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martes, octubre 1, 2024
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No me acostumbro

De Trez en Trez

Uno.- Desde que los vi por primera vez por las calles de Tijuana, no me gustó; me incomodaron y, contrario a lo esperado, me hicieron sentir inseguro y hasta con un poco de desconfianza y temor.

Durante mi infancia podría decirse que conviví con ellos; los veía a diario en mi camino a la escuela primaria José María Morelos, en el parque 18 de Marzo. Vivía entonces a escasas dos cuadras de sus instalaciones, desde donde lanzaban piropos a las muchachas que pasaban cerca; algunos con más suerte echaban novio por las rendijas de los muros.

Además (ya lo he comentado antes aquí), mi padre fue militar, por eso mi familia -originaria de Jalisco y Colima- llegó a BC casi al terminar la II Guerra Mundial; vivieron primero en la Base de El Ciprés y luego se movieron a esta ciudad donde nací. En su momento, mis padres tenían la intención de enviarnos a mi hermano y a mí al Heroico Colegio Militar, pero comprobado está: las reglas y la disciplina castrense no fueron hechas para ninguno de los dos.

Sin embargo, aprendimos a respetar la Ley, al Ejército, a otras fuerzas armadas como representantes de instituciones pilares del país.

Con luces y sombras en su historia, se respetaba y se confiaba en el Ejército y en la Marina Armada como en casi ninguna otra institución del país.

Por eso me extrañó mucho la sensación que tuve al verlos desplegados no sólo por los alrededores de la colonia Morelos, donde vivía antes, sino ahora por toda la ciudad, con sus uniformes, con sus vehículos, con sus armas largas en ristre y sus “todoterreno” artillados. De eso hace ya más de tres lustros y la sensación no ha cambiado.

Doz.- En 2006 se les sacó del cuartel para combatir a la delincuencia organizada, que ya se estaba adueñando del país, y ahí fue donde -como dice mi sabia y casi centenaria abuela- “la puerca torció el rabo y los puerquitos el rabito”. Desde entonces, y a pesar de las promesas en contrario, no los han regresado a sus cuarteles; y sí, en cambio, se ha “acomodado” el marco jurídico para darles otras funciones, concesiones y responsabilidades a la vez que privilegios a sus oficiales y jefes.

Fueron convertidos en policías y el actual régimen creó la Guardia Nacional con la que se “responde” a todo acto violento y los traen “de la seca a la meca” y poco remedian. AMLO repite la “estrategia” que antes criticó: llevar a elementos del Ejército y la GN a donde suceden hechos delictivos de alto impacto. Van y vienen, llegan y se van, pero poco cambia. La inseguridad, la violencia y los homicidios dolosos aumentan.

Es común ver a la GN y al Ejército patrullar las calles y “resguardar la escena del delito”, pero hasta ahí; llegan después y se concretan a mirar y a asegurar el perímetro.

Andan armados en las tiendas de abarrotes de las colonias, en los “sobrerruedas”, en mercados grandes y plazas comerciales, en bancos y restaurantes; son clientes de los puestos de tacos por toda la ciudad, se les ve hablando por su teléfono celular y hacer “recorridos de revisión” (los he tenido afuera de la puerta de mi casa en más de una ocasión)… pero poco hacen que no sea intimidar más a los ciudadanos respetuosos de las leyes y no a los pillos.

Trez.- Si Felipe Calderón los envió a la guerra, si “Enriquepeñanieto” siguió con ellos afuera de los cuarteles; si AMLO no cumplió su promesa de regresarlos a sus bases y los está empoderando; si con Calderón o EPN hubo más muertos o si Andrés Manuel ya superó la cantidad en sólo cinco años… si bien es  importante el dato, a la ciudadanía en general le interesan resultados, no declaraciones, dimes y diretes; y menos escuchar que es “herencia del pasado” pues bien sabía lo que tenía el actual régimen por delante y prometió resolver.

No puedo acostumbrarme a ver al Ejército y a la Guardia Nacional en las calles del país como si estuviéramos en guerra. No puedo sentirme seguro y confiado teniéndolos a las puertas de mi domicilio, o encontrarlos en los lugares donde la ciudadanía pacífica hace su vida cotidiana.

Entiendo la situación actual de violencia e inseguridad, pero es tarea de los gobiernos garantizar la paz a sus gobernados, lo que no ha sucedido con la “estrategia” de traer a efectivos del Ejército y GN como “prenda íntima de fémina casquivana”.

P.D.- Vale la pena consultar el “Cuarto Informe del Observatorio de la Guardia Nacional y la Militarización de México” presentado por la organización Causa en Común.

Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.

Correo: profeohe@hotmail.com

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Óscar Hernández
Óscar Hernández
Oscar Hernández Espinoza Oscar Hernández Espinoza Oscar Hernandez 17 oscar@boltmedia.com.mx
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