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martes, abril 2, 2024
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“Lo que está sucediendo es una vergüenza para México”: Elena Poniatowska

“Hemos perdido mucho porque ahora están sucediendo cosas aterradoras como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; decir que se habían quemado los cadáveres es cosa imposible, es una mentira, todo eso nos muestra hasta qué grado México se ha bajado de calidad y ha llegado hasta el infierno”, expresó a ZETA la escritora un día después de presentar en Bellas Artes su novela “Dos veces única” (Seix Barral, 2015)

 


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Al entrar a la casa de Elena Poniatowska en la Ciudad de México, dan la bienvenida en el jardín primero su perro negro al que llama “Shadow” y, por supuesto, “Monsi” y “Vais”, los famosos gatos hermanos bautizados así por la escritora en honor al consabido gusto por los felinos de su gran amigo Carlos Monsiváis.

Después de los mininos, lo que más llama la atención en la casa de Poniatowska son sus miles de libros en el comedor y en la sala, convertidos en una atiborrada biblioteca donde ya no cabe ni el ejemplar más pequeño, como “La vendedora de nubes”; los títulos están ubicados en los estantes o a un lado de la escalera que conduce al segundo piso, hasta hay ejemplares encimados aquí y allá.

La casa de Poniatowska es inconcebible sin los gatos, tanto como imposible que se hable con la escritora sin hacer referencia a la figura del también célebre autor de “Nuevo catecismo para indios remisos” o “Los rituales del caos”:


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“Aquí está Monsiváis, todo el día le hablo, por los gatos; el hombre se llama ‘Monsi’ y la mujer se llama ‘Vais’”, dice al reportero de ZETA mientras ronroneando, los mininos van y vienen lo mismo por el jardín o en el comedor, las escaleras que conducen a la recámara de la escritora, por el florero con cinco rosas rojas ubicado junto a una ventana de cristal, a través del cual puede apreciarse el jardín y hasta junto al sillón de la autora, donde fungen como testigos las imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego.

Dos sillones amarillos en el centro de la sala con algunos pelos de “Monsi”, color blanco con negro y “Vais”, café cenizo, son el escenario de una entrevista con este Semanario que Poniatowska concedió generosamente el jueves 24 de septiembre de 2015, un día después de la presentación en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes de su más reciente novela, “Dos veces única” (Seix Barral, 2015).

 

Siempre jovial

 

Una entrevista con la ganadora del Premio Cervantes 2013 siempre se le agradece, sobre todo por su agenda siempre saturada; por ejemplo, apenas unos días antes, en el mes de septiembre participó en un foro sobre periodismo en Xalapa, luego en algunas mesas de evocaciones relacionadas con el 30 aniversario del temblor en la Ciudad de México del 19 de septiembre de 1985; le siguió la conferencia de prensa sobre su más reciente novela en el Palacio de Bellas Artes.

No obstante, Elena Poniatowska (París, 19 de mayo de 1932) responde a las preguntas del reportero de ZETA con la jovialidad que la caracteriza a sus 83 años:

“Me siento muy bien, con diez nietos que me dan muchas alegrías, me gusta mucho ser abuelita”, manifiesta para empezar con un tono pausado.

Pero además de las diversas actividades programadas, su prioridad es la escritura:

“Todos los días escribo, todos los días que puedo escribo; toda mi vida es escribir, atender a la gente que amo y escribir. Tengo la disciplina de decir ‘ahora lo hago’, o ‘lo hago a huevo’, ‘lo hago porque lo tengo que hacer’; ésa es mi disciplina”.

Comparte con este Semanario que el secreto de su vitalidad es el trabajo, incluso antes de la entrevista pactada a las cuatro de la tarde, acababa de ingerir sus alimentos que especialmente le preparó Martina:

“Ahorita comí casi 20 minutos antes de que llegaras, porque mandé mi artículo a La Jornada y contesté un montón de e-mails que no tenían que ver con la novela; entonces, trabajo, ése es mi oficio”.

 

Lupe Marín y “la carestía de las tortillas”

A Elena Poniatowska le gustó Guadalupe Marín para personaje de su nueva novela, “Dos veces única”. Se trata de la segunda esposa de Diego Rivera, casados el 20 de julio de 1922, pareja llevada a la ficción en la década de los 20 y 30 por la narradora mexicana, aunque después la también llamada “Prieta Mula” lo cambió por Jorge Cuesta.

Aunque la narradora había abordado a otras mujeres en libros como “Las siete cabritas”, “Tinísima” o “Leonora”, por ejemplo, Poniatowska destaca al personaje de Lupe Marín que, aunque no era una intelectual o una autora, era capaz de discutir aferradamente solo de “la carestía de las tortillas y de lo putas que son las extranjeras”:

“Las otras no eran autoras, eran como personajes, y Lupe Marín también es un personaje y discutir la carestía de las tortillas yo creo que es esencial, es importante”.

