Florence Nightingale (12 de mayo de 1820-13 de agosto de 1910) fue una enfermera, escritora y estadística británica, considerada precursora de la enfermería profesional contemporánea y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. Desde muy joven destacó en matemáticas; al culminar sus estudios, aplicó sus conocimientos de estadística a la epidemiología y la sanidad.
Sentó las bases de la profesionalización de la enfermería con el establecimiento, en 1860, de su escuela de enfermería en el hospital Saint Thomas de Londres. Fue la primera escuela laica de enfermería en el mundo.
Su trabajo fue la inspiración de Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja. Tras muchos sacrificios y la fuerte oposición de su familia, logró formarse como enfermera.
Su contribución más famosa tuvo lugar durante la guerra de Crimea, la cual se convirtió en su objetivo central a partir de la llegada a Gran Bretaña de los reportes acerca de las terribles condiciones de los heridos. Sidney Herbert, al frente de la Secretaría de Guerra en el gobierno y al tanto de los problemas sanitarios del ejército, trasladó a Nightingale y un y un equipo de 38 enfermeras voluntarias (que ella entrenó personalmente) a la zona de conflicto, el 21 de octubre de 1854.
Se encontraron con que los soldados heridos recibían tratamientos totalmente inadecuados por parte del sobrecargado equipo médico, mientras que la oficialidad era indiferente a esta situación. Los suministros médicos escaseaban, la higiene era pésima y las infecciones comunes y en muchos casos fatales. No se contaba con equipamiento apropiado para procesar los alimentos para los pacientes. A principios del siglo XX, Nightingale redujo la mortalidad del 42% al 2% por transformar la higiene.
Durante su primer verano en Scutari, 4,077 soldados perdieron la vida allí. Fallecieron diez veces más soldados de enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, cólera y disentería que de heridas en el campo de batalla. Las condiciones en el hospital de las barracas eran tan nocivas para los pacientes debido al hacinamiento, a los deficientes desagües sanitarios y a la falta de ventilación. El gobierno británico destinó una comisión sanitaria a Scutari en marzo de 1855, casi seis meses después de la llegada de Florence, que efectuó la limpieza de los vertederos contaminantes y mejoró la ventilación. A partir de esas medidas el índice de mortalidad bajó rápidamente.
Durante la guerra ella no reconoció que la falta de higiene era una de las causas principales de muerte, creyendo que el elevado índice de mortalidad se debía a la desnutrición, a la falta de suministros médicos y al agotamiento extremo de los hombres, y nunca reclamó crédito alguno por ayudar a disminuir defunciones.
A su regreso a Londres probó a la Comisión Real para la Salud en el Ejército para sustentar que los soldados y pacientes fallecían a causa de las deplorables condiciones de vida en el hospital. Esta experiencia influyó decisivamente en su carrera posterior, llevándola a abogar por la importancia de mejorar las condiciones sanitarias hospitalarias. En consecuencia, ayudó a reducir las muertes en el ejército durante tiempos de paz y promovió el correcto diseño sanitario de los hospitales.
Uno de los mayores logros de Nightingale fue la introducción de enfermeras entrenadas para el cuidado de enfermos a domicilio a partir de 1860. Esto significó que los enfermos pobres podrían ser cuidados por personal capacitado, en lugar de ser cuidados por otras personas de buena salud, pero también de escasos o nulos recursos para una formación adecuada en la materia. Esta innovación es vista como el antecedente del Servicio Nacional de Salud británico, establecido cuarenta años después de su muerte.
El primer programa oficial de entrenamiento de enfermeras, la Escuela Nightingale para enfermeras, fue inaugurado en 1860. La misión de la escuela fue entrenar enfermeras para trabajar en hospitales, asistir a los menos pudientes y enseñar. La más duradera contribución de Florence Nightingale fue su rol en la fundación de la enfermería moderna como profesión.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
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