Los diputados, senadores y partidos parecen no existir. El pueblo, agachadito; no perciben necesidad de reubicación de mejores servicios a la población, ante los recursos limitados y peor administrados de salud para empezar.
Al parecer las autoridades estatales y federales del sector laboral, sindical y sanitario son floreros, mientras jornaleros fallecen de cáncer, sean, niños, adolescentes, jóvenes o adultos. En los campos agrícolas de Maneadero, San Quintín, Eréndira, Santo Tomas, Vicente Guerrero, Emiliano Zapata, El Rosario, y hasta los aislados ejidos limítrofes con BC Sur, el Arco y decenas de comunidades dispersas, donde también requieren servicios de salud.
El absurdo es que el servicio de radioterapia en BC se encuentra cerca y accesible al 30 por ciento de la población del Estado y alejado de la gran mayoría (70 por ciento de la población de la costa de Baja California).
Si se contempla la concentración de la población derechohabiente del IMSS Bienestar, Hospital General, Issste, Issstecali, en las ciudades de Tijuana, Rosarito, Ensenada y las decenas de poblados hasta llegar al límite sur de BC, se entiende la gran falla de que no haya un servicio de radioterapia en la costa, accesible a la mayoría de la población que demanda el servicio.
Los costos de servicios de estos tratamientos especializados no están al alcance de los trabajadores, sólo la sociedad en solidaridad a través del Estado, puede respaldar el costo. Una sesión de quimioterapia o radioterapia -y a veces son decenas- para un asalariado es una fortuna.
Un ejemplo del gran sacrificio que significa no disponer de estos servicios es el profesor mixteco bilingüe, serio, con 30 años de trabajar en esa región agraria. Vive en San Quintín, a 300 kilómetros al sur de Ensenada, debe viajar a Mexicali, a las cuatro de la mañana; se enfila rumbo a la capital del Estado el único lugar donde le pueden aplicar radioterapia por cuenta de la medicina social a su esposa.
Su compañera, que se ve muy agotada, dormita mientras espera ser atendida por enfermeras y médicos de la Unidad Oncológica. Comenta que de joven trabajó en los campos de cultivo de San Quintín cosechando tomate, y fresa, etc. Estos productos, por décadas son sistemáticamente fumigados con químicos pesticidas criminales que producen cáncer al respirar en los surcos mortales. Si además ingerimos “alimentos” chatarra, tipo Bimbo, Sabritas y Coca Cola, la situación sanitaria nos enferma tarde o temprano.
Acompaña a su esposa agotada, por la enfermedad y por el viaje; es la Unidad de Especialidades Médicas de Oncología (Uneme), una institución de salud del gobierno de Baja California, la única alternativa pública, establecida en 2011 al lado del Hospital Materno Infantil, en el Valle de Mexicali.
La temperatura en finales de junio es de 40 grados y con posibilidades de subir; el sol quemante obliga usar parasoles, sopla viento como lumbre, en medio de los terrenos polvorientos, las calles pavimentadas y las áreas verdes. La gente se escuda en árboles, arbustos y aire acondicionado.
Para el profesor y su sufrida esposa es un viaje de 527 kilómetros de nueve horas, con los alimentos, paradas en la estación de gasolina, revisión de llantas, agua, aceite y sin contar posibles fallas mecánicas. Son nueve horas o más de trayecto. Y de regreso otras nueve.
Este es un ejemplo de cientos de pacientes que luchan de una manera o de otra contra el carcinoma o cáncer. Reciben tratamientos preventivos, paliativos, curativos con un equipo gastado, obsoleto, que con frecuencia se descompone, y con 12 años de uso, que debió de gestionar un equipo disparador nuevo el gobierno de Marina del Pilar o Jaime Bonilla, hace dos años. En la sala esperan decenas de pacientes de edad avanzada, adultos, jóvenes resignados. El cáncer es arrasante, no respeta a nadie.
Cuando se conoce la capital de BC, se percibe que está mejor planeada en su desarrollo urbano, que tienen la ventaja de una geografía tipo mesa de billar con terrenos amplios y de bajo costo; que hay diversas instituciones de servicio público por solo hechos de ser capital: universidades públicas con mejores instalaciones, poco tráfico, ningún congestionamiento vehicular, La gente vive tranquilamente con nada de stress.
¿Qué hicimos mal? Porque la problemática social, educativa, económica, sanitaria más compleja está en la olvidada y castigada Tijuana y de la parte costa del Estado de BC.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com