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domingo, enero 12, 2025
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El olvido que seremos

Fernando Trueba retoma aquí las memorias de Héctor Abad Facionlince y las inunda de un sentimentalismo que, sin embargo, no se queda en la superficie.

Esto es porque el director español divide la historia en dos partes: la vida de Héctor Abad Gómez (Javier Cámara), un reconocido médico de Medellín, Colombia; y después la de su hijo, el estudiante de medicina Héctor (Juan Pablo Urrego).

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Al principio lo que tenemos aquí es la evolución de una familia clase-media, y, sobre todo, de la niñez de Héctor (Nicolás Reyes) -apodado Quiquín- recreada con nostalgia, en el hogar cohabitado por su madre y cuatro hermanas. Esto hace que la relación padre-hijo sea inquebrantable y el motivo del encanto en la primera mitad del filme.

Para la segunda mitad, Trueba optó por el blanco y negro, retratando así las peripecias del joven Héctor que observa un país “donde la vida vale muy poco”, sacudido por un brutal cambio político que indica el principio del fin en Colombia. Aquí es cuando el padre emerge como un luchador social que aboga por la salud pública con una convicción admirable, no importa el precio de la lucha, ni el sacrificio personal que ello implique.

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En este rol protagónico, Javier Cámara se lleva todos los aplausos, dejando en claro por qué es tan aclamado en su natal España. Tanto Cámara como el pequeño Juan Pablo son el alma de esta intensa y emotiva cinta que, con sobradas razones, ganó el Goya a Mejor Película Iberoamericana de 2021. Disponible en Netflix. ****

Punto final. – Demasiadas horas de una vida perdidas en “El juego del calamar”.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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