Hay noticias que resultan difíciles de creer.
Enterarme de que murió mi estimado amigo David Espinosa Hernández fue una de ellas.
Tuve el gusto de conocerlo gracias al Club de Leones Tijuana, donde compartimos la pasión por el servicio social, hasta que hace unos días fuimos citados a reunión extraordinaria urgente, donde se nos hizo saber que a petición de nuestro entonces aún presidente, David, se anunciaba su inmediato retiro de la presidencia, para poder atender su salud.
Si bien la noticia nos preocupó, nunca imaginamos la gravedad de la enfermedad.
Esa misma tarde me comuniqué con David, para saludarlo y desearle pronto restablecimiento, recibiendo de su parte -y de inmediato- su siempre amable respuesta, agradeciendo los buenos deseos y saludos. Su contestación no hacía sospechar que estuviera enfrentando una situación tan delicada.
Ahora leo y releo sus palabras en los dos últimos mensajes y entiendo la dimensión de sus textos, que en aquellos momentos no habría podido imaginarme su trascendencia.
Reitero que me resulta difícil creer que hace poco más de una semana estuviéramos platicando aparentemente como si nada y que hoy ya no esté, pero también esas conversaciones hablan de quién era David. Seguramente no quiso preocupar a sus amigos. Como siempre, pensó más en los demás que en sí mismo.
Traté a David por muchos años, en constantes actividades para beneficiar a personas y a grupos en situación vulnerable, donde permanentemente, se sumó de inmediato para apoyar toda propuesta que le hice.
Lo mismo nos unimos para llevar computadoras para equipar escuelas públicas que para dotar de equipo de cómputo de manera individual a estudiantes que residían en la periferia, quienes, de no ser por esa ayuda, hubieran tenido que suspender sus actividades educativas.
Conté también con David para apoyar a la Comunidad Haitiana y para llevar cientos de despensas a familias en estado de vulnerabilidad.
También estuvimos hombro con hombro en trabajos tanto del Consejo Municipal de Organismos de la Sociedad Civil como del Consejo Estatal de Fomento a las Actividades de Bienestar Social, y tuvo la atención de ser vínculo de comunicación con la Red ASER.
Siempre afable, servicial y atento, sus pasos por el Leonismo, Shriners, Provi, CUM y como director del Banco de Alimentos de Tijuana (Banati), dejaron huella imborrable en quienes tuvimos el placer de conocerlo, habiendo en nuestra región miles de personas -tanto de edad adulta como en la niñez- que ni idea tuvieron del millón de formas en que David directa o indirectamente les ayudó.
Aparte de saludarnos regularmente, nunca se me pasaba felicitarlo cada 1 de febrero por su cumpleaños y él tenía siempre la atención de agradecer la felicitación.
Irónicamente, aunque era León, también era orgullosamente Puma, puesto que estudió en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (FCA-UNAM).
A sus 72 años de edad, David se fue muy pronto, ya que todavía pudo seguir haciendo mucho por los demás, pero seguramente en el Cielo ya lo necesitaban como director de obras altruistas. Una de las frases que más le gustaba era “Las manos que ayudan, son más nobles que los labios que rezan”, correspondiéndole el poema del escritor, poeta y periodista Uruguayo Mario Benedetti que, con cariño, Carolina Albertos apropiadamente le dedicó: “Y lo escogí a usted; sí, a usted, porque me di cuenta de que encontró mi punto débil y fue el único que descubrió la forma de calmar este alma indomable. Lo escogí porque me di cuenta de que valía la pena, valía los riesgos… valía la vida…”
Apreciadísimo David, tus amigos y tus compañeros Leones nos sentimos honrados por haberte conocido.
Todo es cuestión de decirle Adiós a un querido hombre altruista.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario, servidor público, conferencista, deportista y activista ciudadano.
Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: http://albsandoval.blogspot.com/ Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval