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miércoles, abril 10, 2024
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“El arte nos salva”: Rosa Montero

La autora española publica el ensayo sobre locura y creatividad “El peligro de estar cuerda”, editado este año por Seix Barral. “No es algo que yo me haya propuesto, pero me está sucediendo que hay una recepción increíble con este libro, como no he tenido con ninguno”, expresó a ZETA

La locura y la creatividad, el suicidio o la literatura, es lo que Rosa Montero explora en su libro de ensayo “El peligro de estar cuerda”, editado este año por el sello Seix Barral de Grupo Editorial Planeta.


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De manera que, luego de su más reciente novela, “La buena suerte” (Alfaguara, 2020), de la que resultó finalista de la IV Bienal de Novela Mario Vargas Llosa en 2021, Montero entrega un ensayo en el que la frontera entre creatividad y locura comúnmente se ha tornado bastante borrosa a lo largo de la historia del arte.

“Mucha gente está teniendo como un encuentro consigo misma a través de este libro, lo cual no era una cosa que me había planteado; o sea, no es una cosa que yo buscara, es una cosa que ha salido”, reconoció Rosa Montero en entrevista vía Zoom para ZETA, tras el incuestionable éxito de su obra.

 


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ENTRE LA LOCURA Y LA CREATIVIDAD

Durante el enlace telemático Tijuana-Madrid, llevado a cabo el viernes 15 de julio, Rosa Montero (Madrid, 3 de enero de 1951) estuvo dispuesta a hurgar generosamente en las entrañas de su ambicioso ensayo de vida.

¿Recuerdas cómo o por qué empezaste a investigar en libros de neurología, psiquiatría, psicología, sobre la locura, el suicidio y la escritura para el título de tu libro “El peligro de estar cuerda”?

“¡Se trata del libro de mi vida!”, reconoció sin dudar, para posteriormente argumentar ampliamente:

“De alguna manera son temas que han estado dando vueltas dentro de mi cabeza desde siempre, desde niña. Como sabéis, la primera frase del libro es ‘Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza’. Entonces, siempre he tenido como esa pregunta interior, esa curiosidad, esa inquietud, por saber qué tipo de cabeza tenía, eso por un lado. Esa pregunta se hizo todavía más crítica y más álgida cuando a los 17 años tuve la primera crisis de pánico, porque claro, ahí ya piensas que estás loca y entonces realmente necesitas saber qué te pasa, necesitas saber cómo funciona tu cabeza, si es distinta a la de los demás o por qué funciona de esa manera. Esto también va unido a cierta curiosidad, así como inquietud, por el hecho de que haya todo este montón de imaginaciones cruzando tu cerebro todo el rato que no controlas y, además, que te dediques a una cosa absurda desde muy pequeña o desde muy joven, a la que nos dedicamos muchos, además, que es a dedicar las mejores horas de tu vida durante semanas, meses, años, a meterte en un rincón de tu casa, a solas, a inventar mentiras, lo cual es una cosa completamente estrafalaria”.

Entonces recordó cómo su obra, de ficción y no ficción, ha rondado entre la locura y la creatividad:

“El tema de lo que llamamos locura, lo que llamamos cordura, de la relación entre la realidad y la imaginación, han sido temas muy míos, los he escrito a lo largo de mi vida, en muchos artículos he hablado de ellos y en otros libros míos como, por ejemplo, en ‘La ridícula idea de no volver a verte’ o en ‘La loca de la casa’, que es un libro de hace 20 años y que trata de la imaginación, la loca de la casa es la imaginación, no trato de la locura sino de la imaginación, aunque se llame así; estos temas los he ido desarrollando. Entonces, desde siempre, los novelistas hemos empezado, la mayoría, a escribir desde niños.  O sea que también me he preguntado desde siempre por qué necesito hacer esa tontería: sentarte durante años a escribir mentiras, por qué necesito hacer esa tontería para soportar la vida; así que son temas que han estado dando vueltas en mi cabeza todo el rato”.

