El próximo 18 de noviembre el Tribunal de Justicia Electoral del Estado de Baja California renovará a uno de sus magistrados, pues ya concluyó el periodo para el que fue elegido.
El magistrado saliente es Martín Ríos Garay, identificado por sus conocidos por su afecto con el panismo de Baja California, y quien por cierto, hace poco, y a pesar de seguir ostentando su cargo en el máximo órgano electoral en la entidad, se registró como aspirante a consejero del Instituto Estatal Electoral. Para el infortunio de su fama pública, el aún magistrado no pudo aprobar el primer examen de conocimientos quedando descartado del proceso.
Paralelo al proceso de elección de consejero local, Ríos Garay también se registró para participar en el proceso de selección de magistrado, esperando ser ratificado en su actual despacho. El colmo. Pero es uno de los diez que integran la lista.
Será el Senado de la República quien elija al nuevo magistrado electoral de Baja California.
Quienes están metidos en el proceso, confirman una versión: que a finales de septiembre la presidente del Tribunal de la entidad, la magistrada Elva Regina Jiménez Castillo, se apersonó a la sede del Senado con tres expedientes en sus manos.
La visita de la señora Regina a la Cámara Alta, aseguran desde la Ciudad de México, fue para buscar el encuentro con algunos legisladores y abogar por tres aspirantes: Alma Jesús Manríquez Castro, Germán Cano Baltazar y el reprobado Martín Ríos Garay.
Juran que la dos veces magistrada buscó varios conductos para poder “recomendar” y dejar en buenos padrinos a sus allegados aspirantes, con quien en todo caso compartiría el pleno electoral en Baja California.
Por ejemplo, aseguran que buscó en el Senado a su paisana Gina Andrea Cruz Blackledge, única senadora de Partido Acción Nacional por Baja California, con quien le atribuyen buena relación y afinidad ideológica.
Según las mismas fuentes, la magistrada para no darse por vencida, intentó localizar también al senador priista Miguel Ángel Osorio Chong, con quien dice, le une una antigua amistad. En ambos casos, aseguran, no tuvo éxito.
Para la mala suerte de la presidente del Tribunal Electoral, algunos integrantes y secretarios en el Senado le reiteraron que los tres interesados deberán, si en todo caso lo desean, presentarse personalmente a cabildear su solicitud.
Así está el dilema en la nueva composición del Senado. En breve se sabrá si la mayoría de Morena efectivamente no permitirá que la magistrada operare al tribunal que preside. O bien, que los de la “cuarta transformación” negocien como cartas de béisbol la vacante del árbitro electoral de Baja California.