que los menores deben y serán protegidos de “cualquier forma de explotación, agresión o maltrato”, que quienes ejerzan la patria potestad, tutela o custodia deben darles “afecto, seguridad moral y material” y “recibir del Estado la protección y tutela en los casos en que peligren…”. Pero las evidencias muestran que ni la autoridad, ni la sociedad estamos cumpliendo, que es urgente la participación ciudadana comprometida, y apremiante la acción interinstitucional de los gobiernos. Que ese plan integral –estatal, municipal– del que hablan los empresarios, se convierta en programa institucional que incluya acciones específicas de combate a esta problemática, porque no basta con preocuparse, hay que ocuparse en crear una propuesta que genere resultados en favor de la niñez en el corto, mediano y largo plazo. Que los niños dejen de ser maltratados. Asesinados.

Consejo

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Hace muchos meses, pero muchos, que el Consejo Estatal de Seguridad Pública de Baja California no se reúne. Los encuentros, consolidados en tiempos del gobernador José Guadalupe Osuna Millán y los del Comandante de la II Región Militar, Alfonso Duarte Mújica, reunían a todos los titulares de las corporaciones policíacas, de investigación, inteligencia, procuración de justicia, prevención y ministeriales, así como a los titulares de las áreas de salud, desarrollo social, económico y educación. También a delegados federales, presidentes municipales y representantes de los grupos organizados de la ciudadanía que tenían injerencia en temas relacionados con el desarrollo de la sociedad, la prevención y la seguridad. En ese entonces, la reunión de Consejo de Seguridad  era en instalaciones militares, pero la encabezaba el gobernador. Así se concibió y se lleva a la práctica -aun sin legislación- el Mando Único que hoy es modelo nacional. Era muy sencillo: el gobernador o su secretario de Gobierno iniciaban la reunión e iban pasando el micrófono a cada uno de los miembros del gabinete, alcaldes y delegados, para que expusieran ante todos, los esfuerzos y trabajos que estaban realizando para combatir la inseguridad producto del crimen organizado y el narcotráfico. Posteriormente eran los mandos de seguridad quienes informaban qué hacían y cuáles habían sido sus resultados. Ahí entraba el General con el informe de las supervisiones y acciones de los soldados. La reunión servía para coordinarse, ponerse de acuerdo, ayudarse y supervisarse unos a otros. Por ejemplo, si un alcalde no podía con los narcomenudistas de su ciudad o con los criminales, solicitaba públicamente en el pleno del Consejo, la presencia de elementos estatales preventivos, federales o militares, incluso marinos; ahí mismo acordaban cómo incrementarían la presencia de las Fuerzas Armadas en esa demarcación. La reunión incluía establecer pautas y planes para el combate a los narcotraficantes y criminales, abrir canales de comunicación directa para no saltarse unos a otros, o toparse en operaciones encubiertas. De paso, General y Gobernador ordenaban a sus subalternos encargados de la operación policíaca, ministerial, de investigación e inteligencia, reunirse en los siguientes días y una vez por semana, para coordinar acciones a seguir. En calidad de secretaria de acuerdo fungía la entonces delegada del CISEN, Edna Montoya. Pero desde hace mucho tiempo no hay una reunión de esa magnitud y esa coordinación. El secretario de Seguridad, Daniel de la Rosa, participante entonces de aquellos encuentros, promueve ahora con el gobernador Francisco Vega, instaurar una vez más las reuniones mensuales del Consejo Estatal de Seguridad Pública, dado que -dicen- las operativas sí se realizan aun en otras condiciones. El incremento en delitos “menores” y una tasa prácticamente fija de ejecuciones al año, dan cuenta que la descoordinación o la falta de acuerdos entre las instituciones, solo le abona al caos y a la impunidad. Las declaraciones de Alejandro Lares, el todavía secretario de Seguridad Pública en Tijuana, de una reestructuración de células que delinquieron para el Cártel Arellano Félix, son la segunda llamada de atención -después de las ejecuciones y los delitos cometidos contra la sociedad- y la alerta a reestablecer y educar al resto de las corporaciones en las reuniones del Consejo Estatal. Además, es la oportunidad que los líderes de sectores sociales y empresariales participen de las comunicaciones oficiales, para evitar enfrentamientos públicos a partir de la falta de información sobre estrategias, políticas y acciones para el combate a la inseguridad. También para que participen activamente y las propuestas que hacen en sus planes ciudadanos, sean integradas formalmente a los programas del gobierno y traducirlas en acciones para llevar menos inseguridad a las ciudades de Baja California. Las reuniones del Consejo Estatal de Seguridad Pública de Baja California deben ser convocadas por el gobernador, en este caso, Francisco Vega de Lamadrid, y coordinadas por el Comandante dela II Región Militar, Moisés García Ochoa, en instalaciones de la II Zona Militar del General Gabriel García Rincón. Los liderazgos en materia de coordinación institucional o con la ciudadanía, urgen. Ya es hora Gobernador, ya es tiempo, General.  

