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sábado, febrero 17, 2024
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“Todo empieza con la poesía”: David Huerta

El poeta mexicano fue homenajeado durante el Encuentro de Poesía en Tijuana, y la Feria Internacional del Libro de Los Mochis también lo reconocerá en ocasión a su cumpleaños número 70. “La poesía es la literatura”, sentenció el autor en entrevista con ZETA

 El poeta David Huerta, quien tiene un lugar en la tradición poética de nuestra lengua, fue homenajeado durante el Encuentro de Poesía en Tijuana que se llevó a cabo del 18 al 20 de julio, distinción que se enmarcó en las celebraciones por el 130 Aniversario de la ciudad.


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“Reconocimiento al poeta David Huerta por una vida dedicada a la escritura, al estudio y a la divulgación de la poesía”, fue la leyenda inscrita en una placa conmemorativa que le entregaron los organizadores del acontecimiento literario, entre ellos el Instituto Municipal de Arte y Cultura que dirige Haydé Zavala, y La Casa de la Poesía en la Frontera Norte que fundó el escritor Eduardo Hurtado en Tijuana.

“Me queda una sensación de plenitud porque en pocas ocasiones había estado yo en una reunión tan cordial, eso quiere decir tan llena de corazón, como ésta de Tijuana organizada por Haydé Zavala y Eduardo Hurtado”, expresó a ZETA David Huerta, quien el jueves 18 de julio estuvo acompañado en la mesa de reconocimiento “La tenacidad de la escritura” por Elsa Cross y Luis Cortés Bargalló.

Huerta confirmó que también recibirá un homenaje por sus 70 años en la Feria Internacional del Libro de Los Mochis el próximo mes de noviembre; mientras tanto, fue durante el Encuentro de Poesía en Tijuana donde compartió con este Semanario algunos pormenores de su vocación como poeta.


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LOS POETAS QUE LLEGABAN A LA CASA DE SUS PADRES

David Huerta (Ciudad de México, 1949) contó a ZETA que vivió su niñez en la segunda colonia del Periodista con sus padres, Efraín Huerta y Mireya Bravo, donde era frecuente el desfile de escritores; sobre todo recuerda a poetas como Nicolás Guillén, Alí Chumacero y Regino Pedroso.

“Nicolás Guillén y Alí Chumacero fueron amigos de mis padres, de mi padre en especial, pero también de mi madre. De Nicolás Guillén tengo recuerdos de cuando yo era niño, pero también hay otro poeta del que se habla poco, porque es muchísimo menos conocido que Nicolás Guillén: se llama Regino Pedroso, un poeta cubano que compartía la misma militancia política que mi padre en el Partido Comunista Cubano, entonces eran poetas que tenían esa misma identificación política o partidista”.

¿Por qué fueron importantes Nicolás Guillén, Alí Chumacero y Regino Pedrosa en su descubrimiento de la literatura?

“Además de leerlos, fueron importantes porque yo tenía un trato directo con ellos, los vi en persona, los escuché hablar; escuchaba con mucha avidez las grabaciones de Nicolás Guillén, de sus poemas leídos por él mismo.

“A Alí Chumacero en realidad primero lo conocí como persona, como una especie de pariente, de tío supernumerario, tenía una relación muy cordial, fraternal, con mi padre; primero lo conocí así, después lo leí, era un poeta como de tono elevado, incluso solemne, pero en persona no era así. Era una persona llena de buen humor, lleno de jovialidad; entonces, me parecía que eso demostraba o documentaba la variedad de la experiencia poética, personal, literaria. Es una sola cosa poética”.

 

“TUVE DOS FIGURAS DE MAGISTERIOS”

Transcurrían 1967 y 1968 cuando David Huerta empezó a acudir a los talleres de los poetas Juan Bañuelos y Carlos Illescas, a quienes reconoce como sus maestros:

“Cuando empecé a escribir, tuve dos figuras de magisterio: el poeta chiapaneco Juan Bañuelos y el poeta guatemalteco Carlos Illescas. Mi padre de alguna forma delegó en ellos, porque no quiso interferir; fue una decisión sabia, no quiso ser mi maestro en poesía, aunque naturalmente, no podía ser de otra manera, aprendí muchas cosas de él, pero mis maestros formales fueron Juan Buñuelos y Carlos Illescas”.

¿Qué lo deslumbró de la poesía en los talleres de Juan Bañuelos o Carlos Illescas?

