Qué joya encuentra uno en este documental de Craig Foster, un sudafricano aficionado al buceo libre o en apnea que, tras una crisis personal, se dedica a explorar un bosque marino en la Bahía Falsa, en Ciudad del Cabo. En esas heladas aguas, narra la historia de su vida, gracias al encuentro con una figura extraña formada por diversas conchas que ni los peces que por ahí nadaban parecían entender.
Eso era el pulpo, que, por alguna razón entonces desconocida, se había forjado tal armadura antes de salir disparado frente a la atónita mirada de Foster. Desde ese momento, el experto nadador emprendió una aventura que duraría poco menos de un año, en la que todos los días habría de clavarse en el fondo de este mar y buscar un acercamiento con el molusco que le daría lecciones, entonces impensables.
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Dirigida por Pippa Ehrlich y James Reed, la película es el desarrollo de un contacto entre el humano y el animal que manifiesta tanta curiosidad al extender sus tentáculos y atreverse a tocarlo. Esas imágenes del pulpo cambiando de forma, creciendo, bailando sobre la arena, convertido en un fiero cazador capaz de crear estrategias cuando su presa es una escurridiza langosta y sobrevivir al ataque de su depredador natural -el tiburón rayado que también habita en ese rincón del océano-, son verdaderas sorpresas por fortuna captadas en filme para siempre.
Luego está la confesión continua de Foster, que observa cómo su conocimiento de este pulpo lo transforma, le enseña que uno no contempla el mundo, sino que forma parte de él y que, a diferencia de un animal, lucha contra lo inevitable. Gran enseñanza que va hacia el final, cuando la naturaleza femenina de este pulpo hembra dicta el clímax y el desenlace de una amistad que se antoja imposible, sin embargo, lo fue. Tan es así que, cuando Foster comienza a contar su historia, no parece ser el mismo que concluye esta aventura bellamente fotografiada, además.
Este título no podría faltar en las nominaciones al Oscar. Merecido tiene el honor, ya de entrada. Bien por Netflix en haber hecho posible su realización como documental. ****
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Punto final. – “Mi maestro el pulpo” competirá con otro fenomenal ejemplo del buen cine chileno: “El Agente Topo” y “Collective”, documental francamente extraordinario que retrata lo que el periodismo debe ser, y, por lo tanto, competirá también en el rubro de Película Internacional. Vaya hazaña.
