“Prefiero la muerte: yo soy sacerdote. Prefiero el destierro: no soy ser tan vil. Mejor la guardia del tigre o coyote, mejor el martirio que ser Icariote; mejor ermitaño que infame servil…”
-Poesía anónima, Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa
Nacido en Chihuahua el 15 de junio de 1892, San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, de padres chihuahuenses (de Allende, su papá Apolinar, y de Parral, su mamá Micaela), moriría como mártir el 11 de febrero de 1937.
Entre los sueños del padre Maldonado estaba ser sacerdote jesuita, por eso le decían en el seminario El Soldado, porque quería ser soldado de Cristo en la Compañía de Jesús. Incluso sería ordenado en El Paso, Texas por el obispo jesuita Jesús Schuler en la Catedral de San Patricio, porque el obispo de Chihuahua, Nicolás Pérez Gavilán, estaba enfermo en la Ciudad de México. Un 25 de enero de 1918 fue consagrado presbítero.
La Providencia Divina permitió que el padre Pedro de Jesús celebrara su primera misa en Chihuahua un 11 de febrero fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, como el jesuita zacatecano Miguel Agustín Pro, quien, al ser enviado de Bélgica para “morir” en su patria México, antes de regresarse, aún enfermo de gravedad, viaja al santuario de Lourdes en Francia para despedirse y encomendarse a la Patrona de los Enfermos y centro mundial de la Pastoral de la Salud; la milagrosa Virgen de Lourdes y la vidente santa Bernardita de Soubirous, y del no menos célebre fisiólogo premio nobel de medicina Alexis Carrel, padre de la angiología. Algo así como los célebres médicos chihuahuenses Arturo Rosenbleuth y Salvador Zubirán.
El mártir de Chihuahua era un enamorado de la santísima Virgen de Lourdes, su primer misa en 1918, y su martirio en 1935 fueron un 11 de febrero.
Aunque el joven seminarista Pedro Maldonado afirmó “He pensado tener mi corazón siempre en el cielo y en el Sagrario”, con las persecuciones y pobreza familiar, al retirarse del seminario, el joven se dedicaría a la música practicando violín, armonio y piano. Dios se valió del admirable sacerdote Manuel Enríquez para que el santo chihuahuense retornara a su vocación. Y en otro hecho admirable, sería la familia Enríquez, quien donara la sepultura (fosa) en el Panteón de Dolores, para que los restos el mártir estuvieran junto a los de su consejero y amigo.
A la vuelta de la vida, el santo padre Maldonado fue benefactor del padre Marcelino Frías, a quien apoyó al observar sus buenas calificaciones que le llevaron al Colegio Pío Latino en Roma, doctorándose en Filosofía, y dando conferencias en la Sorbona de París. Su hermano Apolinar Frías, historiador chihuahuense, ha expresado que el Padre Marcelino -su hermano- era hechura del San Pedro de Jesús Maldonado.
Algunos amigos de san Pedro de la Cueva, Sonora, donde Pancho Villa asesinó a un sacerdote, cuentan que en el pueblo hay aún un letrero: “Pancho Villa no es bienvenido aquí”. En los tiempos del arzobispo de Chihuahua, don Antonio Guízar y Valencia (hermano de san Rafael Guízar) envío al padre “Chelino” (Marcelino) como párroco de Satevó, pero el templo había sido quemado por Francisco Villa, por lo que el primer trabajo pastoral del padre Frías como “nuevo” párroco fue reconstruir la Iglesia.
Enfermo de influenza en 1920, el padre Maldonado necesitó retirarse de su parroquia de Carretas para concentrarse en Chihuahua, donde, según el periódico El Correo del Norte, destaca que un 5 de febrero de 1921 “en la Iglesia Catedral de esta ciudad -de Chihuahua- en honor del protomártir mexicano San Felipe de Jesús y en acción de gracias por el feliz arribo del ilustrísimo señor doctor don Antonio Guízar y Valencia, solemne función religiosa con asistencia de los sacerdotes José Quezada , vicario general, asistido por los señores presbíteros Pedro Maldonado y Manuel R. Enríquez”.
En noviembre de 1921, ya con buena salud, el padre Maldonado en su comunidad de Carretas organizó una peregrinación den San Lorenzo a San Nicolás en desagravio a la Virgen de Guadalupe, por la bomba que estalló en el altar de la Basílica, en un atentado atribuido al presidente Álvaro Obregón a través de Luciano Pérez Carpio, empleado de la Secretaría Particular de la Presidencia de la República. A la Virgen de Guadalupe no le ocurrió ni un rasguño; el presidente Obregón -“reelecto”- murió asesinado por el pintor potosino de Matehuala, José de León Toral.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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