“No es fácil hacer algo bueno, pero es muy difícil hacer algo malo”.
-Charles Eames.
La Criminología dice que los homicidas seriales presentan generalmente las siguientes características: matan, como mínimo, tres ocasiones, y con cierto intervalo de tiempo entre cada homicidio; actúan estableciendo contacto con la víctima (utilizan un cuchillo, estrangulan o golpean y no es común que utilicen arma de fuego); y, por último, realizan los homicidios con una especie de rituales en las que se estimula a sí mismo, mezclando las fantasías personales con la muerte.
El homicida psicópata -ejemplo clásico de la personalidad antisocial- puede ser clasificado como el homicida evidentemente más peligroso; tiene una gran capacidad de fingir emociones que en realidad no está experimentando. Este rasgo le permite darse el lujo de realizar una especie de simulacro para engañar a sus víctimas y conseguir el acercamiento físico, que finalmente le facilitará la persuasión y la ejecución del plan que ha concebido para realizar el homicidio.
Generalmente los homicidas seriales psicópatas buscan constantemente experimentar su propio placer; suelen ser personas solitarias y además están dotados de una personalidad seductora y atrayente. Estas personas creen que todo les está permitido y les atraen de sobre manera natural, y se excitan con situaciones prohibidas y de riesgo. Cuando matan, suelen tener como objetivo final el humillar a su víctima, y de esta manera, experimentan su sensación de poder, recobran y ejercen la autoridad al tiempo que refuerzan su autoestima. Para estos sujetos, la actividad final es un aspecto secundario, ya que su móvil principal es puramente el deseo de dominio y superioridad.
Pero, ¿quiénes son los homicidas seriales? Tres ideas fijas reinan en la mente de los homicidas seriales: la manipulación, el dominio y el control de la situación. En virtud de su manera de actuar en el momento de cometer los homicidios es posible catalogarlos en dos grandes categorías. Principalmente por la cual muchas veces la policía tiene grandes dificultades para seguirles la pista. Son muchos los casos en que durante años, los homicidas seriales logran eludir a las autoridades, dejando tras de sí, un rastro de cadáveres, pero ningún indicio que revele algún dato de su identidad.
Una primera categoría de la clasificación ya mencionada es la del homicida organizado: se trata de personas metódicas y cuidadosas en sus crímenes, acechan a sus víctimas y llevan consigo su arma predilecta y distintiva; solamente una vez que tienen a la víctima bajo su poder, proceden a cometer lenta y sádicamente el homicidio.
La criminóloga de la Universidad de Fresno, Candice Skrapec, ha señalado como una de las críticas de estos homicidas seriales, el que actúan siguiendo una lógica original que, por lo general, difiere del sentido común y que es habitual para encontrar en estas personalidades -y a lo que usualmente se cree- que cuentan con un coeficiente intelectual superior al promedio; aunado a una gran capacidad casi sobrenatural a fin de parecer “una persona común”.
El homicida desorganizado es el que pertenece a la segunda clasificación: en esa categoría encontramos a personas dominantes y sumamente impulsivas; eligen a sus víctimas espontáneamente, someten y aniquilan con cualquier arma u objeto que se mantenga a su alcance en ese momento.
Respecto al perfil de los homicidas seriales, existen programas de televisión y grandes proyecciones cinematográficas, algunas de ellas incluso con éxito en taquilla, porque son atrayentes para el público en general; pero en realidad se han publicado pocos estudios científicos y psicosociales que describan seriamente las características de estos individuos. Uno de los más reveladores fue realizado por los investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Filadelfia en colaboración con el Buró Federal de Investigación de los Estados Unidos (FBI), quienes compararon los delitos cometidos por los homicidas seriales frente aquellos realizados por homicidas únicos.
Continuará…
Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C.
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