El Hombre Doliente, es una de las reflexiones del neurólogo psiquiatra Viktor E. Frankl, organizador de lo que hoy se llama Logoterapia o terapia centrada en el sentido de la vida. Una de sus obras más conocidas es esa: El hombre en busca de sentido.
Los imperialismos se confrontan visiblemente con el Reino de Dios, cuando en la oscuridad brilla la personalidad de personas como la Madre Teresa o Karol Wojtyla; si al interior y exterior de la Iglesia actual, hombres de Dios como el Papa Francisco, son como sal de la tierra, luz del mundo.
Ni los médicos, ni los periodistas, ni los abogados, perciben en ocasiones el sentido de su profesión u oficio; los pensadores alemanes o los historiadores le suelen llamar el sit in leaben, o el contexto de las cosas u circunstancias de lo que sucede.
Encabeza la expedición el zacatecano de Pánuco, gobernador de Nuevo México Juan de Oñate, y el sacerdote Fr. Francisco de Escobar; les acompañan treinta soldados jóvenes y tres frailes. Última expedición del militar, y un aparente “fracaso”. Un 25 de enero de 1605, entre las aguas del Colorado y el Mar de Cortés, tomarán “posesión” en nombre de su majestad el Rey.
Juan Pablo II fue el Pontífice que acuñó la frase Cultura de la Muerte. Y el primero en emplear la palabra mafia en una homilía en 1993 en la cuna de la Cosa Nostra, la mafia italiana.
En 2010, el periodista alemán Peter Seewald tuvo la oportunidad de conversar con el actual Papa Benedicto XVI, publicando de aquel encuentro: Luz del Mundo; el papa, la Iglesia y los signos de los tiempos.
Pocos días antes de presentar su examen de licenciatura en filosofía en Roma, un amigo fue a parar al hospital ocho días; recuperado, debió “defender” su tesis.
Hace algunos años falleció en Mexicali uno de los más grandes pensadores y escritores mexicanos; recién recibió el reconocimiento Príncipe de Asturias de lo mejor de México a las letras mundiales: Daniel Sada
Parafraseando al Presidente López Obrador, el poeta católico Javier Sicilia fue censurado en La Jornada Semanal “de un plumazo”. Veinte años colaborando en el suplemento del diario capitalino se esfumaron por la censura e intolerancia a la libertad de pensamiento y expresión.