“A mí me llamaba mucho la atención el cuidado que ponía Juan Bañuelos en leer los poemas de los jóvenes que éramos en 1967, 1968, en su taller de la UNAM. Le daba una seriedad no diría yo académica, sino casi, casi la seriedad del artesano que quiere que sus discípulos aprendan a hacer bien las cosas, como se aprenden a hacer bien las cosas en el entorno del ceramista. Tenía esa conciencia de lo que significa el compromiso del artesano con sus materiales, aprendí mucho de eso con Juan Bañuelos, no era digamos muy intelectual; era un poeta conocedor, muy culto, un gran lector.

“De Carlos Illescas aprendí la pasión poética, fue un poeta de gran ingenio, un exiliado guatemalteco de la misma generación parecida a la de Augusto Monterroso; de hecho eran cuñados, porque Carlos Illescas estaba casado con la hermana de Augusto Monterroso.

“Carlos Illescas tenía una personalidad muy bonachona, muy jovial, muy llena de ingenio, como Alí Chumacero; hacía juegos de palabras, eso era muy brillante, te maravillaba, me gustaba mucho su poesía, era muy poco reconocido, pero me parece un gran poeta. Juan Bañuelos ya había publicado con su grupo ‘La espiga amotinada’, ya era conocido por su pertenencia a ese grupo de poetas. Carlos Illescas se dedicó a hacer guiones cinematográficos y siempre escribió muy buena poesía, tuvo varios alumnos, como yo”.

¿Qué leía Juan Bañuelos en su taller que haya influido en sus alumnos, como Usted?

“Yo recuerdo que fue quien tradujo primero que nadie a Saint-John Perse (Premio Nobel de Literatura 1960), el gran poeta del caribe de lengua francesa, y leía en voz alta en el taller a Saint-John Perse; pero leía también toda la poesía mexicana, tenía muy presente a Carlos Pellicer, Salvador Díaz Mirón, José Gorostiza; Juan Bañuelos nos enseñó a todos ellos”.

Cortesía

SU OBRA MAESTRA

Cuando David Huerta publicó su primer poemario “El jardín de la luz” (UNAM, 1972) tenía 23 años de edad. Le siguió “Cuaderno de noviembre” (1976), con el cual inició su propuesta poética en forma de versículos que se consuma con “Incurable” (1987), su obra maestra, reimpresa en 2018 por Ediciones Era.

¿Por qué el versículo es la forma adecuada para “Incurable”?

“Piensa en la Biblia: los versículos bíblicos lo que hacen es contar historias, es poesía, digamos poesía genealógica, poesía histórica, poesía épica, la historia de la tribu. ¿De dónde viene Jesús? Bueno, viene de esta larga tradición, el poema se cuenta en versículos; el versículo es una forma muy repetitiva, permite las repeticiones, que es uno de los fundamentos de la pretensión poética, la propicia.

“En el verso corto puedes permitirte no repetir, pero en el versículo la forma misma te permite repetir, retomar los temas, reiniciar tus asuntos, lo que estás escribiendo, lo que estás reescribiendo; entonces, el versículo es una forma muy flexible y a mí lo que me interesa del versículo como escritor moderno, es su colindancia con la prosa.

“Yo creo que todas las contaminaciones bien controladas, bien trabajadas, son saludables; es decir, si uno quiere contar historias, tiene que ver en qué forma lo hace: la poesía. Ya sé que la gente suele decir: ‘los que cuentan historias son los novelistas y los cuentistas’; no, los poetas siempre han contado historias, desde Homero hasta nuestros días.

“Un amigo me dijo: ‘Incurable’ es una novela, pero su trama está muy diluida, su héroe es también una figura un poco borrosa, pero hay como una proclividad o inclinación hacia la novela’; le dije: ‘sí, tienes razón y es el resultado de que leo muchas novelas’. Entonces, la tentación de la prosa siempre es muy grande, y mi manera de resolver esa tentación o de sucumbir a ella o la mejor manera de vencerla, es escoger el versículo”.