 

“NO ME FÍO NADA DE LA REALIDAD”

En “El peligro de estar cuerda”, Rosa Montero ensaya sobre la locura y la creatividad, invocando a diversos autores de la historia del arte universal, pero no desde el ensayo académico o tradicional, sino que agrega pequeñas dosis de ficción, ya que también hilvana su propia experiencia, aunque advierte que no se trata necesariamente de una obra autobiográfica o testimonial:

“Yo no pienso que sea muy autobiográfico, de eso estoy completamente segura, no pienso que es un libro testimonial, en absoluto, nada, cero; porque no digo ‘esto me pasa a mí’, que sería el libro testimonial, sino que hago una especie de minisección de mi cabeza como una cabeza más dentro de las cabezas de la gente que nos dedicamos a cosas creativas, hagamos bien o mal lo que hagamos, porque la calidad de la obra no tiene nada que ver, la cabeza del peor artista del mundo y del mejor artista del mundo es exactamente igual la calidad”.

Entonces compartió la tesis de su obra ensayística:

“La teoría de mi libro es que somos entre un 15 y 20 por ciento, y que no somos sólo la gente que se dedica a trabajos creativos, sean buenos o malos, sino también otro montón de personas que yo creo que no se dedican a trabajos creativos, pero que tienen esa cabeza que es muy parecida, que les falta una poda neuronal, que tienen unas conexiones distintas; por ejemplo, están aquellos que son absolutamente apasionados de la lectura, aquellos que necesitan la lectura de una manera absoluta para poder vivir, que yo también lo soy. Los escritores somos en primer lugar, lectores apasionados.

“Entonces, todas estas personas somos gente que a lo mejor tenemos un montón de amigos y tenemos el instinto social, pero en realidad todos tenemos cierta incomodidad para insertarnos en la realidad; la realidad no termina de encajar con nosotros, tenemos como una mayor conciencia de la fisura que nos separa del mundo, y quizá necesitamos cubrir esa fisura con un puente de palabras para unirnos al mundo, con los demás. Entre el 15 y 20 por ciento de la humanidad creo que tenemos esa cabeza que formamos parte de lo que Proust dice, en esa frase tan bonita: ‘la magnífica y la lamentable familia de los nerviosos’, Somos todos hermanos de esa magnífica y lamentable familia”.

Por lo tanto, insistió Montero, no se trata de una autobiografía, aunque en cada capítulo confiesa su propia experiencia con la de diversos autores:

“No creo que sea un libro autobiográfico,y además, cuidado, porque a lo mejor en la autobiografía, no en la parte esencial que basan mis deducciones temáticas, pero a lo mejor hay partes que son ficción; o sea, que en ese sentido, no lo toméis al pie de la letra; y la parte que es ficción, debo decir que no diré qué parte es, pero la parte que es ficción pues diría también que para mí es la más verdadera, desde cierto punto de vista; porque, como pasa siempre con la ficción, es la que demuestra o ejemplifica más clara y más potente la manera en que yo veo al mundo. Y la manera en que yo veo al mundo es que yo no me fío nada de la realidad, para mí la frontera entre la realidad, lo imaginario y la fantasía es completamente difusa, es completamente permeable. Para mí la realidad es un invento, de hecho es una alucinación, como digo en el libro. Entonces, esa idea que yo tengo de la realidad como una invención, pues está expresada de la manera más clara por la parte de ficción del libro”.

Cortesía

 

“UN ENCUENTRO CONSIGO MISMO A TRAVÉS DE ESTE LIBRO”

En el diálogo con este Semanario, Rosa Montero reveló que la respuesta de los lectores tras acercarse a “El peligro de estar cuerda” ha sido “increíble”, percepción que ha constatado directamente con el público durante las ferias del libro.

Igual que en “La ridícula idea de no volver a verte” y en este nuevo libro, “El peligro de estar cuerda”, nos compartes a tu persona para hacernos entender cómo funcionamos; a veces sirven como sesiones de un psicólogo hacia sus lectores. ¿Lo ves así también?

“¡Qué bonito! En todo caso, como una sesión de autoanálisis. Como todos somos iguales, verdad número uno, también todos somos distintos; pero como también la verdad número uno, también todos somos iguales, pues si a mí me sirve, le sirve a todo mundo, esa especie de autoanálisis. No he querido, no he intentado hacer de sicóloga de los lectores, he intentado entender mi psique, nuestra psique”.

Entonces confesó cómo en las sesiones de firma de libros de las ferias del libro, percibe directamente desde sus lectores la gran recepción que ha tenido su libro:

“No es algo que yo me haya propuesto, pero me está sucediendo que hay una recepción increíble con este libro, como no he tenido con ninguno, ni siquiera con ‘La ridícula idea de no volver a verte’, que ha sido uno que ha tenido una respuesta con la gente increíble; pero éste, todavía más. Voy a firmar, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid que dura mucho tiempo, entonces terminas viendo y hablando con 2 mil personas, porque dura dos semanas, pues venían y en el ratito ese pequeño que estás, que les firmas, pues me contaban rarezas.

