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domingo, febrero 18, 2024
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La periodista Nobel

El año que recién culmina quedará registrado como la ocasión en que una periodista ganó el Premio Nobel de Literatura. La bielorrusa Svetlana Alexiévich lo mereció por “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”. Al darse a conocer la noticia el 8 de octubre en Estocolmo, inmediatamente Penguin Random House puso en marcha un plan de reedición de su obra para fortuna del mundo hispanoparlante. Para empezar, bajo el sello Debate, Penguin Random House editó “Voces de Chernóbil y “La guerra no tiene rostro de mujer”.   Su obra maestra Aunque en 1988 publicó su primer libro “La guerra no tiene rostro de mujer”, fue “Voces de Chernóbil” la que compartió la tragedia al mundo, a su vez considerada su obra maestra. En “Voces de Chernóbil”, Svetlana revela las consecuencias del desastre nuclear del 26 de abril de 1986 en Chernóbil durante la decadencia de la ahora ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Una de las características del periodismo de Svetlana Alexiévich, es la narrativa en primera persona, como si fueran los propios bielorrusos los que contaran la desdicha, como cuando la escritora da voz a Liudmila Ignatenko, esposa de un bombero víctima de la explosión, Vasili Ignatenko: “Tenía el cuerpo entero desecho. Todo él era una llaga sanguinolenta. En el hospital, los últimos dos días… Le levantaba la mano y el hueso se le movía, le bailaba, se le había separado la carne…Le salían por la boca pedacitos de pulmón, de hígado. Se ahogaba con sus propias vísceras. Me envolvía la mano con una gasa y la introducía en su boca para sacarle todo aquello de adentro. ¡Es imposible contar esto! ¡Es imposible escribirlo! ¡Ni siquiera soportarlo!… Todo esto tan querido… Tan mío… Tan… No le cabía ninguna talla de zapatos. Lo colocaron en el ataúd descalzo”. (Página 36). A lo largo de “Voces de Chernóbil”, Svetlana logra susurrar las voces que recogió de primera mano o lo que los documentales y otras narrativas en diversas plataformas no han podido.   La periodista que no tiene prisa Reportera por vocación, estudió periodismo en la Universidad de Minsk entre 1967 y 1972. Pero Svetlana prefirió no ser la primera en dar la noticia; y como ocurre comúnmente, tampoco se apresuró a escribir un libro al siguiente día de la tragedia que conmovió al mundo en 1986: “Un año después de la catástrofe, alguien me preguntó: ‘Todos escriben. Y usted que vive aquí, en el cambio no lo hace. ¿Por qué?’. Yo no sabía cómo escribir sobre esto, con qué herramientas, desde dónde enfocarlo. Si antes, cuando escribía mis libros, me fijaba en los sufrimientos de los demás, a partir de entonces mi vida y yo se convirtieron en parte del suceso”, revela Alexiévich en “Voces de Chernóbil” (página 44). Aclara más adelante: “Naturalmente, podía haber escrito un libro rápidamente, una obra más como las que luego aparecieron una tras otra: qué sucedió en la central aquella noche, quién tiene la culpa, cómo se ocultó la avería al mundo, a su propio pueblo, cuántas toneladas de arena y de hormigón fueron necesarias para construir el sarcófago sobre el mortífero reactor… Pero había algo que me detenía. Que me sujetaba la mano. ¿Qué? La sensación de misterio. Esta impresión, que se instaló como un rayo en nuestro fuero interno, lo impregnaba todo: nuestras conversaciones, nuestras acciones, nuestros temores, y marchaba tras los pasos de los acontecimientos. Era un suceso que más bien se parecía a un monstruo. En todos nosotros se instaló, explícito o no, el sentimiento de que habíamos alcanzado lo nunca antes visto” (Página 45). En “Voces de Chernóbil”, la periodista da una lección ante la inmediatez de la noticia que priva hoy en día.   Las reediciones que vienen Junto a “Voces de Chernóbil” y “La guerra no tiene rostro de mujer”, integran el conjunto titulado “Utopía roja” otros libros como “Los chicos de latón”, “Los últimos testigos” y “El fin del hombre rojo”. “He estado buscando un género que me permita la aproximación más cercana posible a la forma en que veo y escucho el mundo. Finalmente, elegí el género de las voces humanas y confesiones”, sostiene categórica Svetlana Alexiévich (http://www.alexievich.info/), premisa que resume su vocación de reportera que ha retratado en voz de sus confidentes las secuelas de la ignominia. Recientemente, en 2013, con “El fin del hombre rojo”, ganó el Premio de la Paz de la Feria de Frankfurt en Alemania y el Premio Médicis de Ensayo en Francia, año en que se consolidó su candidatura al máximo reconocimiento literario que finalmente mereció en 2015. Acérrima crítica del régimen de Alexandr Lukashenko, Presidente de Ucrania desde 1994, Svetlana Alexiévich ha vivido exiliada temporalmente en países como Italia, Francia, Alemania y Suiza, entre otros. Finalmente, en 2016, Penguin Random House editará “Los chicos de latón” y en 2017 “Los últimos testigos”.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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