Los cuates del Presidente

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En ningún recoveco de la Ley dice que para obtener un cargo de esos que requieren sabiduría, las personas que aspiran a la posición deben tener experiencia en la materia, carrera en el sector y edad suficiente para –en caso de haberse esforzado profesional, cultural y socialmente- tener sapiencia. Se habla de “buena fama en el concepto público” pero no se especifican los valores esenciales que debería de tener todo servidor de la nación, como son la probada ética, la ejercida honestidad y los respetados principios en pensamiento y conducta. Los requisitos legales para llegar a una posición son laxos, se refieren en términos generales a una “solvencia” social que puede traducirse con vivir, estar, residir, estudiar y ser. No más, no exigen el detalle de la conducta, la preparación, la experiencia y la capacidad. Ahí tiene que el presidente Enrique Peña Nieto, tan necesitado de aplausos quiere hacer de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el refugio de sus cuates –los que sí le aplauden-. El Poder Judicial, el tercer poder luego del Ejecutivo y del Legislativo, debería ser representado por hombres y mujeres con carrera en el sector judicial, alejados de los gobiernos y de las cámaras, con intereses exclusivos en la defensa de la Ley y el imperio del Estado de Derecho. Así cómo el Senado de la República debería ser ocupado por los viejos con experiencia y servicios y como el último acto de servicio a la nación, en lugar de ser semillero de gobernadores, antro de negociaciones y acuerdos, y entretenimiento de cabilderos y vende patrias, la Suprema Corte exige personas imparciales, justas, apegadas al derecho, con criterio independiente al resto de los poderes. Pero no. Enrique Peña Nieto primero propuso a través de Felipe Calderón en los últimos días de éste en el Gobierno de la República al joven abogado fiscalista Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena a quien sacó del Sistema de Administración Tributaria de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin ninguna experiencia en el ejercicio del derecho, la abogacía, o en el colegio judicial, pero sí con intereses del litigio privado y la Hacienda Pública, Gutiérrez Ortiz Mena llegó a la Corte. Después de la muerte en diciembre 2014 del Ministro Sergio Armando Valls Hernández, ayer el presidente de la República como es su facultad, envío una terna para la selección de una persona que ocupe el lugar del Ministro Valls en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Valls sirvió al Poder Judicial diez años de 2004 a 2014 y la carrera la inició como Agente del Ministerio Público, pasando por algunas Magistraturas, Consejerías Jurídicas, Consejería de la Judicatura, algún cargo público hasta llegar a la máxima posición en la carrera judicial como Ministro. Entre las propuestas de Peña para suplir al Maestro Valls, se encuentran dos abogados de carrera, con experiencia en el Poder Judicial y con posiciones en lo que debería ser la antesala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, alguna Magistratura federal o estatal. De hecho en los estados en los Tribunales Superiores de las entidades que integran la República Mexicana, es mucho más frecuente encontrar que quienes llegan a Magistrados, son hombres y mujeres que antes de ello fueron Jueces, Consejeros de la Judicatura o Jurídicos de algún departamento relacionado con el Poder Judicial. Es como debería ser la carrera natural en ascenso del Poder Judicial: Agente del Ministerio Público, Actuario, Secretario de Acuerdos, Juez, Consejero de la Judicatura, Magistrado en el Estado, Magistrado Federal, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así, Peña propuso a dos hombres que a la fecha sirven como Magistrados. Al abogado Felipe Alfredo Fuentes Barrera, actual Magistrado del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito, que tiene en su hoja de vida la licenciatura en la UNAM, Juez de Distrito, Secretario de estudios y cuenta de la Suprema Corte, Juez de Distrito, Magistrado de Circuito. También al licenciado en derecho Horacio Armando Hernández Orozco, quien se desempeña como Magistrado del Quinto Tribunal Colegiado en materia Penal del Primer Circuito, y que después de salir de la Libre de Derecho y dar cátedra, fue Secretario de Juzgado de Distrito, Secretario de Tribunal Colegiado de Circuito, Juez Primero de Distrito, Magistrado de Circuito y hoy es el Magistrado Presidente del Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito (el que conoció de los amparos de la maestra Elba Esther Gordillo). El tercer hombre propuesto por Enrique Peña Nieto a la Cámara Alta para ocupar la silla del Ministro Sergio Valls en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es su cuate. Amigo y protector hasta de los intereses personales, y el servicio público también, de Peña Nieto. Se trata del Embajador de México en los Estados Unidos, Eduardo Medina Mora Icaza. Medina Mora nunca ha sido Juez, ni civil ni penal, ni federal de distrito. Mucho menos Magistrado de Circuito o de Tribunal estatal, federal o electoral alguno. Mucho menos Consejero de la Judicatura. No. Eduardo Medina Mora hizo carrera en el gabinete federal de gobiernos de la República encabezados por panistas, desde donde dicen, fue el enlace entre los peñistas y los calderonistas. El celestino político entre los del Estado de México y los de Michoacán. Procurador General de la República en tiempos de Felipe Calderón, Medina Mora fue sacado de esa Fiscalía y enviado como Embajador de México ante el Reino Unidos, sin experiencia alguna en el Servicio Exterior Mexicano, sin haber cursado la escuela Matías Romero, sin haber sido Cónsul o agregado en alguna representación diplomática. Al triunfo de Enrique Peña Nieto y la posterior y tropezada toma de posesión, el presidente nombró a Eduardo Medina Mora, Embajador de México ante los Estados Unidos, de dónde lo quiere sacar para enviarlo en calidad de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Entonces resulta que como las Embajadas, a la Suprema Corte de Justicia la quieren convertir los priistas de Los Pinos, en un abultado premio político, irrespetando la calidad de Máxima Casa del Poder Judicial. Pues Medina Mora ha hecho carrera pero en el Poder Ejecutivo, donde electos panistas como Vicente Fox le confiaron la Dirección del CISEN –cuando a pesar de las escuchas en celdas de centros penitenciarios se les escapó Joaquín “El Chapo” Guzmán-, la Secretaría de Seguridad Pública, y luego con Calderón la Procuraduría General de la República, la Embajada. Con un Poder Legislativo que responde más a los ánimos del Presidente Peña y en menor medida a las necesidades de la sociedad y del sistema para el ejercicio de un pleno estado de derecho, es probable que como le hicieron con Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, elegirán al de menor experiencia en el sector, pero de mayor cercanía con el Ejecutivo. A menos claro que Peña haya incluido el nombre del Embajador Medina Mora en la terna para la Suprema Corte de Justicia de la Nación en un afán de alejar las miradas auscultadoras de los dos Magistrados en referencia, cuyos apellidos no escapan a denuncias internas del Poder Judicial. En 2013 ya con el gobierno federal en manos del PRI, un diputado panista, el guerrerense Gabriel de Jesús Cárdenas Güizar, propuso reformar entre otras cuestiones, el artículo 95 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos donde se detallan los requisitos para ser Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Que se agregara al requisito de una antigüedad mínima de diez años como profesional de licenciado en derecho, tener “un posgrado expedido por autoridad o institución legalmente facultada para ello”. Además al apartado que requiere “no haber sido secretario de estado, procurador general de la República o de justicia del Distrito Federal” en el año previo al nombramiento como Ministro, modificarle a siete años la distancia del último cargo en el Poder Ejecutivo. Pero la Cámara controlada por el PRI, no permitió endurecer un poco -con la solicitud de un posgrado y la lejanía de los intereses del gobierno federal-, los requisitos para ser Ministro. Pero pues así es ese PRI, el que gobierna México desde Los Pinos, el que tergiversa el fin de las instituciones para beneficio de los intereses. La otra pues, es esperar a la Legislatura que viene, y proponer un cambio en la selección de los Ministros, pues mientras el resto de los Poderes, el Ejecutivo y el Legislativo son electos por el pueblo, el Poder Judicial son propuestos por el primero y seleccionado por el segundo. Como quien dice, los Ministros son hijos del Ejecutivo y compadres del Legislativo… por ponerlo de una manera elegante. A ver qué pasa con la Corte. Si llegan los de carrera, o llegan los cuates del Presidente.  

