Lo que debería ser un ejercicio de rendición de cuentas e incluso de cuestionamientos parlamentarios, se ha vuelto un vulgar acto de promoción personalizada. Durante 12 días, la Ley permite a gobernantes hablar sobre su ejercicio… pero todo se trata de ellos
La presidenta municipal de Playas de Rosarito ingresa al recinto donde ofrecerá su informe de labores con un traje típico y caminando en un pasillo que asemeja a los de la lucha libre en la Arena Coliseo de la Ciudad de México. Saluda, abraza y besa a quienes tienen la fortuna de estar del otro lado de la barrera.
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A paso lento, casi bostezante, Aracely Brown Figueredo abre pista en “su día” con la Marcha Imperial de fondo, melodía que hiciera célebre la saga fílmica “Star Wars” de George Lucas y que hace referencia al Imperio que, dicho sea de paso, es una figura basada en el Ejército Nazi.
Más allá del espectáculo, a Brown poco parece importar el resto de lo que sucede en ese momento, incluido el hecho de que está ahí para rendir cuentas.
Días atrás, la alcaldesa mexicalense Norma Alicia Bustamante Martínez volvió su ejercicio de rendición de cuentas un espectáculo de declamación, dedicándose a agradecer a los integrantes de su gobierno y a ofrecer versos sacados del corazón, pero no de la razón.
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Y así, cada año, el informe de los ediles -también el del Poder Ejecutivo- se vuelve un ejercicio prosaico, de demostrar ingenio o presunción por encima de su verdadero origen: la rendición de cuentas.
No hay acto más priista que simular transparencia, rendición de cuentas y utilizar ambas herramientas para la promoción personalizada; ellos lo inventaron y Morena decide mantener y mejorar la línea.
Los cinco ayuntamientos y los dos concejos fundacionales que conforman los gobiernos de Baja California tienen el objetivo de jugar con los números, enaltecer sus acciones con la retórica y recibir un baño de aplausos de sus colaboradores, correligionarios e invitados; nadie cuestiona, nadie se arriesga, todos buscan espacios cómodos.
La presidenta municipal de Mexicali no brindó ni un solo dato en su discurso que se pudiera analizar; se limitó a presumir algunas reducciones en torno al robo con violencia y homicidios, presumiendo que la Capital salió de los 50 municipios más violentos, pero no hace propia la fosa encontrada en la colonia Miguel Alemán con más de 20 cadáveres, aunado a las desapariciones de jóvenes en centros nocturnos, por mencionar algunos de los malos vicios.
El presidente municipal de Ensenada, Armando Ayala Robles, presumirá -sin duda- las acciones de gobierno y la reducción de la violencia, pero no las constantes salidas de su municipio para hacer campaña política en busca del Senado; tampoco informará que a la fecha no ha entregado el eje de seguridad en el Plan Municipal de Desarrollo, lo que evidentemente se resiente en las acciones de gobierno.
Por lo que respecta a Montserrat Caballero Ramírez y Darío Benítez Ruiz en los municipios de Tijuana y Tecate, así como los dos concejos fundacionales de San Quintín y San Felipe, en los siguientes días tendrán oportunidad de establecer y presentar una verdadera rendición de cuentas con aciertos, fallas, compromisos, deudas, y no hacer de su informe un vacío espectáculo mediático.
Los informes de labores de 2023 resultan llamativos para los alcaldes, ya que les representa la última exposición de su imagen previo al arranque del proceso electoral 2024, entendiendo que prácticamente todos tienen algún interés por continuar su carrera política para los próximos tres o seis años.
Como recordatorio, los informes de labores son facultad del Poder Legislativo o de los órganos de fiscalización y no del Ejecutivo, lo cual quiere decir que se ha tergiversado de tal forma que el máximo examen del año para un gobernante, se ha vuelto un día para el culto a la personalidad… y de fiesta para la alta clase política del Estado.
