Aprovechando la ocasión para saludarles afectuosamente, paso a referirme a lo siguiente.
El fenómeno político de Morena, es una cuestión de la que se desprenden varias aristas. Con una visión amplia, podemos identificar a López Obrador como líder natural y moral del movimiento, por ser su creador. Un personaje por demás inteligente y capaz, que supo aquilatar y dimensionar la problemática social del país, y convertirla en su bandera, con los resultados que todos ya conocemos. Sus principales virtudes: La preparación histórica y política, además de la indiscutible persistencia y perseverancia. Un hombre de éxito, indiscutiblemente.
Aprovechando la ocasión para saludarles afectuosamente, paso a referirme a lo siguiente.
Una vez que se materializa el triunfo de 2018, con ese huracán de participación ciudadana, se abre la puerta para los niveles de gobierno estatal y municipal de todo el país, colocándose en la cresta de la ola y aprovechando el nombre de AMLO, la marca, la etiqueta, lo que les garantiza el triunfo en la elección de prácticamente cualquier entidad del país, en cualquier municipio.
No importa el candidato; lo verdaderamente importante es portar la camisa guinda, y repetir la retórica presidencial: No mentir, no robar y no traicionar… por el bien de todos, primero los pobres… con el pueblo todo; sin el pueblo, nada… etc.
La percepción inicial de la mayoría sería que todos los hermanos de lucha, están teniendo la oportunidad de participar en el proceso transformador. O cuando menos que así debería de ser.
Lo cierto es que el movimiento morenista ha sido secuestrado. El prianismo se ha adueñado del partido y del movimiento, que en un principio era abiertamente rechazado, minimizado por el partido neoliberal que gobernaba nuestra entidad.
Actualmente, y sin menoscabar la apertura democrática tanto del Presidente como de los actores principales del movimiento, la sociedad se da perfecta cuenta que el movimiento y el partido mismo se han convertido en un botín, en una letra de cambio de quienes, por los méritos solo del Presidente, han llegado al poder. Así, se ostentan como dueños del movimiento, haciendo y deshaciendo a diestra y siniestra, sin importarles el escrutinio social, explotando la imagen presidencial y su retórica, hasta escucharse vacía, sin esencia… precisamente porque no les pertenece.
Los mexicanos -aquí los bajacalifornianos- conscientes y enterados de la historia reciente de nuestro estado, vemos con agrado el ascenso de Morena al poder. Pero sería irresponsable y un atentado a la inteligencia no reconocer que Morena se ha convertido en una mezcla de morenistas originales (algunos), priistas y panistas. Esto es, quienes han llegado al poder se han encargado de cerrarles la puerta a los hermanos de lucha, a los militantes de origen, para abrírselas a los contrarios, a aquellos contra quien se luchó en su momento, a quienes se burlaron y trataron de minimizar las posibilidades de éxito del movimiento.
Morena debe ser considerado como un proyecto de Nación a largo plazo, con trascendencia en la vida política nacional, un cambio de paradigma, un parteaguas entre el antes y el después. No entenderlo así solo traerá problemas de supervivencia.
No es admisible que el movimiento sea concebido como un negocio familiar, que sin tomar en cuenta colores e ideologías que lo deben distinguir de los otros, se centre en la explotación de las imágenes familiares en las que incluso se obliga al Presidente a ser partícipe, abusando de su disposición, de su actitud afable y su buena fe, mientras que priistas y panistas se meten por la puerta de enfrente y se acomodan en el recibidor principal.
Por el bien de todos, debe aplicarse una reingeniería rigurosa en el quehacer político y público, a fin de dignificar el movimiento y, sobre todo, democratizarlo. El partido no pertenece ni a los dirigentes ni a quienes, bajo su cobijo, han llegado a tomar las riendas del gobierno. Pertenece al pueblo, a las bases, y deben ser ellos quienes determinen los destinos de la Nación.
No debe olvidarse e ignorarse a quienes hicieron el trabajo pesado. No debe repetirse el sometimiento de los justos por temor, como sucedió con los pueblos originarios a España, o con el robo a Vicente Guerrero a manos de Iturbide, o con el error de Madero al llegar al poder. Se debe limpiar la casa y sacar la basura, poniéndola en su lugar. Permitir la amalgama de colores e ideologías solo demuestra debilidad, inseguridad, incapacidad en el caso de actuarse de buena fe. Pero también soberbia, prepotencia y autoritarismo, así como deslealtad a los principios del partido, en caso de que se actúe con conocimiento de causa.
AMLO creó el movimiento, es Presidente y termina su periodo en 2024. ¿Ya consideraron qué sucederá cuando se haya ido? En lugar de fortalecer el movimiento, con esas acciones lo están debilitando, poniendo en grave riesgo su supervivencia, sin que sea un secreto que, al sobrevenir la debacle, los arribistas dejarán el barco y se subirán al que vaya viento en popa.
Un servidor, al igual que muchos correligionarios, estamos conscientes de que uno de los principios del Movimiento es no dividir, sino brindar apoyo irrestricto a quien, en las urnas, obtiene el triunfo. Pero lo que no dicen los principios es: ¿qué debe hacer el simpatizante o militante cuando esa división no solo es alentada, sino fraguada desde las entrañas del aparato de gobierno? La obediencia ciega a los dogmas ya no es posible. La ciudadanía exige manejo transparente de los asuntos públicos, y el hecho de que antes no lo hiciera significa simplemente que no teníamos la madurez política que ahora existe. Apostemos a la evolución, no nos arriesguemos a una implosión generada por el retroceso.
Es entendible que el Presidente no esté enterado del manejo caprichoso que se hace del partido, que permite la manera desafortunada y entreguista en que se encuentran conformados los gobiernos estatales emanados del movimiento, así como la ligereza con que se proclaman los principios que él ha acuñado y enarbolado, puesto que las estructuras gubernamentales son muy amplias y complejas. Imposible estar al tanto y hacerse cargo de todo.
Sin embargo, él mismo lo ha dejado claro: Si persisten los problemas en el partido, renunciará.
Agradezco a quienes de manera gentil me prestan su atención. Saludos.
Atentamente,
LIC. Alfredo Flores Ramírez.
Tijuana, B.C.