No se deje engañar

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Tal vez son las precampañas y la proximidad de las campañas electorales, o llámeme mal pensada, y es casualidad,  pero cada vez resulta más común leer en los medios de comunicación impresos y electrónicos, notas que refieren las nobles obras caritativas de diputados y regidores bajacalifornianos. Cierto que eso de promocionar las entregas de becas, balones, cobijas, despensas y demás, lo hacen de manera cotidiana, pero cada vez son más las menciones que estos personajes consiguen por ser tanto generosos. Entre comillas, claro. Así, quienes acostumbramos a leer  la prensa nos hemos enterado que en Mexicali, el regidor César Valerio Castillo, del PRD, repartió material al Club Deportivo E Rey, y que en Ensenada, la regidora priista Columba Domínguez dio 67 uniformes y 14 mil pesos en becas. En Tijuana, el regidor perredista Omar Sarabia ha llevado apoyos sociales a colonias con residentes en condiciones de vulnerabilidad; Luis García López, del PAN, prodigó cientos de apoyos alimenticios; y Francisco Vera, del PRI, entregó diez tabletas electrónicas. En una de esas notas recientes, el regidor panista Guillermo Zavala fue más cuantitativo, explicó que el año pasado había entregado 8 mil ayudas -en especie y económicas-, y en 2015, su plan es ofrecer 10 mil apoyos. Es la misma historia con los diputados Mónica Bedolla, Laura Torres, Juan Manuel Molina y Mario Osuna, quien por cierto, presumió y aseguró que gestionó más de un millón de pesos para organizaciones no gubernamentales durante 2014. Total, los 25 diputados se auto-promocionan, de hecho, algunos de los boletines que envían a la prensa son publicados sin cambios y hasta con firma de reporteros. Lo que no mencionan estos hombres y mujeres electos como parte de los gobiernos, municipales y estatal, es la procedencia del recurso, así que vamos aclarando puntos. Uno, esas cabezas donde se promociona que tal o cual diputado o regidor de un determinado partido político está apoyando algún sector social desvalido, son falsas, cuando menos imprecisas, porque el dinero con el que compran uniformes, despensas, en fin, no sale ni del sueldo del funcionario mencionado, ni de las prerrogativas de los partidos que se promociona. Dos, el dinero proviene de los recursos públicos y de los impuestos de los bajacalifornianos, se trata de un fondo de Gasto Social que se asigna a diputados y regidores, supuestamente “etiquetado”. En el caso de los legisladores estatales, reciben- según sus dichos- 200 mil pesos mensuales, 2 millones 400 mil pesos en el año, lo que significa que entre los 25 diputaos deberían distribuir 60 millones de pesos al año, en atención de las necesidad indispensables de los residentes de colonias marginadas. Como ejemplo de los cabildos, el de Tijuana, cada uno de sus 15 regidores recibe 82 mil 388 pesos mensuales, 988 mil 666.67 pesos al año, que les llega de tres partidas: Apoyos Sociales, Otras Ayudas y Eventos, y Apoyo a Asociaciones Civiles. Entonces, entre todos deben asignar 14 millones 830 mil pesos millones en ayudas a los más necesitados. En Mexicali hay menos claridad, porque según el regidor del PRI, Jorge Camacho Álvarez, reciben cerca de 100 mil pesos al mes, pero les quitan más de 17 mil pesos y al final quedan como 80 mil pesos mensuales para distribuir entre personas de escasos recursos. Esto significa que cada uno de los 15 regidores recibe un millón 200 mil pesos en el año, y entre todos, 14.4 millones de pesos. El tercer punto que es pertinente definir, es que esos recursos que usan para promover sus personas y a sus partidos, ni siquiera es auditado de manera puntual, no hay un control real de ese gasto. Si ellos dicen que entregaron 10 mil ayudas o 100, es lo mismo porque basta con que muestren unas fotos donde están entregando cobijas, paquetes de comida o tabletas para justificar el gasto. Baste recordar aquel desafortunado episodio a finales de 2004, donde los 15 regidores salientes del XVII Ayuntamiento de Tijuana, encabezado por el panista Jesús González Reyes, entregaron facturas falsas para justificar la repartición que hicieron a la salida de 2.5 millones de pesos etiquetados precisamente para Gasto Social. Incluso hubo denuncia ante la Procuraduría del Estado y no pasó nada. Entonces, Lector,  no se deje engañar. Si Usted es una de las miles de personas afectadas por las malas políticas de gobierno que hunden la economía del país, y puede acreditar su necesidad apremiante, sepa que los diputados y regidores están obligados ayudarlo, así que vaya a pedirles, porque para ese fin específico reciben dinero adicional que proviene del erario. Y si Usted no está entre esos grupos vulnerables, entonces tenga claro que no es ni el diputado, ni el partido quien está entregando apoyo, sino Usted, el que está ayudando, porque el dinero proviene de los impuestos que pagan los contribuyentes en el Estado. Al final, son los bajacalifornianos ayudando a los bajacalifornianos, el problema es que ahí está un voraz intermediario que no termina de entregar cuentas claras.

