La magia no sólo es sacar un conejo de un sombrero o partir a una persona en una caja. Aunque don Andrés Manuel López Obrador sí haya dividido a la sociedad mexicana, polarizando, además de ideas, emociones; pero esa es harina de otro costal. La magia tampoco se trata de hechizos y bebedizos, aunque pareciera que hay políticos que traen uno que otro “amarre”.
La palabra magia tiene su origen en el griego que, posteriormente, adoptó el latín, para, finalmente, incluirla en nuestro vocabulario. El Diccionario de la Lengua Española define a la magia de dos formas: “Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales”. Asimismo, la Real Academia Española, a través del citado diccionario, considera que la magia es el “Encanto, hechizo o atractivo de alguien o algo”.
Sin dudarlo, esto último es una cualidad que sí posee el Presidente López Obrador: una especie de “canto de sirenas” o “flauta mágica” (que muchos envidian). De tal suerte que, basándome en las encuestas (cuchareadas o no) que se manejan hoy, la pugna presidencial del año que entra será entre dos damas. Una de ellas, por supuesto, es la corcholata predilecta del actual Presidente y de su señora esposa.
Y no es que Andrés Manuel haya aparecido a su corcholata por arte de magia, sino que ha tenido el esmero de observar que su “delfín” (en este caso “delfina”) posea el nivel de docilidad que sólo a él le complace. Por lo que don Marcelo ya destapó la cloaca y el partido en el poder busca, por todas las maneras y golpes bajos posibles, taparla y hacer como que “aquí no pasa nada”. Así de efectiva es la varita mágica del Presidente.
Con esa misma liviandad, el señor López hubiera querido resolver el “problema” (léase: “competencia”) de Xóchitl Gálvez. Así, desde junio pasado, el panorama se le ha complicado al expresidente legítimo de México. Pues a pesar de las voces que señalan que doña Xóchitl es un globo que se desinflará, la realidad es que doña Beatriz Paredes y la “señora X” son mejores perfiles que la corcholata presidencial. Aunado a ello, AMLO sabe que no le conviene contrastar los orígenes de su corcholata con la de la oposición, ya que Xóchitl y Beatriz sí tienen profundas raíces mexicanas, allende de ser simpáticas y tremendas oradoras.
Es cierto que la corcholata (casi) designada por el “dedazo” presidencial cuenta con un amplio bagaje y que posee una formación académica a la que muchos mexicanos quisieran tener acceso; por eso, como lo dije en una colaboración previa: Claudia es la ideal…para seguir haciendo ciencia.
Dudo que Ebrard se quede “chiflando en la loma”, por lo que habrá que ver si se cumple la profecía y será el abanderado del partido naranja. En tal caso, la duda es quién “ofrecerá más”, puesto que Marcelo puede restarle votos tanto a Claudia como a Xóchitl (o a Beatriz).
Lo interesante aquí es que, si todo sigue como hasta ahora, se prevé que la contienda de 2024 será entre dos mujeres y México tendrá a una primera mandataria. Aunque debo insistir: más allá del sexo, lo que importa realmente es la capacidad probada de la persona que gobierna. Pues, como diría el compositor Martín Urieta, “urge”, urge, un(a) gobernante que sí ofrezca resultados favorables para la mayoría. Urge no un mago, sino un servidor público asertivo y eficiente.
Post scriptum: “Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité”, Napoleón I (Bonaparte).
Atentamente,
Francisco Ruiz; escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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