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lunes, febrero 19, 2024
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Mamá, mamá

– ¡Mamá, mamá! En la escuela me dicen AMLO.

“¿Quiénes te dicen así, hijo?”.


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– Unos fifís, conservadores, intelectuales orgánicos, futuros gobernadores del Norte, neoliberales, seguidores del FMI, corruptos, traidores, adversarios míos, enemigos del pueblo, ternuritas, opositores, seguidores de Salinas, Calderón y Fox, que ahora hasta me persiguen con casas de campaña ¡y no son Boy Scouts!

Autor: Anónimo por la derecha.

 


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Tres cervezas

Entra un hombre a un bar y el mesero educadamente le pregunta:

– ¿Qué le sirvo?

“Me sirve… tres cervezas”.

– ¿Tres cervezas?

“Sí, una para mí, otra para ti, y otra para tu madrecita”.

Sorprendido y a la vez enojado, el mesero se aguanta las ganas de darle un buen puñetazo por respeto y por temor a ser despedido, ya que piensa: “Puede ser la última vez que este hombre venga por aquí, y no vale la pena ponerse de malas”, por lo que le sirve las tres cervezas.

Al día siguiente, a poco de abrir el bar, el mesero ve que acaba de entrar el hombre del día anterior. Se acerca hasta él y le dice:

“Quiero que me sirvas tres cervezas”.

Precavido por lo que ocurrió el día anterior, el mesero pregunta:

“¿Tres cervezas? ¿Y hoy para quién son?”.

El hombre responde:

“Una para mí, otra para ti, y otra para tu madrecita”.

El mesero no se puede aguantar las ganas, sale de la barra y le da una buena paliza al cliente. Al final el hombre se va magullado y sin poder caminar. El dueño del bar no despide al mesero, ya que cree que el comportamiento de su empleado ha sido justificado.

Al día siguiente el mesero está colocando las jarras de cerveza, cuando todo incrédulo ve aparecer por la puerta al mismo hombre con un ojo morado, la pierna derecha vendada y el brazo izquierdo en cabestrillo. El hombre se acerca a él:

– Quiero dos cervezas.

“¿Dos cervezas para quién?”, replica el mesero, al fin metiche.

– Una para mí, y otra para tu mamacita. Para ti nada, ¡porque por lo visto te hace mal el alcohol y te pones muy nervioso!

Autor: Mesero confinado.

 

Examen de piloto

– Bienvenido al examen de piloto. Primera pregunta: ¿Cuánto son 200 pies?

“100 personas”.

– No, hombre, no…

“¿Hay algún cojo, o qué?”.

Autor: Un chofer.

 

Dos desde el infierno

Llegan tres individuos al infierno, ese día el diablo está de buena y les dice:

“Hoy voy a dejar ir a aquel de ustedes que me dé algo que no pueda destruir con mis manos”.

Llega el primero y le da una extraña roca encontrada en Siberia. El diablo la toma en sus manos y la empieza a apretar.

“Uno, dos tres… Listo, ya te llevó el chamuco”.

Llega el segundo y le da un pequeño balín hecho de titanio. El diablo la toma en sus manos y la empieza a apretar.

“Uno, dos tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez… ¡Lo logré!, vas pa’bajo”.

Llega el último y le da una luneta de chocolate. El diablo la toma en sus manos y la empieza a apretar.

“Uno, dos tres… diez… 100 (empieza a sudar), 200… 1000”.

Nada, el diablo ha perdido. Entonces dice:

“Está bien, puedes subir, pero antes dime: ¿Por qué no pude destruir tu chocolate?”.

El individuo respondió:

“El chocolate se derrite en tu boca, ¡no en tus manos!”.

 

* * *

 

Un mujeriego, un borracho y un fumador se van al infierno. Al llegar son recibidos por el diablo, quien les hace saber:

“No se preocupen, muchachos, aquí en el infierno todo es felicidad, vida. Miren, para que vean que aquí todo es felicidad. A ti, mujeriego, te voy a dar un dormitorio lleno de hermosas mujeres; a ti, borracho, un dormitorio lleno de cajas de whisky; y a ti, fumador, una tonelada de cajetillas de cigarrillos. Yo regreso dentro de 10 años a ver cómo se encuentran”.

Se cumplieron los 10 años y el diablo regresa como había prometido, entonces abre la puerta del dormitorio del mujeriego y lo encuentra feliz. El mujeriego le dice:

“¡Dame más mujeres que estas, ya me aburrieron!”.

Y le da más mujeres. Luego va a ver al borracho y lo encuentra con las dos mil cajas de whisky vacías. Botella en mano, el borracho pide:

“Diablo, mándame más whisky, ¡ya no tengo ni una miserable gota!”.

Y el diablo le da más whisky. Luego va a ver al fumador y lo encuentra muy molesto. Entonces pregunta:

– Te veo molesto, ¿por qué, si te he dado una tonelada de cigarrillos?

“Sí, ¡pero olvidaste los cerillos!”.

Autor: Un pecaminoso que ya sabe a dónde va.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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