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sábado, febrero 17, 2024
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No a las mayorías absolutas

“No hay hombre que, revestido de un poder absoluto para disponer de todos los asuntos humanos, no sea víctima de la soberbia y la injusticia”.- Platón

 


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Hay esperanza, incluso para los fatalistas, quienes llenos de razón ante una la larga lista de candidatos sin mérito en Baja California, consideran que todo está perdido. También para los anti oficialistas que opinan que la jornada electoral está de sobra, porque es evidente que Morena triunfará o que al Estado le irá mal sin importar el partido que gane, porque de todos los aspirantes no se hace uno. Les tenemos noticias: aún pueden generar un cambio, pero tienen que salir a votar.

No se vale usar la discapacidad política de los aspirantes a los puestos públicos, ni el pesimismo como argumento para justificar la irresponsabilidad el próximo domingo 6 de junio, de no salir a elegir a las personas que gobernarán, que decidirán el futuro de tu Estado, tu ciudad y la economía de tu familia, por los próximos tres y seis años.

El panorama no es el más halagüeño, muchos de los candidatos fueron opacos y no informaron de sus riquezas e intereses. Sin importar dignidades o principios, los partidos se revolvieron para buscar más votos; aspirantes se cambiaron de una institución política a otra como de calcetines. Hicieron fotomontajes, se insultaron y cometieron delitos que no fueron sancionados; en materia de seguridad reciclaron propuestas y no faltó el oportunista que explotó el tema declarando mentiras o sandeces, incluso hubo un partido al que le pareció una buena fórmula unir a un hombre con antecedentes delictivos y a un perseguidor de criminales buscado por la Ley.


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En fin, parece que todos hicieron la lucha, sin importar que para eso debieron cruzar el lado oscuro de la fuerza.

Sí la calidad de los candidatos es deficiente, cierto, los partidos son responsables, pero es lo que hay, y es precisamente este contexto poco favorable, lo que magnifica la obligación ciudadana. Porque en medio de aspirantes llenos de carencias, corresponde a los ciudadanos razonar el sufragio -y no será fácil-, revisar las capacidades de cada nombre en las boletas, sus fortalezas y debilidades, las simpatías y los rencores, si ha tenido resultados reales o solo presume lo que carece. Sobre todo, analizar si quieren más de lo mismo, si han funcionado más allá de las becas y apoyos, los programas asistencialistas usados durante décadas por PRI por el PAN y ahora por Morena para ganar votos. O elegir cuál es la combinación de partidos, colores y propuestas, que serían de mayor beneficio para sus familias, para su ciudad, para el Estado y para el país.

El voto sí puede marcar la diferencia no solo al elegir candidatos a gobernadores o alcaldes, lo pueden hacer de una forma determinante al elegir senadores, diputados federales y locales. Impedir que tal o cual partido tenga ese poder absoluto, que los bajacalifornianos han atestiguado, los corrompe absolutamente y cada vez más rápidamente.

Como territorio y como Estado, ya se padeció una suerte de “absolutismo” durante 70 años de priismo, el cual en 1989 fue rechazado por los californios, quienes reclamaron un “cambio”. Sin embargo, ante la acumulación de poder, lo que terminaron por ofrecer los albiazules durante casi 30 años de panismo, fue apenas un “relevo” que se deterioró rápidamente, porque aprendieron, perfeccionaron e institucionalizaron las malas mañas de sus antecesores.

En 2018, de nuevo el hartazgo social reclamó un gobierno diferente, y esperanzados en las promesas de Andrés Manuel López Obrador, Baja California le dio su voto al morenismo bajacaliforniano, el cual nació viciado de origen, de una extraña mezcla de prianistas con mayoría tricolor que se vendió como partido de izquierda, y estos fueron sorprendidos con corruptelas incluso antes de tomar posesión, pero igual, nadie fue sancionado.

Dos cosas ha dejado claras la historia política en el Estado 29: una, que cuando se activa la participación ciudadana, lo hace para sancionar las malas prácticas y comportamientos de sus políticos; y dos, los únicos momentos en que los funcionarios de los poderes ejecutivos no han abusado del poder o se ha impedido que se enriquezcan a costa del erario, ha sido cuando no tienen sometidos a su voluntad al Poder Judicial, sobre todo cuando no cuentan con todos los votos en el Poder Legislativo para respaldar ciegamente todas sus ideas, caprichos o resentimientos.

Incluido el Ejecutivo, cada uno de estos tres poderes existe por separado, para convertirse en contrapeso, control y equilibrio de los otros dos. Y para que las acciones del Poder Ejecutivo se mantengan enfocadas y respeten el Estado de Derecho, corresponde al Judicial dirimir los temas jurídicos, lo que está plasmado en las leyes; y al Legislativo, lo relacionado con la creación de leyes para armonizar al Estado en materia económica, política y social.

Pero los contrapesos se diluyen cuando cualquier partido obtienen carro completo, a la fecha ha sucedido con todos los que han llegado, sin importar cual, se vuelven ambiciosos y no resisten la tentación de anular y pasar por encima de los otros poderes. Y si es su deseo que un solo partido tenga el control total de la vida del país, que México, Baja California y cada uno de sus municipios funcione bajo una mayoría absoluta, en la que las decisiones y políticas respondan a la voluntad del hombre o mujer que encabece los poderes ejecutivos en los tres órdenes de gobierno, debe salir a votar.

En contraparte, si su deseo es pugnar por un gobierno diverso, con un Legislativo que controle y vigile al Ejecutivo para evitar que se oculte información, combatir la incompetencia o corrupción, entonces debe revisar cuál de los candidatos tiene conciencia de los problemas de la entidad y la intención de buscar soluciones en función de los intereses de la ciudanía.

Entonces, salga el Lector el próximo domingo a ejercer su derecho a sufragar, porque su voto vale y puede hacer la diferencia.

Autor(a)

Rosario Mosso Castro
Rosario Mosso Castro
Editora de Semanario ZETA.
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