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jueves, noviembre 21, 2024
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Las guerras justas

“La extensión misma del imperio ha engendrado guerras de peor clase: guerras de partidos, es decir, guerras civiles, que destrozan la humanidad de la manera más triste, tanto cuando rompen las hostilidades, para terminar de una vez, como cuando viven en el temor de una nueva insurrección”.

-San Agustín, La Ciudad de Dios XIX, 7.

¿Qué exigían los emperadores aztecas a las naciones sometidas? Víctimas para ofrecerlas al dios de la guerra,  Huitzilopochtli. Sacrificaban en cuatro días anualmente cerca de 100 mil personas; la sangre que corría por las calzadas de México-Tenochtitlán apestaba a los lejanos alrededores. Esa era la identidad mexica: ofrecer esclavos al Imperio del Sol o de la Luna.

Allá, el Imperio Persa tan extenso -como las persianas-. Y los mentirosos egipcios con la demagogia de existir a más de 100 mil años; cuando Adán y Eva no llegan a los 10 mil. Los griegos, los romanos, los teutones, los mongoles, los nipones, chinos, el sacro imperio Germano-Romano; el imperio británico; no, que el hispano, el ruso, los musulmanes. Y en la retórica comunista sólo dicen El Imperio, para referirse a la democracia norteamericana; y todas las locuras del Imperio Ruso-Soviético; mientras el “Presidente” Vladimir Putin celebraba la Navidad con el patriarca ortodoxo “Cristiano” Kyril (Cirilo), un misil mataba entre tantos a cinco infantes en Ucrania. No hay que olvidar que los patriarcados ortodoxos, Kiev y Turquía (el más antiguo), han desconocido la autoridad moral y religiosa del moscovita.

Los líderes comunistas cubanos con elocuencia y vehemencia referían la expresión: El Imperio. Tan criminales los nazis como los ingleses del apartheid y los soviéticos del Gulag. El primer santo mexicano, el franciscano mártir Felipe de Jesús Casas Ruíz, fue ejecutado por el emperador japonés Taicosama. Y el imperio comunista mantuvo 13 años injustamente (1975-1988) en las prisiones vietnamitas al santo Cardenal Francisco Xavier Nguyen Van Thuan.

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“Pero se han tomado medidas para que el Estado dominador imponga no sólo su yugo, sino también su propia lengua a las naciones sometidas, mediante tratados de paz, de manera que no falten, es más, haya abundancia de intérpretes. Sí, es cierto. Pero todo esto ¿se ha conseguido? ¿A precio de cuántas y cuán enormes guerras, de cuán descomunales catástrofes humanas, de cuánta sangre derramada? Y cuando todo esto ha pasado ya, todavía no ha terminado la desdicha de esas mismas calamidades”. Esto escribía San Agustín en la Ciudad de Dios, (XIX, 7) ya en el siglo IV.

El Papa polaco Karol Wojtyla, fue víctima del imperialismo soviético no sólo desde que invadieron su patria Polonia en 1939. Siendo Pontífice en 1981, fue baleado por el turco Ali Ajca, quien fue perdonado en la misma prisión.

Y acá en América los nazistasde la Contra Revolucionaria, guiados por Roberto D’Aubison, asesinaron cuando celebraba misa al Arzobispo de El Salvador: San Óscar Arnulfo Romero en 1980. Y en 1988, asesinaron a los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA).

¿Estaremos siendo testigos de algo inédito, los narcoimperios? Los terroristas africanos, musulmanes, y en general muchos grupos subversivos trafican armas y drogas para mantener sus guerras. ¿Justas?

“¡Como si no debiera deplorar -si recuerda que es hombre- mucho más el hecho de tener que reconocer la existencia misma de guerras justas! Porque de no ser justas nunca debería emprenderlas, y, por tanto, para el hombre sabio no existiría guerra alguna. Es la injusticia del enemigo la que obliga al hombre formado en la sabiduría a declarar las guerras justas”.  (San Agustín,  La Ciudad de Dios, XIX, 7).

Democráticamente, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México-Tenochtitlan decidió no prolongar el trabajo de Ernestina Godoy. La democracia no se construye de la noche a la mañana, votar es sólo una de las actividades ciudadanas en la democracia. El Instituto Nacional Electoral (INE) y las instituciones requieren de la participación ciudadana.

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.


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