Es un tema sumamente complejo. Enfrenta muchos retos y aunque en algunas regiones han tenido avances, ni aun los países desarrollados están exentos de dificultades.
En Tijuana, con un déficit de tres mil policías, con limitado número de unidades, ante una topografía complicada, donde se limita la cobertura de radio y se hace riesgoso el patrullaje, donde existen más de dos mil indigentes y adictos, la situación es todo un reto; lo cual se hace más difícil con la constante llegada de migrantes y la cada vez más grave problemática de la circulación vehicular y de venta de droga.
Aunque la población reclama soluciones, que solo se pueden conseguir con presupuesto, opiniones de expertos y mucha capacidad más creatividad, la realidad es que el éxito únicamente se podrá lograr con proyectos y programas proporcionales al tamaño del problema. Lo que implica necesariamente voluntad, obras y acciones de corto, mediano y largo plazo, sin dejar de lado la indispensable necesidad de amplia y constante participación ciudadana.
Uno de los principales problemas que enfrenta la seguridad pública es un constante re-empezar. Cada que se nombra un nuevo titular, resulta natural que tenga sus propias ideas y personal de confianza, con lo que mucho de lo que se venía haciendo se deja de lado y se tienen que iniciar acciones y programas.
Para muestra un botón: Ante el déficit de elementos policíacos, en el pasado se decidió contratar personal para auxiliar en control del tráfico vehicular, pero el siguiente ayuntamiento decidió despedirlos, teniendo que recontratarlos al percatarse del error.
Pero independientemente del éxito o fracaso, quien sufre las consecuencias de la falta de continuidad es el ciudadano.
Para las autoridades, el reto no es nada fácil. Uno de los principales problemas es que la brevedad del encargo no da para la planeación. Más allá de la capacidad y trayectoria de los designados al frente de las corporaciones, aunque permanezcan en el puesto durante toda la administración, el tiempo es poco. Y no se diga si el relevo se precipita.
La ciudad enfrenta en estos momentos dos problemas principales: uno, el alto número de delitos; y dos, el tráfico.
En cuanto a los homicidios, son producto de lucha entre cárteles. En ese tema, las autoridades locales pueden hacer grandes esfuerzos, pero no habrá los resultados deseados si no hay una coordinación interinstitucional de la magnitud lograda a finales de la primera década del siglo actual, cuando se consiguió lo que parecía prácticamente imposible, generándose una paz que desafortunadamente no fue duradera (por la falta de seguimiento).
Respecto del tráfico, se ha venido dando una situación exasperante. La reapertura de cruce hacia Norteamérica llenó de automóviles la “Vía rápida”, pero aunque ello influyó en la problemática, hay mucho más, lo cual tiene que ver con la cantidad de vehículos que circulan y la falta de vialidades. Mientras que no se aumenten, ninguna medida logrará una solución integral.
Desafortunadamente tampoco está en las manos de las autoridades locales la respuesta total, aunque ello no les exime de esforzarse para encontrar soluciones temporales.
La solución completa implica a fuerzas un segundo piso a las principales vialidades y construir sobre la canalización. No hay de otra. Obviamente no hay suficiente dinero en el presupuesto municipal. Incluso ni estatal. Se necesita concurrencia gubernamental federal y hasta fondos internacionales.
Pero bueno, mientras que las medidas extraordinarias llegan, tenemos que organizarnos entre las autoridades locales y los ciudadanos. Se requiere una gran convocatoria para que juntos, gobierno y sociedad, encontremos y apliquemos las medidas a nuestro alcance, a la vez que hacemos planes y se los presentamos juntos a las fuentes de recursos.
Todo es cuestión de resolver la difícil tarea de la seguridad pública.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario, servidor público, conferencista, deportista y activista ciudadano.
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