Aguerrido

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Contra todo pronóstico basado en el origen de su nombramiento, Tirso Liévano, que hace las labores de presidente del comité municipal del PRI en Tijuana, está sacando la casta del Revolucionario Institucional en la oposición. Le ha entrado a temas que ya los políticos metidos en los partidos no le entraban. O por temor, o por valores entendidos, o simplemente por no hacer. Por ejemplo, en el tema de la seguridad. Reclama al gobernador Francisco Vega de la Madrid que juegue con la seguridad y la tranquilidad de los bajacalifornianos. Hace unos días, a propósito de una fiscalización del Instituto Nacional Electoral sobre la campaña anticipada, particularmente la que emprendió desde el mismísimo día de su registro como precandidato el panista Jorge Ramos, los del PRI documentaron una agresión de las huestes azules hacia su representante en el INE. Rápido, Don Tirso presentó denuncia pública y envió un comunicado responsabilizando a Vega de Lamadrid y a los dirigentes del PAN en el Estado y en Tijuana, de cualquier agresión que puedan sufrir los tricolores. Aprovechó para pedir al mandatario que saque sus azules manos del proceso electoral que culminará con la elección el 7 de junio, de ocho diputados federales en Baja California. La campaña que viene se ve, ya, como una de denuncias y señalamientos. En el PRI, con todo y el antecedente de Chris López como diputado federal votando a favor de la reforma fiscal que tanto ha castigado a los bajacalifornianos no solo con el aumento al 16 por ciento del IVA, creen que pueden retener alguno de los siete distritos electorales federales que ganaron en 2012. Es evidente, Tirso Liévano ha centrado su estrategia en documentar los excesos de los panistas en las precampañas, las campañas anticipadas, y en denunciar a la sociedad las acciones del Gobierno del Estado que favorezcan a los panistas o a los candidatos de ese partido. Tener dirigentes de partidos aguerridos es buen síntoma de democracia. Habla, por ejemplo, de que no existe una componenda ni un pacto entre institutos políticos para beneficiarse mutuamente y perjudicar al ciudadano. Que difieran en opiniones y que lo hagan saber a los gobernados. Habla de la diferencia ideológica que debe prevalecer entre diferentes partidos, de otra manera deberían constituir uno solo y sanseacabó. Ahora lo que necesita el PRI es seguir a su dirigente municipal y encabezar las causas sociales que antes procuraron, y que por estar negociando desde la oposición en Baja California las migajas del gobierno, dejaron de encabezar. Sentar el precedente de las diferencias políticas entre un partido de oposición al Gobierno del Estado en este caso, es el inicio de una campaña de supervisión sobre las acciones en la administración pública, y el señalamiento de los errores y excesos. Diferenciarse del partido de enfrente es necesario para dar a la sociedad electora elementos para votar por uno o por otro. Lo aguerrido que ha resultado Tirso Liévano contrasta con la figura opaca de los dirigentes del Partido Acción Nacional. Tanto José Luis Ovando como Felipe Luévano se ven sometidos por el Gobierno del Estado. Superados por su candidato al Distrito 04, Jorge Ramos, y entrampados en los compromisos con los grupos políticos panistas que viven de la nómina estatal. No tienen, pues, ni independencia, ni presencia, ni voz. Mientras el dirigente del PRI en Tijuana -y a veces la presidenta del Comité Estatal- ha iniciado una campaña de señalamientos hacia las acciones panistas, ni Ovando ni Luévano le han dado personalidad al año electoral en su partido. No se trata de enfrentarlos, pero vaya, mientras el gobernador es del PAN, hay tres alcaldes que son del PRI, y los panistas no están ni observando, ni supervisando ni señalando por andar negociando sus candidaturas por puestos, cargos, nóminas y padrones inflados. Decir que el PRI lleva las de ganar sería muy arriesgado no solo por Chris López, sino porque la política de Enrique Peña Nieto no termina de asentarse, y en el recuento, son más los daños que los beneficios. Pero decir que por ello el PAN tiene aseguradas varias curules en la próxima Legislatura federal, tampoco es digerible. Realmente en Acción Nacional no están respaldando a la sociedad, por estar ocupados en administrar la abundancia que les da el poder estatal. Ojalá que en las siguientes semanas, los dirigentes azules se sumen al debate de la política gubernamental en el que los está metiendo el dirigente priista de Tijuana, y los bajacalifornianos podamos presenciar una justa de partidos como hace mucho no se veía. Ya basta de pactos, complicidades y negociaciones que solo perjudican al ciudadano y benefician a unos cuantos políticos. ¿No?

