Otro rasgo importante que se distingue entre el alumnado es la incidencia de casos de depresión y otros trastornos que han rebasado la atención psicopedagógica que la Máxima Casa de Estudios ofrece a la comunidad universitaria.
Esta incidencia sin duda aumentó con la pandemia de COVID-19, asunto de vital importancia sobre el cual el rector, Luis Enrique Palafox Maestre, reflexiona en entrevista con ZETA:
Lo que sí se detectó fue “un incremento en los problemas de salud mental de los estudiantes”, por lo que asegura:
“Hemos visto una necesidad muy fuerte de incrementar los servicios de acompañamiento estudiantil más allá de la orientación educativa específica de la disciplina, de las asesorías; un acompañamiento en tema de salud mental, porque hubo un fuerte incremento en situaciones de depresión, por ejemplo. Y obviamente esto creemos que es derivado del encierro que generó la pandemia”.
— ¿Tienen un protocolo para detectar estos casos? ¿Cómo saben del incremento?
“Hay un área de Orientación Educativa y Psicopedagógica, hay psicólogos y psicólogas en cada unidad académica donde asisten los alumnos. La realidad es que la Universidad se ha visto hasta el momento rebasada en cuanto a la atención psicopedagógica y es por eso que estamos trabajando en un proyecto de la construcción de un comité de salud mental para conformarnos por un grupo incrementado de psicólogas y psicólogos, y también profesionales de psiquiatría. Entonces, es parte de las estrategias que hemos comentado.
“Hay programas muy particulares, programas especiales por parte de las facultades. Por ejemplo, aquí, la Facultad de Medicina Tijuana tiene un programa: se llama CUAPI, si mal no recuerdo, es un programa de atención psicológica para la comunidad universitaria y la comunidad en general. Ofrecen estos servicios y líneas de atención en casos de emergencia para brindar este tipo de apoyos cuando se da este tipo de situaciones. También hemos promovido mucho talleres de primeros auxilios psicológicos para precisamente reducir este tipo de situaciones”.
— En el tema del acoso y estos movimientos que se generaron en redes sociales, los tendederos donde se exhibían casos, ¿la Universidad responde con comités de atención? ¿Cuál es el diagnóstico, qué se ha logrado?
“Traemos 300 casos diferentes desde 2020 que iniciamos de diversas índoles, y estos temas de ninguna manera son para sentirse orgullosos. Lo que pudiera rescatar positivo es que se han desnormalizado ciertas prácticas que anteriormente no se reportaban. Por ejemplo, el uso de estereotipos de género en espacios universitarios, en salones de clase, si era algo que históricamente se daba con mucha regularidad y era desgraciadamente visto de la manera más normal, ahora ya no. Este tipo de casos, si un maestro, por ejemplo, varón, hace un comentario negativo sobre por qué una alumna mujer no debería estudiar una licenciatura o terminar una licenciatura, esto ya nos llega, estos comentarios, se atiende y se le da seguimiento. Y dentro de estos 300 casos tenemos muchos de estos, y algunos otros más complicados”.
— De esos 300 casos, ¿en cuántos podríamos estar hablando en cuanto al diagnóstico, cuántos son maestros, cuántos son alumnos, de qué facultades, dónde están los focos rojos de ese diagnóstico de acoso sexual?
“Están desagregados los números, no los traigo aquí conmigo. Tenemos la aplicación, que afortunadamente mediante una especie de dashboard nos dice cuántos casos tenemos. Obviamente y desafortunadamente te puedo decir que la inmensa mayoría son de mujeres, de alumnas que han reportado esta diversidad de situación que se están dando en la Universidad. Y que también te puedo decir, esta tendencia ha ido disminuyendo en términos de la escala del violentómetro.
“Cada vez tenemos menos casos más complicados, y estos casos que te comento, que no por eso son menos importantes, también hay que trabajarlos, de discriminación por género, del uso de estereotipos de género que hay que seguir atendiendo, desde luego. Y la lucha contra la violencia de género es algo que no va a terminar. Hemos visto que la misma violencia también va evolucionando, y, por lo tanto, los mecanismos y protocolos deben seguir avanzando, seguir evolucionando y actualizándose constantemente”.
— De esos más de 300 casos ¿tiene Usted porcentaje de cuántos han sido resueltos, cuántos se consideran ya resueltos?
“Tenemos el dato: a todos se les ha dado seguimiento, todos se han finiquitado. De esos 300, habrá algunos que se hayan reportado en los últimos días y están en proceso, pero no hay un solo caso que te pueda decir ‘se reportó el año pasado y se dejó ahí, no se atendió’. Ninguno, ninguno tenemos de esa naturaleza. Obviamente las resoluciones van en diferentes sentidos, no en todos los casos vamos a expulsar al alumno o despedir al maestro, me refiero a que, si no hay elementos para hacerlo, no lo vamos a hacer. Pero hay una política de cero tolerancia. Tampoco quiero que se malinterprete mi comentario anterior”.
— Precisamente un poco relacionado con esto, en redes sociales se ha manejado la versión de que la práctica común es remover o reubicar al personal de manera temporal en lo que investigan, pero después regresan cuando el conflicto se enfría…
“Lo niego rotundamente. Eso no ocurre. Hay medidas cautelares que considera el protocolo, de retirar temporalmente, pero si lo regresamos no es porque se haya enfriado el tema; simplemente, pudo haber sido -estoy hablando hipotéticamente- porque no se encontraron elementos para determinar que hay responsabilidad de la persona a la que acusaron”.
— -¿Y el ciberacoso como tal está regulado en la UABC? “Claro, es parte de la violencia digital considerada dentro de los protocolos; y dentro de estos 300 casos que te mencionaba, algunos son precisamente de esto y nos comparten en esta aplicación que tenemos las pantallas o screenshots de los mensajes de Facebook o de cualquier plataforma digital donde ocurren este tipo de situaciones. Recuerdo uno de un estudiante que le tomaron una foto en la cafetería y, tal cual la subieron, lo reportaron en la aplicación, y se le dio seguimiento”.