“Me han pasado cosas, como una amiga maravillosa, muy amiga mía desde hace 20 años, que nos conocemos mucho, que además no es de España y que cuando viene a Madrid se aloja en mi casa, o sea que nos conocemos un montón, un día me manda un e-mail y me dice: ‘Me estoy leyendo tu libro’. Y luego añade una cosa que me encantó: ‘Creo que este libro nos autoriza a no ser cuerdos’. Y me parece muy bonito, porque veo qué está pasando, cantidad de gente que me dice ‘Muchas gracias’. Me dicen que les ayuda a reconocer una parte de ellos que han tenido reprimida, porque otra de las teorías del libro es que la normalidad no existe. Entonces, pues mucha gente está teniendo como un encuentro consigo misma a través de este libro, lo cual no era una cosa que me había planteado; o sea, no es una cosa que yo buscara, es una cosa que ha salido”, reconoció Rosa Montero.

 

“LA MARAVILLOSA BRUJERÍA DE LA LITERATURA”

Leer “El peligro de estar cuerda” es también encontrarse con las estremecedoras historias de autoras como Sylvia Plath, Janeth Frame o Emily  Dickinson, por citar sólo algunas. De hecho, el verso de Emily Dickinson “… el Peligro de estar cuerda”, da título a su libro que originalmente se titularía “Creación y locura”, tal como reconoció Rosa Montero cuando se le inquirió:

¿Por qué te pareció que el verso de Emily Dickinson, “… el Peligro de estar cuerda”, era el adecuado para el título de tu libro?

“Mira, cuando sale un título que yo llamo necesario, son títulos que emergen del propio libro. Entonces, cuando tú empiezas el libro no sabes el título, tienes títulos provisionales. Éste era ‘Creación y locura’, ése era el título provisional. Empiezas a buscar documentación y a desarrollarlo, y si todo va bien, cuando llevas como un tercio del trabajo, pasando ese tercio del trabajo emerge el título de todo lo que estabas pensando, de todo lo que estás buscando, en parte. Y este título, que de alguna manera, te explica el libro, o sea, te clarifica el libro, yo a ésos los llamo ‘títulos necesarios’; así que ni siquiera lo escoges”, ironizó.

Luego citó unas líneas de la célebre poeta Emily Dickinson (Estados Unidos, 1830-1886): “Yo creo que fui Encarnada / Cuando por primera vez / Niña sombría / Leí a aquella Dama Extranjera / Lo Oscuro –sentí hermoso (…) / Fue una Divina Insania / Si el Peligro de estar cuerda / Volviera yo a experimentar / Es Antídoto el volverse – / Hacia Tomos de Sólida Brujería”.

Entonces reveló:

“Cuando encontré este verso de Emily Dickinson pues entendí que así se tenía que llamar el libro, dejó de llamarse ‘Creación y locura’, pasó a llamarse ‘El peligro de estar cuerda’. Como sabéis, Emily Dickinson tuvo una vida muy complicada, con muchos problemas mentales; parece ser, a veces es bastante seguro, que fue violada por su padre y probablemente por su hermano y, claro, eso la condujo a una situación mental terrible y a un sufrimiento muy grande.

“Ella descubrió la magia de la poesía gracias a una poeta victoriana, Elizabeth Barrett Browning, la poesía le salvó la vida y es lo que dice ella: ‘… si el Peligro de estar cuerda’; en esa frase a lo que se refiere es a esa vida terrorífica, la vida oficial, a la vida falsa supuestamente normal que luego tenía esas oscuridades espantosas, pero era la vida normativa del padre, ésa era la vida oficial, la vida de la cordura, era el infierno para ella”.

Hacia el desenlace de la entrevista, Rosa Montero lapidó:

“La maravillosa brujería de la creatividad, de la literatura, de la poesía, fue la salvación de Emily Dickinson, una salvación triste de que no pudo vivir una vida completa, pero la salvó. O sea, de alguna manera la salvó la poesía, es decir, el arte. Ésa es otra de las teorías del libro: el arte nos salva”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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