En “Incurable” la repetición de los versículos parece también una letanía…

“Hay una letanía, desde luego, por supuesto que sí. Eso viene de Saint-John Perse, -para volver a él-, es un poeta que le enseñó mucho, por ejemplo, a José Carlos Becerra, que en mi tiempo, en mi lengua y en mi país, quedaba mucho más cerca; yo lo conocí, lo vi una sola vez en el taller de Juan Bañuelos, lo invitó a hablar con nosotros en ese grupo de poetas jóvenes. Me impresionó mucho José Carlos Becerra, amigo y un poco discípulo de Pellicer; José Carlos escribía en versículos, eso nos llamaba mucho la atención a nosotros, yo lo adopté en alguna forma también de él, eso hay que reconocer, también hay que decirlo: José Carlos Becerra fue una especie de maestro, aunque no lo fue más que en esa ocasión en el taller de Juan Bañuelos”.

 

“MUCHEDUMBRE DEL YO”

Esencialmente, “Incurable” está escrito en primera persona del singular. Se le cita a David Huerta un fragmento de su célebre poemario: “… muchedumbre del yo, de la copia del yo, el colofón del yo”, para inmediatamente preguntarle:

¿Quién habla en “Incurable” más allá de la primera persona?

“Cualquiera de los que son yo o de los que están inventados. En realidad ‘Incurable’ es una ficción que he hecho, expositiva, enunciativa. No es necesariamente yo la persona con quien estás hablando ahora. Raskólnikov (protagonista de ‘Crimen y castigo’) no es Dostoievski, el Quijote no es Cervantes, Hamlet no es Shakespeare. Entonces, también eso ocurre en lo que se llama en poesía ‘el sujeto lírico’; a veces el sujeto lírico no es uno mismo.

“Jesús le pregunta al diablo que lo tienta, ¿quién eres? Le dice, ‘mi nombre es legión’, soy muchos. Eso lo predica el diablo de él mismo: soy muchos, ‘mi nombre es legión’. Pero eso también lo puede decir el hombre moderno que está dividido, enajenado, esquizofrénico.

“¿A poco de veras nada más somos uno? O sea, si preguntas en serio, mucha gente te va a decir: ‘sí, cómo no, yo soy Pedro López’, ‘yo tengo mi credencial de elector y aquí consta que soy una sola persona’; pero ¿de verdad nada más eres uno?, ¿no sientes que te desdoblas? Eres uno con tus amigos, uno con tu esposa, es decir, eres muchos; eso es lo que creo y sospecho que no somos uno.

“¿Qué dijo Rimbaud? ‘Yo es otro’, no dijo ‘yo soy otro’, porque si hubiera dicho ‘soy’, hubiera refrendado su identidad; es decir, somos yo, tú, él, nosotros, ellos. Como dice Gorostiza (en ‘Muerte sin fin’): ‘… con Él, conmigo, con nosotros tres…’, por ahí va la cosa”.

Foto: Alejandro Gutiérrez

“LA POESÍA ES LA LITERATURA”

Considerando su reconocida trayectoria y su lugar en la poesía hispanoamericana, llegó el momento de lanzarle a David Huerta:

¿Ha llegado a una conclusión de lo que es la poesía?

“Para mí la poesía ha sido desde luego muchísimas cosas, no nada más un género literario, cosa que suele decirse ‘los géneros literarios: el cuento, la novela, el teatro, el ensayo, la poesía’. Yo digo: ‘la poesía no es un género, la poesía es la literatura’, es una de las conclusiones más saludables a las que he llegado.

“Todos los practicantes de los otros géneros tienen que dar cuentas a la poesía. Dicen, ‘es que es un género minoritario, no se venden los libros de poesía’. La poesía es el género que incluye a todos los demás, la poesía es el gran género que es la literatura.

“Los buenos novelistas siempre lo reconocen, siempre lo tienen muy claro, saben que todo empezó con la poesía, por lo menos en la cultura occidental, no respondo por lo que pasa en la India o Japón, aunque sospecho que es lo mismo: todo empieza con la poesía, con el discurso intencionado, con el discurso imaginativo, con las grandes metáforas, con el ritmo a pesar que no le damos importancia, como son repetitivos los rituales, los ceremoniales, los metros; es decir, los metros son medida, solo puede haber medida si hay repetición, si hay ritmo. Eso que parecería una cosa técnica es en realidad una cosa muy profunda, ¿qué es lo que dice un niño cuando le gusta una historia? ‘Cuéntamela otra vez’, es decir, repítela. Hay una repetición, algo que está muy enraizado en la psique que nos muestra, nos revela y nos permite ver cómo están las cosas, entonces, todo empieza con la poesía”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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