Los tiempos políticos se adelantaron por razones justificables, para garantizar la continuidad de la política social tabasqueña. En el momento actual que la “Alianza por México” está derrotada, sin propuestas y raquítico apoyo social.
Los puestos públicos del nivel más alto al más sencillo, son para el mejor desempeño posible, y resolver con eficiencia de recursos, rezagos y problemas de sus comunidades.
La nómina de 6 millones de trabajadores del Estado Mexicano no ayuda a avanzar en los problemas nacionales. Las elecciones son en 2024 dentro de 24 meses y ya están abocados a hacer campaña política. Este adelanto de campañas es un despropósito y contradicción con la realidad; revela insensibilidad y pobre sentido de prioridades sociales, ante el panorama de pobreza extrema, inseguridad pública, violencia, crisis hídrica, migratoria, educación y salud cuestionadas.
Deben redoblar esfuerzos en resolver problemas de ciudades y regiones. Deben trabajar en la urgente reforma fiscal, en una lucha a fondo contra la corrupción en los tres niveles de gobierno y empresas transnacionales, la cual estalla en cada escándalo, como la vergonzosa riqueza de gobernadores-caciques, alcaldes y el “poder” legislativo.
El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro viene al caso, pues señaló: “Vamos a trabajar por una sociedad capitalista democrática. Porque aquí persiste la esclavitud, el feudalismo, el narcocapital, la contaminación, el extractivismo, que provoca el calentamiento global, marginando la explotación de energías limpias. La desigualdad, el hambre atroz en Colombia, donde los niños y adultos sufren y mueren por ausencia de alimentos. Trabajaremos un acuerdo nacional para conquistar la paz y la unidad, superando la violencia y la guerra creada por la parapolítica, el paramilitarismo genocida de las élites y su reacción popular en la guerrilla”.
En México tenemos un cuadro muy parecido, como latinoamericanos y parte del tercer mundo. México vive la desigualdad, el esclavismo en el salario obrero, el cual es casi nada, ante el costo de la vida y la inflación; el feudalismo, la narcoeconomía y narcosociedad son crecidos dragones. La descomposición del tejido social resulta en insultante patrimonio de gobernadores, alcaldes, diputados y funcionarios, que, se hinchan de dinero y propiedades, mientras los problemas en las colonias de la periferia aumentan y complican.
La falta de agua es grave, las aguas negras abiertas en cientos de colonias, con el verano, serán frecuentes los cortes y la pestilencia. Aún no aprendemos a racionalizar el agua ni a ser limpios. La inseguridad con la policía que en décadas nació de la complicidad con delincuentes y el crimen organizado. La criminalidad como la pobreza y miseria, crecen y son incontenibles a pesar de juegos estadísticos oficiales, pero la percepción social es de alarma periodistas y sacerdotes acribillados. Mucha tropa no da resultados, falta eficiencia ejemplar de los altos y mandos medios.
En México hay hambre, enfermedad, insalubridad, ignorancia, analfabetismo, miseria. Abandono de hijos, ancianos, violencia intrafamiliar; padres-machos irresponsables que impunemente no aportan pensión alimenticia, falta planeación urbana y viabilidades inteligentes. Estos pendientes son las tareas de los políticos, sus prioridades, no cuidar el hueso del mañana. No la grilla vil, por favor.
Formalmente en abril del 2024 arrancan las precampañas y esos meses es un exceso para promover sus propuestas. A los candidatos los avalan sus resultados como funcionarios o ciudadanos ejemplares. Pero estamos a 600 días de distancia. ¿Qué juego es este para la realidad social? ¿Qué prevén, para adelantarse 20 meses? Y el adelanto, igual de patológico, desesperado y prematuro, lo adelantan igual en una dinámica arcaica. El ejemplo de vicio y latrocinio son Dante Delgado, Claudio X. González y sus títeres del PRIAN y los recientes exgobernadores. No trabajan en resolver problemas locales y regionales, pero irónicamente se les paga y roban demasiado para “gobernar”, creando más problemas.
Trabajar en realidades sociales o saludablemente renunciar, sin prisas y sin dinero público. ¿Quién financia estas maratónicas y faraónicas precampañas? Tema profundo y oscuro. Porque al final de cuentas las paga la sociedad. Porque la maquinaria de propaganda política cuesta mucho; solo el INE es un barril sin fondo. Esta es otra contradicción, que contrasta con la austeridad republicana.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com