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viernes, noviembre 22, 2024
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Filósofos rusos no marxistas

“El deber que se impone a todo cristiano es el de mirar la realidad de frente, el de ser plenamente consciente. Nada más opuesto al cristianismo que la idealización de la realidad”.

-Nicolás Berdiaev, Kiev, Marzo 6 de 1874.

 

A la memoria del Dr. Umberto Encarnación Anizar

 

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La clase: opcional; la materia: Filósofos Rusos No Marxistas; el profesor Umberto Encarnación Anizar. Tradujo del ruso las obras completas de Vladimir Soloviov al español y alemán para alcanzar su doctorado en filosofía; y tradujo además al ucraniano Nicolás Berdiaev, para lograr su doctorado en teología.

Berdiaev, originario de Kiev, fue expulsado de Rusia por los zares al inclinarse al pensamiento socialista, al profundizar su filosofía a través del cristianismo; morirá en Francia, al ser despreciado por los comunistas soviéticos en 1948.

La filosofía rusa no marxista está prácticamente enraizada en la espiritualidad cristiana o en el pensamiento cristiano. Desafortunadamente para la Unión Soviética, su poderío bélico y económico y el autoritarismo tzarista y también el soviético, lo llevaron a despreciar así por así a pensadores tan profundos como Soloviov, Berdiaev, Bulgakov y muchísimos más, como al mismo Alexander Solyenitzyn.

Por ejemplo, al sacerdote que dio la primera comunión, al convertido Soloviov al catolicismo, la policía secreta soviética asesinó en nombre del régimen. Como hiciera la policía de Pietruszka (la policía secreta) con el padre Jerzy Popieluszko, capellán de Solidarnosk, el sindicato obrero polaco, cuyo cuerpo fue masacrado en Varsovia durante el pontificado de Karol Wojtyla.

En México la resistencia polaca a través del señor Jerzy Skoryna publicaba Solidarnosk, un boletín en español con noticias para informar a su comunidad en el exilio mexicano -don Jacobo Zabludovsky era judío polaco- sobre la situación ya no bajo el nazismo, sino con el régimen de la URSS llamado La Cortina de Hierro.

En la actualidad todos los logros geopolíticos económicos culturales y religiosos en Europa del Este y en la misma Rusia postsoviética, están por estudiarse y conocerse. Un ejemplo es la vida y obra de una enfermera polaca, Irena Sendler, miembro de la resistencia polaca contra el nazismo, y que tuvo la oportunidad con sus amigos heroicos de salvar a más de 2,500 niños del Ghetto de Varsovia. Por eso le llaman La Madre de los Niños del Holocausto. Puede usted admirar sus sacrificios a través de la película The Courages of Heart (“Con coraje de corazón”) y con varios libros sobre su persona.

De Ucrania, se sabe que en 1991, casi 45 años después de los crímenes de Rusia y Alemania en Katyn, se hizo pública la masacre de Bykyvnia, poco conocida en relación a los 100 mil judíos masacrados por los nazis en la Colina de Kiev de Babi Yar. Las tumbas clandestinas nazis de Bykyvnya, llamadas mass graves (lo que hoy conocemos como tumbas clandestinas), contienen los restos de miles de soldados polacos ejecutados por los alemanes y descubiertos aún en 1991, tras la caída del régimen comunista. Juan Pablo II al beatificar en 2001 a los mártires de la policía secreta KGB, visitó y honró a sus paisanos y a muchos judíos sepultados clandestinamente a la salida de Kiev, Ucrania.

Si usted recorre la ruta de los mártires de la Cristiada en México, desde Chalchihuites, Zacatecas; San Juan de los Lagos, Colima, Los Altos, Tepatitlán, Guerrero, Autlán, Magdalena, Guanajuato, Chihuahua; notará que en los mismos años del siglo XX, mientras la policía secreta mexicana asesinaba a nuestros sacerdotes y laicos mártires cristeros, la temible y nefasta KGB y NKVD martirizó y asesinó a cientos de sacerdotes, catequistas, obispos, cristiano y católicos ortodoxos, de una zona como la del Bajío mexicano, pero ubicada en el Este de Ucrania, colindando con Cracovia, Polonia. Lugares como Lvov.

Hace algunos años, estudiantes norteamericanos en la década de los noventas supieron que vivía aún en Varsovia la enfermera Irena Sendler; apenas estamos conociendo muchos de nosotros las atrocidades de los regímenes de Stalin y Hitler, que recuerdan el Tratado Ribentrop, de Katyn, para repartirse y destruir Polonia en la II Guerra Mundial.

No conocemos aún todo esto, y ya la Rusia de Putin quiere hacer la guerra con las naciones que pertenecieron al fracasado régimen soviético, cuya modernidad ha sido -como lo puede comprobar usted- convertir las ex repúblicas soviéticas en países hamburgueseros, que no le han apostado a lo más grande que tienen países como Polonia, Ucrania y la misma Rusia: la cultura, su historia, su música, sus pensadores, sus escritores, sus periodistas.

Una amiga ucraniana recordaba cómo en Kiev fue asesinado el periodista Georguiy Gongadze, crítico del intervencionismo ruso en Ucrania, privado de su libertad en el año 2000 y víctima del autoritarismo.

Los pensadores rusos no marxistas (Soloviov, Bulgakov, Berdiaev) no son como despectivamente fueron considerados por la Academia de Ciencias de la URRS, pensadores pequeño burgueses; precisamente intelectuales como el Nobel Ruso Solyenitzyn, consideran que esa es la grandeza rusa: su cultura; y no tanto el llamado Error de Occidente, es decir, vender y revelar secretos y armas que se han vuelto -como escribe Solyenitzyn- un error. O como profundamente escribiera en su ensayo (Editorial Austral) Nicolás Berdiaev sobre El hombre y la máquina.

 

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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