Estamos mal

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“Estamos mal pero vamos bien”, frase que en los noventas pronunció el controvertido expresidente argentino Carlos Menem parece resumir el contenido de los discursos relacionados con la política económica del gobierno mexicano encabezado por el licenciado Enrique Peña Nieto. A finales del año 2014, los mexicanos, particularmente los norteños y entre ellos los bajacalifornianos, encararon una pesadilla, la economía -por naturaleza geográfica-  binacional debía enfrentarse al incremento del dólar frente al peso. En las casas de cambio en Tijuana pasó de 13.80 a casi a los 15 pesos por dólar, después medio se estabilizó en los 14.25, y en los bancos a 15.05 por dólar. El futuro, al menos en México, no pinta mejor. Ahora, los especialistas declaran desde el centro del país que, tras el recorte presupuestal del gobierno federal y después que -a mediados del 2015- suban las tasas en Estados Unidos, se podría generar mayor volatilidad, de tal suerte que el dólar puede llegar a los 15.80 o 16 pesos.  De por sí, el que pasó no fue un buen año para Baja California. El gobierno federal del licenciado Peña y sus compinches prometió durante todo el 2014 la entrega de millones de pesos en recursos (procedentes de los impuestos que genera el estado, nada regalado, vaya), pero esos dineros llegaron hasta octubre y diciembre, así que ni obras ni grandes apoyos  durante 10 meses, y la economía bajacaliforniana estancada. Luego la reforma hacendaria y los controles con los que según el gobierno pretende, sin éxito, bloquear el movimiento del dinero de los miembros del crimen organizado, y el panorama se oscurece más. Al final, durante todo el 2014, en la práctica los constructores no construyeron, los vendedores de casas no vendieron nada, los de autos tampoco, y la lista de sectores afectados se hizo eterna, mientras los mexicanos con un peso aún en la bolsa prefirieron dejarlo ahí, bien guardado ante una economía inmóvil.    Con incrementos de sueldos irrisorios (porque la economía esta contraída) y el aumento descontrolado de precios, incluidos en productos de la canasta básica, el ciudadano común simplemente no sabe cuánto necesitará para sobrevivir la siguiente semana. Y ante la incertidumbre también deja de gastar en todo lo que no sea indispensable, adjetivo que por cierto cada vez se vuelve más extenso. Así toda posible inversión, pequeña o grande, se cancela. De poco o nada sirvieron en 2014 las reformas estructurales aprobadas y repetidas como si se tratara de un trastorno obsesivo-compulsivo del Presidente Enrique Peña y cada uno de sus funcionarios. Ante el escenario actual todo indica que ninguno de estos proyectos financieros será de mucha utilidad en el 2015. Para empezar, porque mientras el Presidente había prometido que con las reformas aprobadas el crecimiento de la economía de México sería del 6 por ciento anual, el crecimiento estimado por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, para este 2015 fue apenas del 3.2 por ciento. El mismo que hizo para 2014 y el cual en la realidad fue de apenas 2 por ciento. Sin embargo, en enero de 2015 los “hacedores” del gobierno federal siguieron vendiendo el discurso de la salvación a través de las reformas transformadoras, particularmente la referente al sector energético. De hecho, la última semana de enero, las notas promovidas en los canales de televisión y medios impresos se refirieron a las grandes inversiones que harían Petróleos Mexicanos y la Compañía de Luz y Fuerza. Para el viernes 30 de enero el panorama cambió, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, lo dejó bien claro: esos sectores que se han anunciado como los que rescatarán la economía mexicana, tendrían los principales recortes. La razón, el precio del petróleo se fue a pique -60 por ciento menos en los últimos 6 meses-y las ganancias que la administración peñista tenía programado tener para 2015, serán realmente entre 40 y 30 por ciento menores, acorde a los precios actuales. Y, para colmo, el seguro que había comprado el gobierno federal, por si bajaban los precios del petróleo, no sirvió porque según las condiciones la aseguradora cubría la pérdida siempre y cuando  el precio del crudo no fuera mayor de 70 o menor de 60 dólares por barril; desde diciembre el costo del barril de crudo está entre los 40 y 50 dólares. En ese contexto, Videgaray anunció el Ajuste Preventivo del Gasto Público para 2015, se dejarán de invertir 124 mil 300 millones  de pesos que se tenían programados: 62 mil millones en PEMEX, 10 mil millones en la CFE, también se verá afectado el Programa de Desarrollo de Zonas Prioritarias, el de pensiones para adultos mayores y la entrega de televisiones digitales. También tendrán afectaciones serias los presupuestos de la Secretaría de Educación, la de Comunicaciones y Transportes (obras), CONAGUA y el ISSSTE, entre otros. Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, lo dijo sin tapujos: La baja de los precios del petróleo permanecerá años no meses, y los efectos continuarán de 2015 hasta 2016. Entonces, si continuamos sin estabilidad, con limitadísima inversión, restringido financiamiento y sin crecimiento, si el número de pobres sigue aumentando en el país, mientras la supuesta mejoría no llega a la mesa de todos los mexicanos y, aun así, el Presidente Peña y su secretario de Hacienda Videgaray insisten en que seguimos en el camino, entonces, definitivamente estaremos mal y no nos irá nada bien.

