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sábado, septiembre 28, 2024
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Los que perdieron

Parlamento

No es el mejor resultado para la oposición, pero para mí, el de las elecciones de este domingo pasado no anuncia ni por tantito, que Morena se erija como ganador irremediable en el 2024. Y si lo hace, lo haría con un margen insuficiente como para volver a aplastar las instituciones y la razonable independencia que, en el Congreso, habíamos ganado hace ya casi 30 años. En mi opinión, Morena, de cara al 2024 perdió en las elecciones del 4 de junio de 2023. Igualito y en clara tendencia a lo que ocurrió en 2021. En aquella intermedia ganaron cayendo. De 280 diputaciones en 2018, Morena sostuvo 198 (si a la fecha llegan a 278, es gracias a sus aliados y secuaces del PT, Verde, etc.) Todos ellos, en 2021 perdieron mayoría calificada en San Lázaro y no pueden reformar por si solos la Constitución. Si el INE subsiste, es gracias a esa elección… y a la Suprema Corte. 

Insisto: perdió el Presidente y su partido. ¿Razón? Pues comenzando por lo obvio, porque perdieron en Coahuila y por mucho. ¿Y el Estado de México? Dirán ustedes. Pues bien, aunque ganaron la gubernatura mexiquense con Delfina, lo hicieron mediando muchos menos votos de los que obtuvo López Obrador en 2018. Y vale la comparación contra él porque se trata del gran competidor y permanente líder en campaña, del partido oficial. Además, el diferencial de 3.2 millones de votos para Delfina contra 2.7 millones de votos para Alejandra del Moral (9% aproximadamente de diferencia), se inscribe en la absoluta normalidad de una alternancia que el EDOMEX tenía pendiente. Lástima que sea ante Morena. Pero ganaron cayendo.  

Veamos: en 2018 López Obrador obtuvo en el Estado de México 4.3 millones de votos. Ahora Delfina obtiene 3.2 millones de votos. El dato duro es que en las pasadas elecciones el Presidente y su partido perdieron 1.1 millones de votos en el EDOMEX. En Coahuila, la inconfesable imposición por parte de López Obrador en favor del ridículo candidato Guadiana, registra una caída de más de la mitad de los 609 mil votos para López Obrador/Morena en 2018, vistos los 279 mil votos para ese partido el domingo, en dicho estado. 

Lorena Becerra, analista del periódico Reforma en su cuenta reciente nos explica que, si bien López Obrador aún presenta un margen de aprobación del 60%, ello no se traduce en intención de voto para MORENA. De hecho, la misma encuesta de Reforma, indica que de ese 60% solo el 40% podría votar por un candidato de ese partido. Así que mucho está por verse y, sobre todo, mucho debemos moderar respecto de lo que anuncian y predican algunos profetas de la desventura. Craso error. No debemos aceptar las sentencias enanas de que “ya ganaron”, de que “tienen tantas gubernaturas”, o que los “programas sociales les alcanzan” para seguir disponiendo del país. Ello, es errado frente a la evidencia y la tendencia. El desgaste acelerado, por demás merecido a las agresiones y torpezas gubernamentales, principalmente de López Obrador, debe de pasar factura electoral, al tiempo que la oposición debe crear una candidatura atractiva, capaz de crecer. 

De cara al 2024 el dato entonces, para mí preocupante, es la abstención como la padecida el domingo en EDOMEX. Ese es el principal enemigo y algo más. El terrible papel que hasta ahora han jugado los liderazgos partidistas, particularmente Marco Cortés y Alito, quienes no atinan a leer su responsabilidad histórica. En lugar de estar pidiendo un millón de firmas, deberían estar ya afinado una elección primaria entre quienes, por la oposición, tengan por intención la candidatura presidencial. El PAN, por lo que a su vocación democrática y ciudadana toca, debería de gestionar ostensible y sinceramente la apertura de espacios para liderazgos ciudadanos en muchas candidaturas. Solo así se pueden acrecentar las probabilidades de vencer el hechizo morenista y potenciar la caída que ellos mismos se van propiciando con tan malos gobiernos. 

Un requisito adicional en la presidencial. Quien resulte candidato o candidata, no será perfecto. Si es de un partido se le cargarán los costos políticos acumulados por su partido y sus aliados. La marca del PRI pesa con bastantes negativos a mi juicio. La del PAN depende con quien. Empero, si es un ciudadano o ciudadana, incluyendo políticos de incursión reciente, si tipo Lilly Téllez, habrá quien les acuse injustamente inexperiencia y demás contradicciones que se dicen por ahí. Pero lo cierto es que debemos ser capaces de lanzar a alguien competente, capaz de ganar una elección y formar un buen gobierno. Ganar la elección requiere energía, nombre limpio, contraste y ánimo de lucha. Formar gobierno requiere auténtica decencia y formación profesional razonable. Sí hay con quien. Basta con que los principales partidos no salgan con más de lo mismo. 

El autor es maestro en Derecho y fue diputado federal de la 57 legislatura (1997-2000), ex cónsul general de México en Estados Unidos, subsecretario de Gobernación y ex magistrado del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.

Correo: juanmarcos@jmgutierrezyasociados.mx

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