Francisco Vega de Lamadrid, entre muchas otras, dejó una mega deuda con la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) que en ocasiones estuvo a punto de llegar a los 2 mil millones, pero al final de su administración, sobrepasaba los mil 700 millones de pesos.
El actual gobernador, Jaime Bonilla Valdez, no se queda atrás. Salió igualito a “Kiko”, pero en modo respondón y con un poco más de cinismo. A menos de un mes que concluya su bienio, no es que alguien esté contando los días, pero ya faltan 30, también dejará su mega deuda. A menos, claro, que en las dos siguientes quincenas tenga la capacidad de pagar mil 359 millones 549 mil 377 pesos que, hasta el miércoles 29 de septiembre, adeudaba al Ayuntamiento de Tijuana por diversos conceptos.
La mega deuda de Bonilla es un acumulado de haber dejado de suministrar los recursos al Ayuntamiento de Tijuana desde 2020, cuando el ahora ex alcalde, Arturo González Cruz, hizo públicas sus aspiraciones para sucederlo en el gobierno estatal y participar en la contienda interna de Morena, en la que finalmente resultó ungida la hoy gobernadora electa, Marina del Pilar Ávila Olmeda.
Después, cuando González solicitó licencia para retirarse, ahora se sabe por su declaración, amenazado por el fiscal general del Estado para que entrara la suplente, su hija Karla Ruiz, el gobernador mantuvo los impagos con el ayuntamiento.
Así el desglose de los recursos económicos que Bonilla dejó de suministrar a Tijuana este 2021: Enero,10 millones 70 mil 652 pesos.
Abril, 55 millones 307 mil 113 pesos.
Mayo, 77 millones 68 mil 314 pesos.
Junio, 67 millones 412 mil 566 pesos.
Julio, 376 millones 403 mil 606 pesos.
Agosto, 344 millones 950 mil 634 pesos.
Septiembre, 178 mil 307 mil 467 pesos.
En total, en siete meses de este año, Jaime Bonilla ha dejado de pagar al Ayuntamiento de Tijuana la cantidad de mil 109 millones 520 mil 352 pesos. Cifra a la que se suma la heredada por “Kiko” Vega (como la de la UABC que pagó Bonilla): 250 millones 029 mil 377 pesos, para un total de la mega deuda de Bonilla con Tijuana, de mil 359 millones 549 mil 377 pesos.
El mandatario morenista ha dejado de pagar a Tijuana las participaciones federales que se integran de diversos fondos, como el de fomento municipal, de fiscalización y recaudación, Impuesto Sobre la Renta (ISR) por enajenación de bienes e inmuebles, fondo de compensación ISAN, impuestos sobre automóviles nuevos, sobre tenencia, gasolina, diésel y fondo ISR.
A su vez, ha dejado de suministrar los recursos etiquetados al Ayuntamiento de Tijuana como participaciones estatales, por ejemplo, por impuestos, fondo compensatorio, impuesto sobre hospedaje, fondo compensatorio ISSH, impuesto sobre tenencia estatal, venta final de bebidas e impuesto para mantenimiento y conservación de vías públicas, entre otros.
Prácticamente, el Ayuntamiento de Tijuana ha estado financiando al Gobierno del Estado que encabeza, todavía, Jaime Bonilla, pues al no traspasarles los recursos que por Ley le corresponden, estos, como en la administración de Vega de Lamadrid, son utilizados en otras áreas de mayor importancia para el primer gobernador de Morena en la entidad. Tan es así, que llegó al descaro de pedir a los cinco ayuntamientos de Baja California, dinero de participaciones federales en préstamo para poder hacer frente a sus deudas de corto plazo, como exige la Ley que salde antes de dejar la administración, lo cual sucederá el próximo 31 de octubre.
Es evidente, que, incisivo, al igual que Vega, Bonilla salió malo para administrar, pues aparte de heredarle a Ávila Olmeda finanzas comprometidas, amparos por cobros excesivos o por impuestos abusivos, deja al Ayuntamiento de Tijuana con un déficit, debido a la no entrega de recursos federales.
La esperanza que tiene la alcaldesa Montserrat Caballero, es su buena relación con Bonilla Valdez. Ella considera que, dado que no se ha enfrentado al gobernador (aunque le quedan 30 días de gobierno para ver si la luna de miel persiste) y siempre ha sostenido una respetuosa e institucional relación con él, este cederá a pagará a Tijuana lo que su gobierno estatal le adeuda.
La cuestión es que, ni los diputados lo apercibieron, ni el ayuntamiento se inconformó legalmente, cuando el mandatario, por puro capricho primero y por mala administración después, dejó de cubrir los pagos de, por ejemplo, las prestaciones federales a la ciudad.
Por supuesto que esta medida de quedarse con el dinero ajeno no fue exclusiva de Bonilla con Tijuana, lo hizo con el resto de los municipios, pero en menor medida, debido a que la proporción entre las ciudades es considerable, por un lado. Y por otro, a que en el caso de ayuntamientos como el de Rosarito o Mexicali, contó con la venia de las alcaldesas para que se quedara con el recurso de la ciudad en calidad de préstamo, y se los regresara facturados a cuentas por pagar de los ayuntamientos con paraestatales, o a través de obra.
En el caso de Tijuana, ni Arturo González Cruz, ni Karla Ruiz Macfarland, la suplente, estuvieron de acuerdo en que las participaciones federales de la ciudad fuesen utilizadas por Bonilla para salir de sus propios yerros financieros, por eso, simple y sencillamente, y como no hay autoridad que lo detenga, dejó de pagarles.
En unos días, 30, Baja California tendrá nueva titular del Poder Ejecutivo estatal, Marina del Pilar Ávila, tendrá oportunidad de revisar si hubo malos manejos en la administración pública de Bonilla, y hasta donde se sabe, cuenta con asesoría de un prestigioso despacho de auditorías y experto en entrega-recepción de administraciones, desde donde le darán la pauta a seguir, sea legal, financiera o penal.
Si Montserrat Caballero no convence que en las siguientes dos quincenas, el gobernador pague a Tijuana los mil 359 millones 549 mil 377 pesos que le debe, la morenista y primera mujer electa al cargo de presidente municipal, se verá a su vez en un brete económico que no necesariamente -como lo hizo Bonilla con el adeudo de Vega- Marina Ávila deba saldar de inmediato.
Así que a su ciudad natal, la que tanto presume, Bonilla le quedó mal y se quedó con sus recursos. Todo porque los alcaldes, propietario y suplente, no le siguieron en sus caprichos.