La autora confesó al reportero que escribió “Dos veces única” entre 2013 y 2015:

“Apenas terminé ‘El Universo o nada’ (Seix Barral, 2013), la biografía de Guillermo Haro, de inmediato inicié ‘Dos veces única’, porque es una forma de no deprimirme, si no, caes en el agujero, el agujero después del parto, un agujero negro; entonces, para que se te quite esa sensación de vacío, pues escribes”.

Poniatowska compartió que el origen de “Dos veces única” es también el resultado del cúmulo de entrevistas que realizó a diversos personajes en la segunda mitad del Siglo XX, entre ellos a Lupe Marín en 1976, además de otras personas cercanas a la protagonista de su novela:

“Recurrí sobre todo a las entrevistas que tuve el privilegio de hacer, fue un gran privilegio poder acceder, sobre todo es un libro hecho con entrevistas, también entrevisté a Víctor Cuesta. Fue una investigación muy completa, porque yo incluso entrevisté a la hija de Ruth Rivera, que era la hija favorita de Diego Rivera, yo la entrevisté antes de que muriera de cáncer y entrevisté después a los nietos, a Juan Pablo Gómez Rivera, hijo de Lupe; a Diego Julián López, el segundo hijo de Lupe; los dos hijos de Ruth Rivera, a todo el mundo entrevisté, y a Juan Coronel, que fue el hijo que tuvo Ruth con Rafael Coronel, el gran pintor”.

Durante la lectura de “Dos veces única”, llama la atención la extensa bibliografía, la documentación y, sobre todo, la publicación de diversas cartas transcritas de las originales de los personajes involucrados, entre ellos, por supuesto Lupe Marín:

“Las cartas me fueron dadas, todo me fue dado; así que la responsabilidad es reproducirlas con toda fidelidad, no quitar ni añadir nada, ésa es mi única responsabilidad, porque todo lo demás me lo pusieron en las manos”.

Al leer “Dos veces única” también es posible encontrar un tono pícaro y lúdico que arranca algunas risas al lector; entonces se le cuestiona si también reía mientras escribía la novela:

“No, ahí es mucho trabajo. Yo creo que uno disfruta, se siente feliz, en la última pasada en limpio; ahí sí dice uno ‘ya casi terminé’, entonces ya corrige los últimos detalles, entonces sí es una alegría muy grande, pero si no, en general pues sí es un trabajo fuerte como cualquier otro trabajo, además de mucha responsabilidad porque está uno trabajando materiales que son parte de la vida de los seres humanos”.

Elena también valoró lo que se propuso al abordar a un personaje como Lupe Marín al llevarlo a la ficción:

“Me propuse reflejar la vida de una mujer mexicana que es la antítesis de lo que suelen ser las mujeres; las mujeres suelen ser muy abnegadas, muy entregadas a sus hijos, muy buenas mamás, muy cariñosas, y Lupe Marín fue todo lo contrario, incluso fue una pésima madre con su hijo Antonio, que es el hijo de Jorge Cuesta. Extraño mucho a Lupe Marín, me hubiera gustado muchísimo que no muriera, que fuera eterna; pero no creo que su hija Lupe Rivera piense lo mismo”.

No duda en aclarar:

“Es una novela que tiene distintas escenas con personajes, con distintas reacciones, pero realmente no es una biografía; la biografía de Lupe Marín pues la hará alguna otra persona si se le antoja hacerla, pero esto es una novela al igual que lo fue Leonora Carrington, que también publicó Planeta”.

¿Se siente satisfecha con ‘Dos veces única’?

“No, yo nunca me siento satisfecha con nada; si estuviera satisfecha pues me acostaba, me sentaba sobre mis laureles. Ahorita ya pienso más bien escribir en torno a las cosas que yo no he escrito por estar escribiendo de los demás, quiero pararle un poco al periodismo, yo hago muchísimo periodismo en La Jornada, en la Revista de la Universidad, y en otros lados”.

 

“La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es una infamia”

Siempre crítica a la hora de compartir sus reflexiones, Elena Poniatowska no duda a la hora de referirse a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, entre el 26 y 27 de septiembre de 2014.

“La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es una infamia, es algo que en lugar de que el gobierno de Peña Nieto le dé solución nos cuenta una gran mentira”, refiere a propósito de la “verdad histórica” ofrecida por el entonces procurador Jesús Murillo Karam sobre la supuesta incineración de los estudiantes que peritos argentinos desmintieron meses después.

Poniatowska también se mostró solidaria con los padres de familia de los estudiantes ausentes, aunque a veces no se tengan las palabras para hablarles de frente debido a la tragedia, por eso recomendó:

“Yo creo que lo que puedes hacer es abrazarlos, dar cariño, acompañarlos; dicen ‘vivos se los llevaron, vivos los queremos’, y eso hay que respetárselos totalmente, acompañarlos con todo lo que uno puede”.

