Vaya película que dirigió Marcel Barrena sobre la historia verídica de Manolo Vital, el conductor del autobús número 47, residente de Torre Baró, un barrio en la parte alta de Barcelona donde la clase trabajadora de los años 70 se veía obligada a vivir sin servicios públicos ni urbanización, con el mínimo reconocimiento del gobierno local, motivos detrás de una lucha vecinal que culminó en un acto de disidencia pacífica.
Los residentes podrían haber encontrado otras alternativas de vivienda. De hecho algunos lo procuraron, pero la idea de abandonar las casas que habían construido con sus propias manos mantuvo a la mayoría de pie.
Publicidad
La genialidad de Barrena, con el guion que coescribió con Alberto Marini, viene no sólo en un prólogo que refiere al arraigo, sino en un clímax cuando Vital demuestra lo que el Ayuntamiento negaba: que un autobús, como el 47, podía subir a Torre Baró y brindar transporte público a la colonia olvidada por las autoridades.
Sin duda el gesto de rebeldía de este chofer fue el catalizador para el cambio hacia una Barcelona moderna e inclusiva, como la familia misma de don Manolo, el español que aprendió catalán por amor a la mujer con quien se casó y procrear una hija.
Publicidad
Eduard Fernández y Clara Segura son los dos grandes actores responsables de llevar a cuestas esta travesía cinematográfica reconocida con el Goya a Mejor Película este año. Fernández fue distinguido como el premio al Mejor Actor en dicha ceremonia, aunque por su estupendo trabajo en “Marco”, otro filme sumamente recomendable.
Sin embargo, “El 47” está en otro nivel, construyendo personajes desde la dura vida cotidiana de una ciudad en un proceso complejo de desarrollo, con esa cercanía emotiva que solía lograr el realismo francés y su secuela, el neorrealismo italiano. Qué obra de arte. No se diga más. ****
Publicidad
Punto final.- Qué buen momento está teniendo el cine español.
