El gran acierto de este thriller es el actor Javier Gutiérrez en el rol protagónico. De eso no hay duda.
El histrión lleva perfectamente bien al personaje Javier Muñoz; convence con la mirada, expresa el torbellino emocional que sufre como un hombre maduro que, al perder el empleo, prácticamente se queda sin nada, en una sociedad que no perdona el paso de los años ni reconoce el mérito profesional.
Y como todo depende de un puesto de trabajo, el resto de la vida de este individuo parece una avalancha. Sin el nombramiento ya no puede pagar su casa. Su único hijo, un preadolescente muy dedicado a la escuela, ya no quiere ir al colegio privado porque sabe que los otros chicos no lo dejarán en paz. Su esposa tiene que conseguir un empleo de limpieza en una tienda departamental, y, peor aún, el buen Javier no parece obtener ninguna oportunidad a pesar de su estupenda reputación como publicista. De pronto todo mundo es más joven que él y están dispuestos a trabajar por menos dinero.
El problema es que cuando en un ataque de rabia, tras una humillante entrevista de trabajo, destroza un auto y como consecuencia encuentra las llaves del departamento que tuvo que ceder en el corazón de Madrid, no sabemos a dónde lo llevará este hallazgo.
Y esto se sostiene en toda la película, cuando acaso nos volvemos testigos de una fechoría en desarrollo que avanza conforme vemos a Javier entrar a escondidas a esta vivienda, estudiar a sus habitantes, descubrir el talón de Aquiles de Tomás (Mario Casas), el joven emprendedor que allí reside, conocer a su esposa y a su hija, y a partir de ahí planear un destino que se vuelve más creíble, por inverosímil que parezca al principio.
A Javier lo carcome la envidia: ve a Lara (Bruna Cusí), la esposa de Tomás que lo respalda en todo, hasta en favorecerlo con el puesto directivo que tiene. dado a que su suegro es el dueño de la empresa. Y luego está la pequeña Mónica (Iris Vallés), una niña encantadora que contrasta con la imagen de su hijo, a quien de pronto, por su físico, percibe como un fracaso.
Cuando Javier descubre que Tomás fue el causante de un terrible accidente que casi acaba con la vida de esta familia, todo lo demás está decidido. Un hombre así, no merece todo lo que tiene.
Esta justificación determina los pasos a seguir de este elaborado largometraje, en el que hasta Damián (David Ramírez), el jardinero pervertido de los apartamentos, juega un rol importante que tiende a justificar las acciones de Javier, a ratos incomprensibles, aunque poco a poco todas las piezas van embonando a la perfección.
Codirigida por David y Álex Pastor, esta película de 2020, disponible en Netflix, es un ejemplo más del buen cine disponible vía streaming que se presenta como una crítica sutil, inteligente, mordaz hacia una sociedad que no valora lo que tiene y termina moldeando seres alienados, capaces de lo inimaginable con tal de tener un “Hogar”. ****
Punto final. – Va bien “Nomadland”. A ver si corre la misma suerte en un enrarecido Premio Oscar, como ocurrió el pasado fin de semana con los Globos de Oro.