“En 1956, el pueblo húngaro fue cobardemente ametrallado por las tropas soviéticas; en 1959, el pueblo de Baja California fue agredido por los soldados del Ejército Nacional, que trocó su misión de guardián de las instituciones de México por la de simple fuerza al servicio de una camarilla de políticos”.
-Carlos Ortega G., 1961. Democracia Dirigida…con Ametralladoras
Sobre la jornada electoral del 1 de agosto de 1959 en Baja California, el periódico The San Diego Union, publicó un reportaje de Dave Hellyer, con detalles sobre las irregularidades cometidas por el gobierno y el ejército contra la voluntad popular.
El diario editado en San Diego, California, a través de Hellyer, entrevistó a numerosas amas de casas de Tijuana, cuyos hogares estaban inmediatos a los lugares donde se instalaron las casillas, las cuales declararon que habían visto cuando el Ejército se robaba los votos. Este reportaje fue reproducido en la mayor parte de los periódicos norteamericanos de las ciudades de la costa del Pacífico, dado que la agencia informativa United Press con sede en San Diego, puso de relieve que el Gobierno había sido derrotado por el pueblo de Baja California.
En 1961, el Cronista Carlos Ortega G. tuvo que editar su libro en El Paso, Texas, debido a la censura y persecución en México contra la libertad de expresión. Escribe en el capítulo XXIV “La Dictadura hace a un lado los escrúpulos”, que las investigaciones de los periodistas norteamericanos en las ciudades bajacalifornianas durante el proceso electoral de 1959, les permitían aseverar en los diarios de los Estados Unidos que los candidatos del partido oficial habían perdido por margen de dos votos contra ocho de sus rivales del PAN.
Pese a las evidencias, el pueblo de Baja California debió soportar no sólo el despotismo y criminal gobierno de Braulio Maldonado, sino el de Eligio Esquivel, sucesor del primero.
La prensa norteamericana, que había relegado a sus páginas interiores la información sobre la campaña presidencial de México en 1958, ahora publicaba en primera plana las fotografías de los soldados robándose las urnas con los votos, y testimoniaba la apabullante derrota que habían sufrido los candidatos del partido oficial (Carlos Ortega G.)
Muchos sobrevivientes de las barbaridades del gobernador Braulio Maldonado, cuentan, como es el caso del periodista don Oscar Genel, el intento de los pistoleros oficiales -llamados “chemitas”- de dar muerte a don Oscar, desbarrancándolo en plena Rumorosa.
Por sus críticas a Maldonado, en el electoral Baja California 2013, es de admirarse la importancia que para los políticos mexicanos de todos los partidos, merece este ejemplar pueblo de Baja California , como ya lo reconocía desde 1958 el cronista Carlos Ortega en su libro Democracia dirigida con ametralladoras; Baja California, 1958-1960).
En 1958, la voluntad popular de los pueblos de Ensenada, Tijuana, Mexicali y Tecate fue abatida brutalmente por el Ejército y las fuerzas de Seguridad Pública.
Época en Veracruz, por ejemplo, del gobernador señalado de cómplice del crimen del periodista Alberto J. Altamirano, ocurrido en Poza Rica. Era famoso el gobernador Antonio M. Quirasco por sus diarias borracheras. No ha cambiado mucho la realidad política de México, teniendo enfrente en 2013 el caso del “borrachín”, acusado de robo por más de 19 mil millones de pesos contra el pueblo tabasqueño, en el gobierno de Granier.
Incluso parecen fundirse la historia con la actualidad, cuando el historiador Ortega se refiere al Estado de Coahuila. “Otro de los gobernadores que semejan personajes de opereta bufa, es el de Coahuila, Raúl Madero, cuya senilidad es objeto de burlas. De hecho, el general Madero, hermano del apóstol del sufragio efectivo, no gobierna a su Entidad; sus frecuentes puntadas de anciano jovial podrían divertir al pueblo de Coahuila, si en lugar de habérsele designado gobernador, se le hubiese concedido el puesto de bufón…”.
Los coahuilenses de 1958, pareciera que con el ex gobernador Moreira del 2006 al 2012, no han podido sacudirse la corrupción, ni han experimentado democracia real. Cómo nos falta conocer la historia política de México.
Una de las bendiciones más grandes para el pueblo de Baja California, es su vecindad con California, Estados Unidos. En especial la libertad de expresión y comunicación que desde 1958, por ejemplo, el periódico The San Diego Union ha mantenido en su línea ética editorial.
Me parece que el único periodista mexicano que ha recibido un reconocimiento de parte de la Asociación de Periodistas de California ha sido don Jesús Blancornelas, en vida del periodista. Aquello fue un gesto de solidaridad, dado que tal reconocimiento es para periodistas californianos. La excepción de la regla fue con Blancornelas, fundador del Semanario ZETA.
En el proceso electoral de Baja California 2013, cierto periódico de Mexicali ignoró sus llamados códigos deontológicos o principios éticos de comunicación, como una burla velada contra la inteligencia e historia democrática bajacaliforniana. Si en 1958, los tijuanenses, ensenadenses, tecatenses y mexicalenses identificaban correctamente a quienes les mienten desde su tribuna o desde los pocos espacios mediáticos, no creo que el espíritu democrático bajacaliforniano deje de distinguirse por su versatilidad, y en especial por ser impredecible.