La impunidad en Tamaulipas

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Durante la última semana, huestes de sicarios del cártel del Golfo se han enfrentado a células criminales de Los Zetas. Iniciaron una racha de asesinatos y balaceras en calles y avenidas de aquel estado, incrementando el nivel de violencia e inseguridad para los ciudadanos, en Matamoros y Nuevo Laredo. En el colmo de la impunidad, han tomado puentes, calles, sitiado las ciudades e incluso lanzado un ataque con granada al Palacio Municipal en Matamoros. Los muertos –según testigos y sobrevivientes– quedan tirados para ser recolectados por el Estado o los propios cárteles. De la cruenta situación que viven los tamaulipecos poco se sabe en el resto del País. Los medios del Distrito Federal –que poco tienen de nacionales–, con honrosas excepciones en la radio y la red, no han dado al caso de la violencia en Tamaulipas la dimensión que merece. Así se vive en aquella entidad, un estado de emergencia que la presidencia de la República ha ignorado por el momento. El gobierno de los Estados Unidos, a través de su Consulado General en Matamoros, alertó a sus ciudadanos de no viajar o transitar por las calles de Tamaulipas, cesó sus labores, y conminó a sus trabajadores a no salir mientras perduren las condiciones de violencia. El jueves 5 de febrero, un grupo criminal integrado por tres hombres armados, llegó a las instalaciones del periódico El Mañana en Matamoros, entró a la redacción y sacó al director editorial de esa publicación, Enrique Juárez Torres. Se lo llevaron por la fuerza. Lo subieron a una unidad y en el “paseo” lo golpearon. En la cabeza, en el vientre, al tiempo que le lanzaban amenazas de “quebrarlo” (matarlo) y otras palabras altisonantes. Lo culpaban a él de las notas periodísticas publicadas en las ediciones de El Mañana, describiendo la violencia acontecida los últimos días. Las balaceras, los muertos, los enfrentamientos, la toma de puentes. Después de golpearlo físicamente y amedrentarlo sicológica y verbalmente, a Juárez Torres lo liberaron en las inmediaciones del periódico en Matamoros. El periodista, apoyado por la familia propietaria del Diario que circula en todo el Estado, se fue de México. Se dice que cruzó la frontera hacia los Estados Unidos para resguardar su integridad física. Organizaciones de Protección y Defensa de los periodistas están en comunicaciones con Juárez para ofrecerle apoyo y un lugar donde estar seguro. Pero el caso de Juárez, el apoyo que el periodista recibe fuera de México, es la excepción para los cientos de miles de tamaulipecos que hoy día temen por su vida al estar inmersos en una guerra de cárteles por la plaza fronteriza para el tráfico de drogas. Tanto Los Zetas como el Cártel del Golfo son organizaciones que según las autoridades federales, en este sexenio de Enrique Peña y en el sexenio pasado de Felipe Calderón, “fueron desmanteladas”. Los gobiernos consideran que una vez aprehendidos o abatidos los líderes de los cárteles, las organizaciones criminales dejarán de existir. Luego de la captura de Osiel Cárdenas Guillén, líder del cártel del Golfo y de hecho creador de Los Zetas a quienes instauró para ser “su brazo armado”, en 2003 y su posterior extradición en 2005, los herederos de su imperio criminal y Los Zetas se separaron. Así nació otro cártel salido de un cártel. En 2012, en octubre, fuerzas federales abatieron al líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano. La organización criminal quedó en manos de varios zetas se supone con rango criminal. La realidad es que ni en 2003 con la aprehensión de Osiel Cárdenas, ni en 2012 con la ejecución de Heriberto Lazcano, el Cártel del Golfo o Los Zetas fueron organizaciones criminales desmanteladas. Cuando el gobierno de la República centra su estrategia de combate al narcotráfico y el crimen organizado únicamente en la captura de los líderes de cárteles, se genera más violencia. Pues las huestes de los criminales aprehendidos iniciarán una guerra contra aquellos que pretenderán el mismo poder, o contra quienes ocupan por acuerdos pasados, los territorios dominados. Mientras el gobierno de la República a partir de la PGR, la SEIDO, la CNS, entre otras instituciones facultadas y obligadas a perseguir el crimen organizado y el narcotráfico, no hagan una real labor de investigación para desmantelar no solo la estructura del recurso humano de los cárteles, sino desmantelar el recurso económico y físico a partir del aseguramiento de cuentas bancarias, negocios ilícitos, de lavado de dinero, de bienes y casas de seguridad, los criminales seguirán peleando en balaceras y enfrentamientos con una estela de muerte, las estructuras criminales. En México, debido a una débil y fracasada estrategia para combatir el crimen organizado, y debido en gran parte a la corrupción y a la colusión del Estado con los criminales, lo que priva es la impunidad. Y ese escenario se llena de plomo y de sangre, vulnera a la sociedad, a los ciudadanos, que como el periodista agredido y atentado en su libertad de expresión, no tienen apoyo para salir de México. El presidente Enrique Peña Nieto no debería ignorar lo que sucede en Tamaulipas. Debería enfrentarlo y actuar en consecuencia. Pero es evidente, por la racha de violencia, que no lo está haciendo. 

