La fiscal María Elena Andrade Ramírez ha dejado claro que el nombramiento de una mujer en los altos puestos de poder no garantiza que su género vaya a ser beneficiado o considerado en los espacios donde se toman las decisiones. El martes 10 de octubre, la flamante fiscal sacudió a la FGE al realizar cambios en prácticamente los puestos de mando de la institución. Cambió la titularidad de todas las fiscalías regionales del Estado, y, además, confirmó puestos importantes dentro de la operación de procuración de justicia de Baja California. Pero lo que más llamó la atención, es que en ninguna posición en los altos mandos designó mujeres. Y no es un tema de cuestionar la capacidad de los recién nombrados, pero es imposible no considerar que la primera directora de la Policía Municipal de Mexicali, una de las primeras subprocuradoras, una funcionaria que se encargó de promover el proyecto Fuerza Rosa y de hecho la primera fiscal del Estado, no considerara a nadie de su género para encabezar las fiscalías regionales. Los nuevos nombramientos de Andrade Ramírez fueron para cuatro hombres: Rafael Cervantes Sánchez como fiscal de Mexicali; Rubén Alfredo Maximiliano Ramos Jiménez, fiscal de Tijuana; Gracielo Cebreros Millán, fiscal de Ensenada; Arturo Mandujano Quezada, Playas de Rosarito; y Genaro Adrián Guzmán García, fiscal de Tecate. El equipo fue complementado por el coordinador de Gabinete de la FGE, Juan Carlos Buenrostro Molina; el fiscal central Rafael Orozco Vargas; y José Antonio Lozano Blancas, encargado de Visitaduría de la FGE. La fiscal estatal no sólo no consideró a una mujer para nombrarla al frente de una alta encomienda, sino que removió a quienes ya tenían posiciones de relevancia, como a Hortensia Noriega, titular en Mexicali. Ante esta inclinación por mandos masculinos, se preguntan si Adriana Lizárraga seguirá al frente de la Fiscalía de Género. Sí que sería el colmo…