De Trez en Trez
Uno.- Como hijo de militar, crecí con la idea de respetar a las fuerzas armadas de mi país, que salvaguardan y defienden el territorio y la soberanía nacional en tierra, aire y mar con los lemas “Siempre leales” y “Todo por la Patria”.
Es más, hubo mucha insistencia e ilusión en mi familia para que tanto mi hermano como el que esto escribe, ingresáramos al H. Colegio Militar. Como se adivina, esto no se dio, pues ni uno ni otro “sentimos el llamado” ni teníamos la vocación ni la disciplina requerida; ambos nos dedicamos a otras ocupaciones, sin embargo, seguimos mostrando respeto por las fuerzas armadas de nuestro país… a pesar de lo que se les ha expuesto en las recientes administraciones federales.
En esencia, son funciones de las fuerzas armadas precisamente las de defender el territorio y la soberanía nacional, garantizar la seguridad interna e implementar el Plan DN-III y el Plan Marina en casos de desastre naturales, tal y como ha ocurrido desde la creación del ejercito tal y como ahora lo conocemos.
Así, siempre han auxiliado en labores de sanidad, de educación pública y no se diga en los casos de terremotos, inundaciones, incendios forestales, huracanes o cualquier otro desastre natural que requiera el número, la habilidad, la fuerza, carácter y disciplina que caracterizan en lo general a las fuerzas armadas de México. Larga y apreciada es la lista de sus intervenciones.
Doz.- Hasta que los civiles que dicen gobernar este país, utilizando lo de “garantizar la seguridad interior”, decidieron distraerlos de sus funciones, sacarlos de sus cuarteles y encomendarles otras tareas que no les son muy propias y que los han expuesto como individuos y como agrupación a una serie de casos poco afortunados -cuando no totalmente reprobables- relacionados con el abuso de poder, uso excesivo de fuerza y hasta de corrupción y ligas con el mismo narcotráfico, como se ha señalado últimamente.
En efecto, no se pueden pasar por alto los casos de Acteal, Chiapas (1997, 45 muertos durante el gobierno de Ernesto Zedillo); el de Tlatlaya, Estado de México (2014, 22 muertos durante el periodo de “Enriquepeñanieto”); o el de Ayotzinapa, Guerrero (2014, 43 estudiantes desaparecidos con el mismo EPN); por citar sólo algunos, y sin olvidar, claro está, lo ocurrido durante los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz Bolaños y Luis Echeverría Álvarez.
Con Felipe Calderón (2006-2012) fue cuando de plano se enfrentó a las fuerzas armadas contra la delincuencia organizada y el narcotráfico. En ese entonces candidato, el ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador prometió revertir esa acción; lejos de ello, ahora le ha encomendado más tareas no tan afines a lo militar, tan es así, que no dudó en mezclarlos con otros policías, ponerlos en la tropa y en los mandos de la Guardia Nacional en el “apurado alumbramiento” de esa corporación.
Y es que, por desgracia, la corrupción ha infiltrado a casi todas las policías civiles; no hay confianza ni claridad entre quiénes son los pillos y quiénes los que deben cuidar la seguridad ciudadana. Luego entonces, no se vislumbra el pronto regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles.
Trez.- Ahora, con la detención en Estados Unidos del ex secretario de la Defensa Nacional, Gral. Salvador Cienfuegos, acusado de cuatro cargos relacionados con el narcotráfico y lavado de dinero -y, a quien dicen los acusadores, se le conocía también como “El Padrino”-, el Ejército y algunos de sus altos mandos han quedado expuestos una vez más. A este asunto harto difícil, aún le quedan capítulos por escribir.
Otra nota relacionada es la que se dio a conocer el martes pasado: la aprehensión de seis elementos de la Guardia Nacional por su supuesta responsabilidad en la muerte de Jessica Silva, una de las dos personas que perdieron la vida en las manifestaciones por la presa La Boquilla, en Chihuahua, el pasado 8 de septiembre, cuando antes, el general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional, calificó este hecho como “un desgraciado, lamentable accidente”.
Son los riesgos de exponer a las fuerzas armadas asignándole labores que deberían realizar otras corporaciones civiles… solo que están podridas hasta el tuétano. Difícil, pues, el papel de las fuerzas armadas, entre cuyos elementos -sin duda la mayoría- los hay con los ideales y valores que deben caracterizarles. Desde luego, castigo a los que fallen y traicionen eso principios.
P.D.- El colmo: Por riesgo de contagio y los miles de muertos, pues… se cancelan las conmemoraciones del Día de Muertos en México.
P.D.2.- ¿Y a usted ya lo invitaron a una fiestecita de jalouín? ¿O es usted el organizador?
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.
Correo: profeohe@hotmail.com