“Un humanismo bien ordenado no comienza por sí mismo, sino que coloca el mundo
delante de la vida, la vida delante del hombre, el respeto por los
demás delante del amor propio”.
-Claude Lévi-Strauss.
El mejor remedio contra cualquier abuso sería establecer controles rigurosos sobre la determinación del consentimiento real o explícito de los pacientes, en lugar de la prohibición total del suicidio asistido a petición del paciente. Ciertamente algunos hospitales de Holanda se esfuerzan por asegurar que lo pacientes puedan tomar una decisión con conocimiento de causa sobre la petición de asistencia para acabar con la vida.
Cuando el mundo discute sobre la legalización de la Eutanasia, mira a Holanda. El martes 10 de abril del 2001, Holanda se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia. Enseguida, el país vecino Bélgica comenzó el debate de una ley sobre el tema. Cuando Holanda plantea como cuidar mejor a los enfermos terminales, tuvo que mirar sobre todo la experiencia en otros aspectos, pues la aplicación de la eutanasia ha llevado a descuidar la medicina paliativa; consecuentemente, Holanda inició un programa muy profesional sobre cuidados paliativos para todos los profesionales del sector salud y voluntarios que deseen atender a enfermos terminales. Quienes dispongan del “certificado de cuidados paliativos” podrán mostrar que están calificados para asistir a los enfermos desahuciados en sus necesidades físicas, sociales y anímicas, para aliviarles en su dolor y acompañarles hasta el trance de su muerte.
Este curso también prepara a los voluntarios y profesionales de la salud para ayudar a los familiares a sobre llevar la perdida de la persona querida. Según cifras oficiales en Holanda en 1995, la eutanasia se aplicó a más de 10,000 personas. En otro aspecto, Dinamarca autoriza desde 1992 al paciente aquejado de una enfermedad incurable al decidir el mismo la interrupción del tratamiento. En Colombia, el Tribunal Constitucional, admitió la práctica de la eutanasia en 1977, para los enfermos en fase terminal que lo reclamen expresamente. En la República Popular de China, el gobierno autorizó en 1998 a los hospitales a practicar la eutanasia para los enfermos en fase terminal. Por su parte, nuestro vecino del norte Estados Unidos de Norteamérica estableció una ley federal que prohíbe la eutanasia, sin embargo, estados como Oregón, Texas y Nueva York permiten la eutanasia con algunas reservas.
Se deduce de todo lo aquí expuesto que si la eutanasia puede ser moral y legal; entonces asistir a una persona que se suicide debería ser también moral y legal. Con esta perspectiva, sin embargo, el Estado tiene derecho a intervenir en el control de tales situaciones con la finalidad de asegurar que el paciente sea capaz de iniciar y consentir tal disposición con conocimiento de causa, y no esté coaccionado ni por parte de miembros de la familia del paciente ni por personal médico. De esta forma, la ley -por lo menos en teoría- controla y regula los acuerdos efectuados entre pacientes que son enfermos terminales y sus médicos, con la finalidad de asegurar que tales acuerdos se guíen por una preocupación de la autonomía del paciente individual.
En una sociedad liberal que tiene minorías étnicas y religiosas dentro de ella, estas opiniones diferentes sobre la muerte y el morir, y si tenemos o no el derecho a morir como elijamos, tienen que tolerarse, por supuesto, y tanto los médicos como cualquier responsable de la salud, deben de ser sensibles a ellas para proporcionar un tratamiento médico apropiado. Pero no hay razón para que en una sociedad liberal y multicultural los criterios de ciertos grupos religiosos se opongan al punto de vista liberal enunciado anteriormente, ni para que los miembros de estos grupos religiosos exijan que se conviertan en leyes vinculantes para todos, su particular punto de vista. Podría ofender a algunos judíos ortodoxos o musulmanes que el suicidio sea despenalizado en nuestra sociedad, igual que ofende a algunos católicos que el divorcio o el aborto sean legalmente permitidos.
Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A.C.
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