“En la clase burguesa es imposible encontrar una minúscula partícula de humanismo”.
-Federico Engels. La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra (1845, p. 372).
Aunque las novatadas, crueles y sádicas, con mucha frecuencia son llevadas a cabo en los cuarteles de la soldadesca y les son aplicadas a los militares novicios, la reciente desaparición de los jóvenes reclutas, acontecida el pasado 20 de febrero, en el mar de Ensenada, Baja California, tiene el espantoso tufo de ser mucho más que una sádica “novatada”.
Somos de la opinión de que la “desaparición” en el mar de los siete quintos, con todo y uniforme (incluso con las botas puestas), tiene toda la impronta de haber sido la consecuencia mortal de un adiestramiento kaibil. De un “ejercicio de resistencia” a la que son sometidos los referidos militares novicios.
El “adiestramiento Kaibil” no es más que el entrenamiento a la que todos los regímenes burgueses someten a sus fuerzas armadas con la finalidad de tener una soldadesca empedernida. Imbatible y feroz. Peligrosísimos “saltos mortales” en los que a muchos juanes se les arrebata la vida.
Los militares kaibiles cara pintada de Guatemala y los “escuadrones de la muerte” de El Salvador, hoy fortalecidos con Nayib Bukele en el poder, el sobresaliente alumno del hitleriano, Roberto d’Aubuisson, son la hercúlea elite de la soldadesca de esos países. Salvajes y sanguinarios.
Tal “élite” está integrada por reclutas que lograron aprobar el macabro “adiestramiento”. Pelotones de desalmados utilizada por los dictadores burgueses para reprimir huelgas obreras, manifestaciones populares y para asesinar activistas patriotas y revolucionarios.
No es la primera vez que el Estado Mayor kaibil mexicano perpetra esta barbarie contra los soldados rasos.
Los residentes de Baja California todavía han de recordar un horroroso crimen semejante, cometido décadas atrás, cuando un destacamento de juanes fue llevado en helicópteros a la Laguna Salada y abandonados en medio del desierto en la temporada del más intenso calor. Con escasa agua y comida.
Casi todos murieron deshidratados en el infernal desierto mexicalense. Sólo uno sobrevivió.
Los cadáveres fueron encontrados, días después, semidesnudos y regados por varios puntos del desierto, mordisqueados por ratas y picoteados por zopilotes.
La totalidad de los susodichos quintos desconocían completamente el territorio. No eran de Baja California. Como hoy es el caso de los “desaparecidos” en el mar de Ensenada.
Esta clase de crímenes son cometidos a menudo por la antropófaga alta oficialidad militar. Quedando estos crímenes ocultos. Sin que se castigue a los responsables. La prensa burguesa y vendida solícita tapa todo.
Solamente cuando las mencionadas bestialidades se denuncian amplia y resonantemente, cuando se hace escándalo público, salen a la palestra los altos jefes. ¿Y a qué salen? Sólo a manifestar que la barbarie perpetrada fue un “accidente esporádico”.
“Accidente” le llaman los sátrapas a lo que a todas luces han sido monstruosos asesinatos.
Ni el tirano López Obrador ni el gorila jefe nacional del ejército han dado la cara. Muestra de la tacita complicidad con la oficialidad kaibil que mandó a la tumba, a ahogarse en el mar picado de esos días, a los siete jóvenes reclutas.
Nosotros, los verdaderos marxista-leninista-stalinistas, consideramos a la soldadesca, independientemente de sus “raíces populares y democráticas”, un ejército burgués de ocupación, antipopular y antidemocrático. Reconstruido y fortalecido por el imperialismo, o sea, por el Pentágono norteamericano, para que proteja sus interese en su enclave. Y mantener sojuzgados a los esclavos asalariados.
Los comunistas no podemos cerrar los ojos y permanecer callados ante las injusticias y asesinatos que se cometen contra el soldado raso. Contra los hijos de la clase obrera en uniforme militar.
Jóvenes obreros y de la pequeña burguesía baja que se alistan en la milicia para tener un “un buen empleo” y no morirse de hambre y otros para “hacer carrera” y lo que consiguen es maltrato, celdas de castigo (calabozos) y muerte. Verbigracia los recién “desaparecidos” en Ensenada.
¿Serán castigados los “altos mandos” del ejército por el crimen cometido? Por supuesto que no. ¿Acaso han sido castigados los kaibiles que “desaparecieron” a los normalistas de Ayotzinapa?
Insistimos, las macabras “maniobras de resistencia”, organizadas por el siniestro Estado mayor kaibil, son con la intención de convertir a los reclutas en fieros e imbatibles leones para que defiendan al régimen opresor. Para que resguarden el enclave mexicano, para que éste siga siendo propiedad de los inversionistas-imperialistas extranjeros.
Sin embargo, seguros estamos que ni con miles de rugientes y feroces kaibiles podrán detener a un pueblo de 135 millones cuando se levante.
Para nosotros, la muerte de los siete reclutas no fue una “novatada”, ni un “accidente esporádico”… fue un asesinato perpetrado por el Estado burgués en general y por el Estado mayor kaibil que dirige el ejército “mexicano”.
Atentamente,
Javier Antuna
Correo: gloriaproletaria@gmail.com