¿Tú dirías, que Moisés fue un líder político o religioso?
Cuando Dios liberaba a los esclavos, ¿actuaba religiosa o políticamente?
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En toda la Biblia se ve que los profetas actuaron en nombre de Dios o
que hablaron en su nombre en términos que ahora se definirían como políticos.
Desmund Tutu, Premio Nobel de la Paz.
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Cuando los obispos en México invitan a participar a los creyentes en los procesos electorales o votaciones, quieren motivarlos a sacrificar un poco de su tiempo para escoger a sus futuros gobernantes.
No es una invitación que violente la voluntad libre y consciente de los ciudadanos; son exhortaciones a dejar la indiferencia o falsa neutralidad, un llamado a la importancia de su voto en la construcción de la democracia.
No votar deja el campo abierto para que personas impreparadas asuman responsabilidades en la administración pública para las cuales no tienen capacidad y sí causan trastornos en todos los órdenes y tiempos.
La impunidad y corrupción no son privativas de México y de políticos de un determinado partido. Los medios de comunicación han dado cuenta sexenio tras sexenio de la irresponsabilidad de quienes deberían servir al pueblo; un pueblo cansado de la burocracia, de la distancia que los separa de quienes viven del gobierno y de quienes sacrifican sus ingresos para sostener paradójicamente a los gobernantes.
Los horarios de trabajo, la falta de cultura política, la intoxicación por las campañas electorales, paralizan prácticamente la voluntad popular para tener siquiera una mínima reflexión para pensar a quién escoger del abanico de partidos políticos que aspiran a gobernar desde alguna posición legislativa o de gobierno municipal o estatal.
Hace unos años tal candidato fue diputado por este partido y ahora lo es de este otro. Aquel alcalde quiere repetir por más años; algún político fugaz advenedizo aparece en la escena electoral como la panacea o el candidato ideal para importante puesto público; si pierde, quizá lo volvamos a ver en la próxima contienda unos años más.
Pero eso es lo que hay y habrá que elegir como dicen al menos peor. Pero, ¿quién es? Y por qué ¿el menos peor? No hay nadie mejor. Parece pues que todos son humanos, imperfectos. Sí, pero hay que elegir a alguien. Si no, como en el beisbol le darán la base por bola. En automático. Tal es el caso de los candidatos plurinominales. No tienen que hacer campaña. Aunque nadie vote por ellos, quedarán de todos modos. Son las reglas de la política. Sin campaña podrán llegar a algún puesto público y ganar mucho dinero incluso sin aportar nada a la ciudad o al estado.
Es una grosería tanto dinero para tantos partidos políticos. Como en la democracia norteamericana deberían existir dos o tres partidos con la limitante de obtener varios millones de votos; si no, como sucedió a nivel nacional en México en las elecciones de 2018, desaparecer a aquellos organismos políticos que no alcancen cierta cantidad de electores o votos.
Más de cinco partidos invitan a la ciudadanía a apoyarlos; con un electorado descuartizado, fragmentado, algunos podrían perder el registro si la gente no vota en cierto porcentaje por ellos.
Y ahí está el poder de los ciudadanos. Dar o negar su voto que pareciera insignificante pero que unido como las hormigas o abejas pueden definir el destino de un partido, un candidato; pero sobre todo los ciudadanos –no los políticos– son los que definen una elección. Este domingo 2 de junio de 2019, es el voto de los ciudadanos de Baja California el que definirá la elección de presidentes municipales, diputados y gobernador. No hay democracia perfecta, ni ciudad perfecta; todos somos partícipes de una tierra nueva, de una ciudad nueva, de un Estado nuevo. Hay que participar con nuestro voto. No hay más demoracia que la de los ciudadanos.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com
