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viernes, febrero 16, 2024
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Periodismo y política en México: Biebrich, Blancornelas y Muñoz Ledo

“A todos los reporteros que tienen el valor de luchar por la verdad”.

-Jesús Blancornelas, Biebrich, Crónica de una Infamia.


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1964.- Biebrich “se la jugó” con el secretario de Gobernación cuando iniciaba su proselitismo para llegar a la Presidencia de México. De la simple atención, del trato y el quehacer político, Echeverría se fue hasta el fondo de la confianza con Biebrich de la misma forma como Fausto Zapata Loredo (potosino) y Porfirio Muñoz Ledo (Cd. de México).

1970.- Por eso cuando Echeverría llegó a la Presidencia lo ubicó como subsecretario de Gobernación. Al acercarse la postulación de candidato al Gobierno de Sonora, preocupado el Presidente por los problemas electorales, promovió a Carlos Armando Biebrich como candidato; el secretario de Gobernación le explicó al Presidente: “existe un grave problema, Biebrich no tiene edad…”; Luis Echeverría le expresa: “No. señor secretario, ese no es problema. Háblele al gobernador y que se modifique la Constitución local”.

1974.- Carlos Armando, el consentido de don Luis, había ridiculizado a Augusto Gómez Villanueva; ahí, aquel 18 de junio de 1974, en el Salón Azul del Casino de Hermosillo, empezó a escribirse la caída de Carlos Armando Biebrich Torres. No se imaginaba Augusto cómo llegaría el momento, cuando una noche luego de comentarlo ampliamente con el licenciado don Porfirio Muñoz Ledo  -otro presidenciable- y de instrumentarlo con el General Hermenegildo Cuenca Díaz y con su incondicional Celestino Salcedo Monteón, irían a lo inconcebible: El Crimen.


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La noche del 25 de noviembre de 1974, en Huatabampo, Sonora, un campesino expresaba “…Ya estamos cansados de tanto funcionario cabrón, de tanto funcionario hijo de la chingada y de tantas promesas…”. Al verlo Echeverría, el campesino dijo: “Perdón, señor Presidente, pero ya no aguantamos”.

1975.- A los nueve meses de aquella noche en Huatabampo, el 19 de octubre de 1975, cansados los campesinos de promesas y azuzados por el propio Augusto Gómez Villanueva y Celestino Salcedo Monteón, invadieron las tierras del Yaqui que peleaban. Las tierras que el Presidente les había prometido. Tres días después de la invasión, al desalojarlos el Ejército y la Policía Judicial, siete ejidatarios murieron en una balacera… Fueron engañados por Augusto y Celestino hasta el punto de la muerte. Se quedaron esperando una promesa sin cumplir del Señor Presidente. Y hasta la fecha no cumplida.

La revista Times realizó una encuesta mundial y su equipo de reporteros seleccionaron a los jóvenes más brillantes de cada país “integrantes del futuro liderazgo mundial”. Por México eran dos: Los licenciados Carlos Armando Biebrich y Porfirio Muñoz Ledo. Time apuntalaba la consideración de que en seis años (1976) estaría en la antesala de la Presidencia de la República. Times lo sabía: Biebrich y Porfirio Muñoz Ledo eran los consejeros principales del Presidente Luis Echeverría en sus decisiones de orden internacional.

Al Presidente le llamó la atención cómo el gobernador de Sonora seguía los pasos de Henry Kissinger y los comentaba. Augusto Gómez Villanueva se sintió disgustado cuando se opuso a la entrevista de Echeverría con el Papa Paulo VI y Biebrich lo vio favorable.

Por lo regular, Biebrich no coincidía con las opiniones ni de Porfirio ni de Gómez Villanueva. Cuando  estos dos salieron del Gabinete Presidencial y don Luis los mandó al Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Porfirio como presidente y Augusto como secretario, procedieron a remachar el clavo sobre la humanidad política de Biebrich.

Porfirio Muñoz Ledo, como presidente nacional del PRI, se había aliado con Gómez Villanueva y Hermenegildo Cuenca Díaz (secretario de la Defensa Nacional) para que el general obtuviera (la candidatura) -como así fue- a la gubernatura de Baja California Norte, y cómo Cueca había girado las órdenes autorizando la matanza de los campesinos. El Jefe de la Policía Judicial del Sonora, el Teniente Coronel Francisco Arellano Noblecía, había obedecido órdenes del general Cuenca Díaz.

Carlos Armando Biebrich obtuvo declaraciones de testigos que vieron cuando los hombres, encabezados por el Teniente Coronel Arellano Noblecía, daban muerte por la espalda, acorralados, a los siete campesinos en la matanza de San Ignacio Río Muerto, Valle del Yaqui, en Sonora.

Augusto Gómez Villanueva, Félix Barra, Celestino Salcedo Monteón, Arellano Noblecía, Cuenca Díaz, y Porfirio Muñoz Ledo cometieron  aquel crimen impune. Cuenca fue candidato, pero “falleció”, aparentemente envenenado en Tijuana durante su campaña. Lo sustituiría Roberto de la Madrid Romandía, quien persiguió hasta en los templos a don Jesús Blancornelas, quien tuvo que refugiarse en San Diego, California; con esta nota al final de su obra, publicó su primer libro Biebrich, Crónica de una Infamia: “Nada de lo escrito aquí es mentira. Copias de los documentos oficiales y confidenciales que ampara, nutren y respaldan este trabajo, recortes periodísticos y apuntes, están a la orden de quien los necesite”. (Tijuana, B.C.N., Septiembre 9/1978, 3ª. Edición)

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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