Quién no recuerda las películas de albur mexicano que actuó esta señora allá por los 70s y 80s, que no dejaron nada cultivable… y ni qué decir de las novelas que protagonizó; tantas que le han dejado a la sociedad mexicana, que vio y observó tales obras. ¿Qué ha de bueno? Nada. Chismes, traiciones, poder, envidias, celos y mentiras. ¿Ese es el supuesto “legado” que nos dejó la señora Carmen Salinas?
Si es así, qué mal andamos. Las televisoras, gobernación y el comercio se hacen millonarios con estos filmes desde que actuó tal señora en la picardía mexicana: horas y horas de embrutecimiento visual y auditivo. Ese es el legado de las novelas y películas mexicanas que han hecho merma en la vasta audiencia que vio las producciones picarescas de los 70s; hoy las nuevas generaciones también reciben novelas y más novelas de pésimo guion y corte cinematográfico.
Domina en sí la presencia de Carmen Salinas en filmes y actuaciones novelescas, como parte del retraso cultural que poseemos los mexicanos. En perder el tiempo, pues. ¿Cuántas transmisiones tiene una novela? Hasta más de 400. ¿Cuánto tiempo está la audiencia en espera del “¡ya empezó la novela!”?
La verdad, esa señora se hizo millonaria con esto, además de ser diputada y burlarse del resultado en elecciones (que el PRI siempre era “Juan Camaney”). Y se sentó en un curul donde no hizo nada positivo, como lo que dejó de “legado” como actriz.
Dicen por allí que era la “madre de México”. ¿A quién se le ocurrió tal ofensa? Qué faltos de respeto hacia los mexicanos que no compaginaban o no les era de su agrado tal señora; pero hoy sobran Marías Magdalenas que lloran a alguien que no dejó nada de bueno, ni cultural ni en el progreso de México.
Por eso el país no perdió nada en su desarrollo, en búsqueda de crecimiento, estudio, trabajo, honestidad y amor por la nación.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.