Las arraigadas y desiguales relaciones de poder entre los géneros han existido en los procesos e instituciones de gobierno durante siglos. Y aunque hemos tenido algunas reivindicaciones en el pasado, como que en 1946 se reconoció el derecho de las mujeres a ser votadas en las elecciones municipales; el 17 de octubre de 1953 se promulgó la reforma constitucional para que las mujeres mexicanas gozaran de la ciudadanía plena; el 3 de julio de 1955 nuestras ancestras votaron por primera vez en una elección federal; en 1977 la Cámara de Diputados aprobó la reforma que ordenaba que las candidaturas a senadores y diputados no excedan de un 70% para un mismo género; nos tardamos demasiado para tener una gobernadora.
Griselda Álvarez Ponce de León fue la primera mujer en ocupar una gubernatura en el país y fue en el estado de Colima, en el sexenio de 1979 a 1985, pero en México solo nueve mujeres habían conseguido ocupar un puesto como gobernadora. Situación que sucedió en dos ocasiones en la Ciudad de México y Yucatán.
Y no sorprende en Yucatán, puesto que en esa entidad Elvia Carrillo Puerto en 1923 fue designada como la primera diputada local. Asimismo, las primeras mujeres en unirse al Congreso de la Unión fueron las legisladoras Aurora Jiménez de Palacios, quien fue la primera mujer en llegar al Congreso de la Unión al ocupar el puesto de diputada federal por el PRI, de 1954 a 1955; y María Lavalle Urbina, senadora para las legislaturas número 46 y 47, y junto con Alicia Arellano Tapia se convirtió en una de las primeras mujeres en ocupar un escaño en el Senado, organismo que llegó a presidir en 1965. En su carrera se cuenta como la primera magistrada del Tribunal Superior de Justicia y la primera mujer que presidió el Senado.
En la actualidad, las elecciones del domingo 6 de junio son un hito en la historia del país porque de los 15 estados que celebraron elecciones, 6 entidades serán gobernadas por mujeres. Asimismo, hay aproximadamente 60 diputaciones de mayoría relativa para candidatos y candidatas indígenas, afromexicanas, con alguna discapacidad y para la comunidad LGTBIQ+.
Marina del Pilar Ávila Olmeda, postulada por la coalición Juntos Haremos Historia en Baja California, obtuvo un total de 542,035 votos, los cuales representan el 48.4950% de la votación emitida durante la jornada electoral del 6 de junio, por lo que fue declarada como Gobernadora Electa para que desempeñe el cargo del 1 de noviembre de 2021 al 31 de agosto de 2027, rompiendo así varios estándares, pero también paradigmas.
Este hecho fractura el “conservadurismo” de Baja California construido por muchos actores políticos, que gobernaron en el Estado con ideologías llamadas de derecha, y que determinaron la esfera pública, excluyendo a los temas de innovación (como los atenientes a las teorías feministas).
La ocupación de la maestra Marina del Pilar Ávila Olmeda en el cargo político de más alto mando en el Estado, es parte de la reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres; pero más que un triunfo de lucha de derechos, representa una gran oportunidad de un gobierno incluyente y justo, en donde las mujeres no sigamos siendo excluidas, discriminadas y violentadas, y que se privilegie la construcción de una nueva conciencia que impacte en relaciones de equilibrio basadas en el respeto a la dignidad.
Sabemos que falta mucho para lograr la sociedad en la que gozar de todos los derechos no sea un privilegio de pocas personas, sin embargo, resulta muy esperanzador tener una mujer con el timón del gobierno. Que sabe lo difícil que es ser la primera mujer en un cargo público, pero que está consciente de que la sororidad, la solidaridad y la empatía han sido los valores fundamentales del movimiento feminista en nuestro país, los cuales han permitido bienestar, desarrollo, progreso y unidad.
El éxito de cualquier mujer dentro de la política no es un hecho aislado, es el resultado de una serie de circunstancias que han posibilitado la dignificación del ejercicio político. Compartir la memoria histórica es visibilizar a aquellas luchadoras que ya no están con nosotras, pero que defendieron e hicieron posible que estas realidades de cambio se gestaran. Sirvan estas líneas para reconocer a algunas mujeres que han podido llegar a donde por derecho les corresponde con la ayuda, el esfuerzo y sacrificio de muchas otras cuyos nombres no se escriben, pero que también merecen ser honradas.
Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California.
Correo: melbaadriana@hotmail.com