Uno de los libros más aclamados, traducidos y premiados en los últimos dos años es “El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo”, publicado en 2019 por el sello Siruela, mismo que fue presentado en Hay Festival Cartagena de Indias, en Colombia, el sábado 29 de enero de 2022.
Entre anécdotas y aplausos constantes, Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) se presentó en Cartagena de Indias en conversación con Yolanda Reyes, en el penúltimo día de Hay Festival que se celebra del 27 al 30 de enero.
En “El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo”, a manera de novela de aventuras y con una prosa poética, Irene Vallejo narra la epopeya del libro en la antigua Grecia con las guerras expansionistas de Alejandro Magno, pasando por la creación y destrucciones de la célebre Biblioteca de Alejandría, hasta llegar a la censura y el oscurantismo de la Edad Media y el imperio romano donde los libros eran sólo para algunos privilegiados, justo antes de la invención de la imprenta por Gutenberg cuando inició su masificación.
Entre otros reconocimientos, “El infinito en un junco” ha recibido diversas distinciones como el Premio Nacional de Ensayo 2020, Premio el Ojo Crítico de Narrativa 2019, Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020, Premio Búho al Mejor Libro de 2019 que otorga la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, Premio Acción Cívica en Defensa de las Humanidades 2020, Premio Nacional Promotora de los Estudios Latinos 2019, Premio José Antonio Labordeta 2020 y el Premio de la Asociación de Librerías de Madrid al Mejor Libro del Año en la categoría de No Ficción 2020.
“El infinito en un junco” está dividido en dos partes: “Grecia imagina el mundo” y “Los caminos de Roma”. En la primera parte destacan subtítulos que recrean la travesía del libro como “La ciudad de los placeres y los libros” (Alejandría), “La piel de los libros”, “Homero como enigma y como ocaso”, “El éxito de las palabras díscolas”, “El primer libro”, “Las librerías ambulantes” y “La religión de la cultura”, por citar algunos subtemas relacionados con el libro en el antiguo mundo helénico.
Y en la segunda parte, dedicado al libro en el imperio romano, “Los caminos de Roma”, figuran tópicos como “Una ciudad de mala reputación”, “Librero: oficio de riesgo”, “Bibliotecas públicas en los palacios del agua”, “Herculano: la destrucción que preserva”, “Ovidio choca contra la censura”, “¿Qué es un clásico” y “Canon: historia de un junco”, entre otros apasionantes episodios que tienen como protagonista al libro.
Durante su presentación en Hay Festival Cartagena de Indias, la doctora en Filología Clásica por la Universidad de Zaragoza de España y l’Università degli Studi di Firenze de Italia, contó que originalmente su libro era su proyecto de tesis para doctorarse, es decir, un libro académico, de no ficción:
“Mis directores de tesis -tenía dos, uno en España y otro en Italia-, intentaban que yo asumiera un determinado bagaje de normas, de convenciones académicas, científicas y me desaconsejaban las metáforas, querían que fuera muy precisa, muy concreta. Yo tuve que escribir aquella investigación que no sentía mía, sino plagada de concesiones; y bueno, quedó allí apartada como un capítulo de mi vida porque luego abandoné la universidad y me dediqué al periodismo, también a la literatura, escribí mis novelas, mi literatura infantil y juvenil”, confesó.
Con la emoción desbordante de una narradora oral, Irene Vallejo confesó cómo decidió fundir ficción y no ficción en “El infinito en un junco”:
“Llegó el momento en el que por primera vez me pregunté: ¿realmente estaba reñido el espíritu de la investigadora con el espíritu de la narradora? ¿Por qué no podemos contar la historia del libro de esta forma híbrida, mestiza?, que se pueda leer con el placer de una novela, que esté llena de todas esas imágenes que nos hacen amar la literatura y que la mejor manera de homenajearla y que tenga muchas voces de la que la mía sea una, pero dentro de una polifonía, por qué no ensayar lo que puede ser el género de la no ficción, la investigación, por qué no volver a las raíces con Montaigne cuando él pensaba el mundo en forma de charlas con los autores que había amado”.
Con contenido histórico, filosófico y antropológico, en “El infinito en un junco” Irene Vallejo narra con pasión y a manera de aventuras la epopeya del libro, donde la no ficción y la ficción se funden en una obra fundamental:
“Era un poco la paradoja de contar la historia de los libros como si fuera una narradora oral, como si perteneciera a ese mundo de la oralidad, como si dijera a los lectores: encendamos una hoguera, reunámonos entorno a ese fuego y contemos todas estas historias, que son nuestra historia, que son la de cada uno de nosotros, porque hay un momento en el que abrimos un libro estamos leyendo la historia y de repente desaparece la diferencia entre los personajes de la historia y nosotros mismos, y nosotros mismos pasamos a cabalgar dentro de las páginas, y pasamos a ser esos personajes”.