Investigue a sus candidatos

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Doña Olga García Rodríguez se mantiene de la venta de dulces y, desde hace algunos años, de lunes a viernes por convicción, da de desayunar a más de 90 niños sin recursos de la Zona Este de Tijuana. Graciela Rascón lleva muchos años contra viento y marea intentado sostener una escuela para enseñar hablar a niños sordos. Rebeca Ruiz e Iván Rodríguez usan las redes sociales para conseguir apoyos y llevar comida los domingos a la gente del bordo en Tijuana. Sin otro interés que el de ayudar, Guillermo Navarrete lleva cada fin de semana comida y cobijas a los migrantes que esperan la posibilidad de cruzar por la línea fronteriza en la zona de Playas de Tijuana. Estos son solo algunos casos de las decenas de personajes con verdadero espíritu de servicio que ZETA y muchos bajacalifornianos conocen en la ciudad de Tijuana, pero hay muchos más en el resto de Baja California. Sin embargo, ninguno de ellos, o mínimamente parecido a ellos, han sido llamados o buscados por los partidos políticos para integrarse como aspirantes a un puesto de elección popular en el proceso que se votará el próximo 7 de junio. Porque en términos reales, la preselección de suspirantes a diputados y gobernadores de los partidos ha puesto en evidencia que lo que menos importa a futuros legisladores y mandatarios, es el arraigo social y su interés por la comunidad a la que pretenden representar. Previo a la selección de precandidatos, los líderes nacionales de los partidos -con mayor representación en el país-  presumieron que tenían mucho de donde escoger, que les sobraban candidatos dijeron una vez y otra, el priista César Camacho, el perredista Carlos Navarrete y el panista Gustavo Madero, quien en el colmo del cinismo, en el manoseado proceso de selección, terminó auto favorecido con la candidatura a una diputación plurinominal. Total que para no variar, los partidos de nuevo se quedaron en puras promesas con eso de presentar a los mejores hombres y las mejores mujeres. La preselección de suspirantes fue de nuevo una repartición entre sectores, sindicatos, confederaciones y por supuesto, las asignaciones de cuotas en medio de la onda grupera, la vieja entrega de hueso a representantes de esos equipitos de políticos que se dedican a controlar los partidos, según su conveniencia económica. Por ejemplo en el PRI de Baja California, al repartir los distritos, dos le tocaron a los servidores de Jorge Astiazarán, otros dos a la gente de Fernando Castro Trenti, dos distritos para sus comparsas del Partido Verde Ecologista de México, y el resto para los sindicatos,  sectores y confederaciones con cientos de votos manipulables. Todos candidatos que van a cuidar sus intereses y garantizar su representación en la toma de decisiones. Como reclamaron algunos priistas inconformes con el proceso interno en Cuernavaca, Morelos, “no queremos partidos de juniors”, pero también de eso hubo en la preselección de Baja California. Ahí está el joven hijo de Eligio Valencia Roque, quien funciona como dueño de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), quien despojó a los trabajadores de la cooperativa de El Mexicano, el periódico que fundaron, y quien evade impuestos y afecta a sus empleados cambiando el  nombre de sus empresas. El joven -de aspecto simpático por cierto- era un absoluto desconocido hasta antes de marzo de 2014, cuando las negociaciones entre su padre y el alcalde de Rosarito lo llevaron a la coordinación de delegaciones de ese municipio. Y continuó sin hacer nada significativo a pesar que le consiguieron -sin mérito alguno- la oportunidad de ser regidor suplente de mayo a octubre de 2014. Y ahora quieren que sea diputado. Luego el PRD, que en sus designaciones sigue convertido en la recicladora del resto de los partidos, está Víctor Hugo Navarro Gutiérrez, ex diputado local del PVEM (2010-2013), quien intentó crear un nuevo partido en 2014; las antes priistas Patricia Lucero Bolio y Alma Lorena López Lerma, dirigente femenil de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) en Mexicali; y el ex panista Irving Emmanuel Huicochea Ovelis. Ya metidos en el tema del reciclaje, no hace falta más que echarle una mirada a la lista de candidatos panista para ver que los albiazules tienen la esperanza puesta en la mala memoria de los bajacalifornianos, por ejemplo, que no se recuerden los dudosos manejos que hizo la señora Mirna Rincón de los fondos del Seguro Popular el sexenio pasado, o la incapacidad  recientemente evidenciada por Rosario Rodríguez como secretaria de Educación en el Estado. Entonces, si los partidos seleccionarán en la mayoría de los casos por dedazo de los patronos de los partidos, y las listas de precandidatos muestran que no le están echando ganas en la designación de aspirantes, significa de nuevo que el trabajo más duro será para los votantes, que parecen orillados a elegir al menos peor, en lugar de tener la oportunidad de seleccionar al mejor. Así, que señores, señoras, toca desde ya ponerles el ojo encima a esos que pretenden convertirse en legisladores, revisen quiénes van por sus distritos, búsquenle si tienen algún merecimiento o todo lo que sabe es vivir del erario. Escúlquenles el currículum, investiguen sus antecedentes, revisen el internet, la prensa, pregunten a sus amigos y conocidos. Si sabe algo, Lector, compártalo, hágase escuchar por los partidos. Porque ante un panorama tan poco alentador, lo mínimo que podemos hacer los ciudadanos, es tratar de informarnos.