La autora de “El tren pasa primero” (2007, Premio Rómulo Gallegos) también valoró la marcha de miles de jóvenes que acompañaron a los padres de Ayotzinapa en el primer aniversario de la desaparición de los estudiantes:

“Los jóvenes ya han organizado ellos marchas espléndidamente bien llevadas y organizadas, solo a través de las redes, no con la ayuda de organismos oficiales, ellos han demostrado que tienen una gran capacidad de protesta y una capacidad organizativa admirable, igual de quienes llevaron a Obama a la presidencia de los Estados Unidos”.

Al siguiente sábado, 26 de septiembre de 2015, a un año de la tragedia de Ayotzinapa, Poniatowska participó durante algunos minutos en la marcha hacia la colosal plancha capitalina portando una pancarta:

“Hoy el cielo llora, mañana la luna sangra, en la tierra 43 semillas crecen, serán el sol de la justicia”.

 

El México que “hemos perdido”

En “Dos veces única”, Poniatowska recrea de manera magistral la época de la post-revolución mexicana empezando por la década de los 20. La autora pinta con un barroquismo exquisito a un país en reconstrucción optimista con sus muralistas y personajes como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Jorge Cuesta, Tina Modotti, Julio Torri, Daniel Cosío Villegas, por citar solo algunos.

Aclaró que no escribió “Dos veces única” con melancolía:

“No es una añoranza, porque es una época que no viví, es una época que cualquier escritor con sentido del amor al país, estructura esos capítulos”.

Eso sí, un día antes en Bellas Artes reconoció que en “Dos veces única” refleja a “un México que hemos perdido un poco, creo que somos inferiores al México que fuimos, pienso que hemos perdido mucho y eso es una gran tristeza”.

Obviamente, la pregunta de rigor a la intelectual es por qué “hemos perdido” o por qué “somos inferiores al México que fuimos”:

“Hemos perdido mucho porque ahora están sucediendo cosas aterradoras como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; decir que se habían quemado los cadáveres es cosa imposible, es una mentira, todo eso nos muestra hasta qué grado México se ha bajado de calidad y ha llegado hasta el infierno, es el infierno vivir en este país, para los jóvenes, para los estudiantes pues es un infierno.

“En México vivimos muy expuestos. En Estados Unidos yo creo que la gente cada quien su vida, cada quien hace lo suyo y no interviene para nada en lo que sucede afuera; por ejemplo, los escritores norteamericanos me comentaban que a ellos nada les preguntan, nunca les preguntan”.

¿Es imposible como escritora desentenderse de la lamentable realidad de México?

“Bueno, en nuestros países de América Latina, en otros países no sucede eso; en otros países uno escribe muy tranquilamente, quitado de la pena, cada quien hace lo suyo, pero en México, no; en México la realidad es demasiado terrible y demasiado fuerte. Lo que está sucediendo es una vergüenza para México”.

 

Bote pronto con Poniatowska

 

El tiempo apremia, sobre todo cuando se entrevista a Elena Poniatowska. Por eso, antes de concluir la charla durante media hora en su casa, se le propone y acepta sonriente la dinámica periodística de contestar lo primero que se le venga a la mente al mencionarle algún nombre o palabra.

Sin titubear ni pensarlo dos veces, en el último minuto de la entrevista con ZETA, la escritora contestó de bote pronto al reportero:

Enrique Peña Nieto: “Yo no tengo nada que ver con él”.

Felipe Calderón: “Tampoco”.

Andrés Manuel López Obrador: “Lo apoyo desde el 2006”.

El petróleo: “Es el diablo”.

Ayotzinapa: “Un crimen de Estado”.

PRI: “Corrupción”.

PAN: “Corrupción y peor tantito, porque es un lobo disfrazado de oveja; además es hipocresía porque dijeron que ellos eran buenos y resultaron exactamente igual que el PRI”.

PRD: “El PRD es un asco, y además me solidarizo muchísimo con Cuauhtémoc Cárdenas, que ya no aguantó y se salió del PRD”.

MORENA: “MORENA pues es una esperanza para México, además es el nombre de la Virgen de Guadalupe, la Morenita”.

Cuauhtémoc Cárdenas: “Lo admiro”

Carlos Monsiváis: “Lo extraño mucho”.

José Emilio Pacheco: “Fue un gran amigo, siempre estábamos juntos los tres (Monsiváis, Pacheco y Poniatowska)”.

2018: “Esperemos que nos vaya mejor”.

Finalmente, al igual que al inicio de la entrevista, en un día nublado pero sin la lluvia típica de esos días, en el jardín toman la resolana “Monsi” y “Vais”, que fungen como guardianes de la casa de Elena Poniatowska.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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