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domingo, febrero 18, 2024
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Presumidos

En un tour en San Miguel de Allende, Guanajuato, iban tres turistas: un americano, un alemán y un japonés junto con el guía mexicano. Al pasar por una iglesia ven una gran campana y dice el americano:

“En mi país con esa campana nosotros fabricar un submarino”.


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Siguen el recorrido y, al pasar junto a una gran estatua de bronce de Miguel Hidalgo, el alemán presume:

“Nosotros en mi país con esa estatua fabricamos los motores nucleares del submarino”.

Al seguir el recorrido entran a un gran museo con piezas valiosas del tiempo de la Colonia. El japonés alardea:


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“En mi país con todas esas piezas nosotros fabricamos la instrumentación electrónica y satelital del submarino”.

Ya encabritado, el guía mexicano dice a todos:

“Pues si cada uno de ustedes me presta una hermana, ¡nosotros aquí en México fabricamos la tripulación entera del submarino!”.

Autor: La hermana lista y disponible.

 

Emergencia

Una viejita se encontraba lavando su ropa en la orilla de un río, en eso logra escuchar que su esposo le grita “¡Gertrudis!”. Entonces va con su esposo, quien le dice:

“Cuando escuches que te grite con desesperación, es porque milagrosamente estoy listo y deseoso”.

Entusiasmada, la mujer sonríe.

Al cabo de un mes la viejita vuelve a escuchar su nombre expresado con desesperación, así es que como puede, se va quitando la camisa, su falda, su medio fondo y llega con su viejo como Dios la trajo al mundo, cuando oye a su marido, quien le grita:

“¡Gertrudis, la casa se quema! Y tú con tus ocurrencias…”.

Autor: Gertrudis, claro.

 

La máquina

Una vez en Japón, cinco japoneses crearon una máquina que atrapaba ladrones. Primero estrenaron el artefacto en su país y, en menos de 30 minutos, atrapó 25 ladrones. La llevaron a Francia y en menos de 20 minutos capturó a 17 ladrones. La llevaron a Italia y en menos de 15 minutos atrapó a 20 ladrones.

En eso que la llevan a México… y en menos de 5 minutos se robaron la máquina.

Autor: Un mexicano enfiestado.

 

Mejor que la verdad

Un amigo le dice a otro:

— Mi mujer encontró un lápiz labial en la cajuela del carro…

“¿Y qué hiciste?”.

— Pues le tuve que mentir diciéndole que la engañaba. ¡¡¡¿Te imaginas qué oso que se entere que vendo Mary Kay?!!!

Autor: Anónimo de Avon.

 

De antojo

Estaba una señora parada en una esquina con su hielera y anunciando:

“Calienteee… los tamaleees…. calienteee… los tamaleees….”.

De pronto se acerca un señor y le dice:

— Me da dos, por favor…

“Claro que sí, aquí tiene”.

— ¡Oiga, están fríos!

“Pues por eso dije, ‘caliente los tamales’”.

Autor: Un taquero.

 

Borrachín

Érase una vez un borrachín muy borrachín que se muere y lo velan en su casa, pasa la tarde, la noche y el día siguiente, cuando ya es la hora del entierro, la esposa que no se despegó de la urna todo ese tiempo empieza a gritar una y otra vez:

“¡No se lo lleven, no se lo lleven, no se lo lleven!”.

Y como pasa el tiempo y se hace tarde, la gente pregunta a la mujer:

— Señora, señora, ¿por qué dice que no se lo lleven?

Toda desconsolada, contesta:

“No se lo lleven, ¡es la primera vez en mucho tiempo que amanece en su casa!”.

Autor: Dueño de funeraria.

 

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Una señora llama a un periódico donde se dan todas las noticias, en este caso, era una noticia fúnebre:

— Por favor, ¿me podría decir usted si es tan amable, dónde anuncian a los que mueren?

“Pues sí, en la sección de esquelas”.

— ¡Ahí mismo!

“¿Dígame?”.

— Mire usted, la defunción de un señor. Apunte, por favor.

“¿Me da su nombre?”.

— Ricardo García.

“¿Edad?”.

— 45 años.

“Perdone, señora ¿qué parentesco tiene con usted?”.

— Es mi marido.

“¡Vaya!, lo siento, señora. Por favor, ¿me da la hora de la defunción?

— Mañana a las 8:00 am, ¡cuando aparezca el desgraciado ese!

Autor: Un cantinero.

 

Malentendido

Un señor está con un paquete de papeles frente a la trituradora. Luce desconcertado, ve por un lado, observa por el otro. En eso pasa un empleado y muy amablemente le ofrece ayuda, toma el paquete de papeles, los coloca en una ranura y se oye el sonido de éstos cuando se hacen trizas.

El empleado le dice al señor:

— ¿Ve qué fácil?

“¿Y por dónde salen las copias?”.

Autor: Una secretaria.

 

Comelona

Una mujer en Washington, D.C. enfrenta cargos por robo después de ¡EN ZERIO! haberse comido las papas a la francesa del plato de un policía en un McDonald’s.

La noticia fue dada a conocer por Fox 5. Según esto, dos chicas se acercaron al agente y empezaron a platicar con él, mientras una de ellas aprovechó la distracción para devorar las papas.

Cuando el policía le dijo amablemente que dejara su comida en paz porque podría arrestarla por hurto, ella retó a que lo hiciera, porque no iba a dejar de comer. Así es que terminó tras las rejas por roba-papas.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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