¿La propiedad privada es sinónimo de libertad? Sí.
De la primera a tercera parte repasamos los orígenes y el cambio de paradigma del derecho de propiedad, la Declaración de los Derechos del Hombre y los principios de igualdad, libertad de trabajo, conciencia, laicismo del Estado, abolición del feudalismo, libre acceso a la propiedad e individualismo como base del derecho, divorcio, libre disposición de bienes, autonomía contractual y las diferencias del capitalismo y socialismo.
En la obra Capitalismo Social, legado empresarial de Monterrey de César Salinas Márquez, publicado por Centro de Estudios Eugenio Garza Sada, A.C., analiza el surgimiento del capitalismo social mexicano en Nuevo León antes de 1910. Los empresarios desarrollaron una filosofía social basada en convicciones personales, morales o religiosas, mediante tradición filantrópica de familias acomodadas, quienes en vida o al final de ella entregaban importantes sumas a caridad o construcción de edificios o instituciones, la intención: “buenos patrones y buenos cristianos”; sin embargo, no generaban postura clara empresarial.
No obstante, fueron los primeros en desarrollar conciencia de su privilegio e influencia positiva en una sociedad que exigía justicia social.
A inicios del siglo XX, los obreros presionan a empresarios por trato digno, mejores sueldos, mayores prestaciones; así, los empresarios de transición entendieron que tenían dos opciones: cambiar buscando cooperación y reconocimiento social a la labor empresarial, o afrontar el conflicto obrero, descrédito y presión de las comunidades y el gobierno.
Se decidieron por lo primero, buscando que todos los sectores colaborasen, debido a la presión de los trabajadores y el gobierno que se mantuvo exigiendo reconocimiento y respeto a los derechos de los trabajadores, quienes se mantuvieron en pie de lucha bajo el argumento de que no podían regresar a las condiciones porfiristas.
En tanto, los empresarios se dieron cuenta que era inútil ignorar o negar que el capitalismo beneficiaba exitosamente al empresario, no así a trabajadores y comunidad, surgiendo el llamado empresarial defendiendo el libre emprendimiento, buscando demostrar que el capitalismo podía humanizarse.
La meta: acordar pacíficamente, beneficiándose empresarios y colaboradores, accionando para comprobar que la empresa privada genera bienestar para participantes, inclusive la postura adoptada por empresarios fue más amplia que los requerimientos constitucionales, atendiendo necesidades de trabajadores, como acceso a salud, vivienda, alimentación, educación, recreación y formación de patrimonio, invirtiendo en educación y capacitación de trabajadores, prioridad por alto índice de analfabetismo; en Nuevo León entre 1921 y 1930 tenía entre 59% y 77% de población analfabeta.
Empresas aceptaron que la fórmula “trabajo y ahorro” no era suficiente para progresar, y era necesario crear entornos de auto superación a través de “la educación”. También otros programas fueron: tiendas de despensa y productos básicos con descuentos y crédito, organización de eventos culturales y entretenimiento para obreros y sus familias, círculos deportivos internos, cajas de ahorro y préstamo.
Se dio paso a la formación de un patrimonio mediante créditos con bajas tasas de interés; pocas fueron las empresas que transitaron de la antigua postura liberal preocupada solo por el negocio y la idea de atender a las necesidades de los trabajadores. Los empresarios ejemplo en el nuevo modelo de empresa con vocación social fueron Francisco G. Sada, Luis G. Sada y Adolfo Prieto, quienes se preocuparon por convencer de la importancia de que la empresa se interesara en el desarrollo personal, familiar y social de sus colaboradores.
Así inicia la generación de empresarios que adoptaron los principios de justicia social, convencidos de que el capitalismo era el modelo más eficiente, impulsando el desarrollo económico, pero promoviendo el bienestar de sus colaboradores; de esta forma inicia la postura de ir más allá de las exigencias laborales preocupándose por el desarrollo integral de trabajadores y sus familias, siendo éste el antecedente del principio a la dignidad humana, naciendo los empresarios sociales con las características de: “voluntad tesonera, austeridad, confianza en sí mismos, eficiencia, espíritu nacionalista y laboriosidad”.
El capitalismo social y sus principios: “libre emprendimiento, respeto a la dignidad humana, compromiso social y liderazgo humanista”, están desarrollados en un manifiesto que puede firmar quien dese formar parte de esa comunidad empresarial, en la página web capitalismosocial.mx.
“El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica y el empresario que solo se ocupa de su empresa, ni siquiera se preocupa por su empresa”. (Eugenio Garza Sada)
La abogada María de Lourdes Molina Morales es catedrática en Derecho y jueza del Juzgado Décimo Civil de Tijuana.
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