La intimidación del ex

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El día que sin poder político ni cargo público, Carlos Bustamante Anchondo se presentó a declarar en calidad de investigado por presuntos actos de abuso de poder y peculado a la Sindicatura Procuradora del Ayuntamiento de Tijuana, se le vio severamente molesto. Fue el 26 de enero a las 12:00 pm. El alcalde Jorge Astiazarán Orcí le concedió la cortesía de utilizar el elevador privado del presidente municipal para evitarle entrar por la puerta de los ciudadanos y subir los tres pisos de escaleras para llegar a la Sindicatura. Con su camioneta blindada manejada por un chofer, Bustamante entró por el sótano. De ahí al elevador, caminó los pasillos que conectan la Alcaldía con la Secretaría del Ayuntamiento hasta llegar y entrar por la puerta trasera de Sindicatura. Aquella que en un berrinche político, les clausuraron. De ahí fue llevado a un cubículo donde lo atendió una persona para tomarle la declaración que en el expediente 004/2015 se le sigue por incumplir la Ley de Responsabilidad para Servidores Públicos, que decreta que la administración no podrá establecer convenios, contratos, compras, relaciones comerciales y demás, con miembros de la familia de los funcionarios encargados de la administración pública, hasta en cuarto grado. Acción en la que él cayó al votar en una sesión de Cabildo, los últimos días de su trienio, para que la empresa de la que fue propietario y que trasladó a su hijo, PUBLICYR, S.A. de C.V., fuera beneficiada con concesiones para la instalación de espectaculares en Tijuana. En la investigación se determinó que de parte del ex alcalde “…pudo haber inobservancia de los principios de honradez, imparcialidad y lealtad, pues atendiendo el principio de honradez, implica el obrar con respeto a las normas que se consideran adecuadas, lo que en el caso evidentemente no ocurrió, pues el presunto responsable no se abstuvo de votar ese punto de acuerdo, en razón de tener interés personal y directo en la concesión otorgada a la empresa PUBLICYR, S.A. de C.V., tanto por ser accionista y garante hipotecario de la moral en mención, como por tener parentesco consanguíneo directo con el ciudadano Carlos Alfonso Bustamante Aubanel, obligación que le impone el reglamento interno de Cabildo… y la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos”. La investigación de Sindicatura, armada con puntillosa legalidad, podría resultar no solo en la inhabilitación de Carlos Bustamante, sino en la presentación de una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado por peculado. No era gratis, pues, que el ex llegara enojado. Lo que más le molestó -fue evidente por sus declaraciones posteriores y sus acciones- fue que tanto la investigación de Sindicatura como aquella por un desfalco en su administración por 168 millones de pesos, se hayan hecho públicas en las dos últimas ediciones de ZETA. Por eso, cuando llegó acompañado de su abogado, Obed Silva -también investigado en el caso del desfalco en su calidad de secretario del Ayuntamiento que fue-, este último amenazó sin decir nombres, pero directo a los reporteros, que ya había presentado una denuncia ante Sindicatura para dar con los responsables de la “filtración” a este Semanario, y que además había presentado una denuncia ante la Procuraduría por los mismos motivos. Al salir de rendir su declaración -la que suponen presentó por escrito-, cuando le preguntaron qué había dicho o cuáles pruebas había presentado, el ex presidente municipal de Tijuana reviró: “¿Quieren saber qué me preguntaron? Como es costumbre de ellos, el viernes léanlo en ZETA”, al tiempo que Silva intimidaba a los empleados de Arturo Ledesma Romo, el síndico, con la denuncia para dar con “los filtradores”. Las intimidaciones de Bustamante por conducto de su abogado no detuvieron el trabajo de los de Sindicatura. Acaso los alentó a hacer la talacha jurídica con más ahínco para evitar recursos del abogado que puedan librar a su patrón de hechos que se presumen inminentes. Una inhabilitación por lo menos. Es difícil, dijo uno de ellos a ZETA, que se pueda comprobar que no violó la Ley de Servidores Públicos cuando se auto otorgó, o le otorgó a su hijo, una concesión mientras él era alcalde. Eso es comprobable. La información a la que este Semanario tuvo y tiene acceso en el Ayuntamiento de Tijuana o en otros gobiernos y poderes del Estado Mexicano, es producto de investigaciones periodísticas e informaciones de contactos que los periodistas de ZETA han establecido en los años de ejercer la libertad de expresión. Los documentos que acreditan una investigación sobre un ex funcionario público son accesibles en aras de abonarle al periodismo de investigación, la transparencia y precisión con la que se deben conducir quienes sirven a la sociedad de un cargo público, y la exhibición de actos de abuso de poder y corrupción. En casi 35 años de fundación -el 11 de abril los cumpliremos gracias al apoyo de nuestros lectores-, ZETA ha evidenciado a narcotraficantes, políticos corruptos, represivos y abusivos, siempre con documentos, testimoniales, imágenes, declaraciones y otras pruebas confirmativas de los hechos cometidos. El caso de Bustamante no es la excepción para los periodistas que han trabajado en esas investigaciones. Y, como los empleados de Sindicatura, quienes trabajamos en ZETA para que Usted, Lector, tenga la información de lo que realmente sucede y lo que políticos y ex funcionarios quieren ocultar, seguiremos trabajando e investigando. Con todo y amenazas e intimidaciones.