Son las 9:30 pm en el Centre Bell de Montreal, lugar en el que Madonna inicia su gira 2015-2016, y después de un set a manos del DJ Diplo, “Wanna Be Startin’ Somethin’”, de Michael Jackson, por los altavoces empieza a escucharse que el concierto comenzará. 
Las luces se tornan oscuras y 16 mil personas ovacionan a todo pulmón cuando “La Reina del Pop” se desliza de las alturas del recinto dentro de una jaula dorada. Con la imagen de Mike Tyson proyectada en las enormes pantallas que cuadran el espectáculo, comienza su espectacular presentación con “Iconic”, canción de su más reciente material, al estilo samurái. Acompañada de dos bailarinas japonesas, le sigue “Bitch I’m Madonna”-tema que le queda como anillo al dedo. Así arrancó el “Rebel Heart Tour”, la novena gira en su larga carrera, la cual llega en un momento crucial dentro de la industria discográfica y al casi final de su contrato con la agencia promotora Live Nation. “A ver Montreal, subamos la temperatura”, dijo la originaria de Bay City, Michigan, antes de interpretar su éxito “Burning Up”, de 1983. Durante el debut de su gira, se dejó ver una Madonna sonriente, parlanchina y hasta en ratos humilde. Claro está que en cuanto a intérpretes gloriosas se trata, su nombre está en el cuadrante superior de la lista. Madonna sigue siendo Madonna, y también tuvo sus momentos de diva. Antes de interpretar otro clásico, “Who’s That Girl?”, la artista anunció que regresaría a sus orígenes, cantando solo acompañada de una guitarra. De pronto se escucha entre el público: “¡Empezaste tocando la batería!”, un fan la corrigió, a lo que ella, rompiendo el cuarto muro, respondió: “Lo sé, pero no me podrían ver detrás de la batería. Al fin y al cabo soy Leo, y me gusta ser el centro de atención”. 
Reina de la controversia “Mi gira de ninguna manera daña los sentimientos de nadie. Es para mentes abiertas. Las hace ver a la sexualidad de una manera distinta. La de ellos mismos y las de otros”, cita la artista, y aunque data de principios de la década de los 90s, el glorioso “Blond Ambition World Tour” fue juzgado por la Iglesia Católica pero sigue vigente hoy, a un cuarto de siglo. Rematando la primera parte del show, “monjitas teiboleras” se hicieron presente por parte de sus fans, y demostrándoles cómo se hace, la estrella se montó en el tubo, haciendo alarde de una destreza digna de la chica más popular del centro nocturno Hong Kong. Sexo simulado, nalgadas, y hasta Madonna trepándose encima de una de sus bailarinas y montándola como tabla de surfear, fueron parte del performance que la artista regalaría a sus seguidores. “Vogue” dio cabida a “Holy Water”, tema en el cual compra sus secreciones con agua bendita, con todo y una reconstrucción de la última cena, comunión y demás. La primera tercia del concierto remató con uno de sus bailarines bañándose en agua. Algunas del recuerdo “Sé que mis fans quieren escuchar mis canciones antiguas. Para mí encontrar un balance de continuidad no solo sonoro, sino temático, es complicado”, declaró recientemente la cantante a la revista Entertainment Weekly. De tal manera que, durante la segunda parte del espectáculo, vestida con un look rockabilly a manos de Prada, camisa a cuadros y pantalones negros, una de sus oldies but goodies, “True Blue”, de 1986, reapareció. “A ver si se acuerdan”, expuso mientras tocó las primeras notas en un ukulele. Claro está que cuando se asiste a un concierto de Juan Gabriel, el público no queda contento hasta escuchar “Querida”, “Amor Eterno” y “El Noa, Noa”. Así, Madonna deleitó con una enérgica “Deeper and Deeper”, “Love Don’t Live Here Anymore” y una versión sui géneris de “Like a Virgin”. Sin banda, sin bailarines. Sola en el escenario, tragándose a su audiencia como lo hizo en aquella famosa actuación en los primeros premios MTV. El público respondió adecuadamente: eufórico, nostálgico, agradecido. 
Orejas y rabo Ya entrados en ambiente, y ataviada en un traje de luces negro, tocó el turno a “Living for Love”. En esta ocasión, a diferencia de en los premios Brit del pasado febrero, su voluminosa capa con cola marca Giorgio Armani no la jaló del escenario. Siguiendo con la ola de evocación, “La Isla Bonita”, “Dress You Up” e “Into the Groove” fueron resucitados al estilo flamenco/mexicano/folklórico/kitsch, y todo lo que uno encuentra en el pasillo de Cinco de Mayo en Party City. Campechano, con todo y tablao, maracas, visuales aludiendo al Día de los Muertos, y hasta Fridas danzantes adornadas con tocados de Gucci. Que el tema de la apropiación cultural esté tan de moda, pareció valerle a Madonna. En fin, gracias a ella muchos anglosajones conocieron la obra de Kahlo algunas décadas atrás. “¿De quién fue la idea de portar tanta ropa?”, comentó, ajustando su pesado vestido de holanes. “No sé cómo le hizo Frida”. Sonriendo de oreja a oreja, segura en sí misma y sin nada que perder, continuó: “Dejen les hago una pregunta estúpida: ¿Se la están pasando bien?”. Gatsby Inspirada en la temática de moda de las despedidas de soltera, Madonna concluyó este primer concierto inspirada en la década de los años 20, bailando el charlestón como de seguro lo hizo en sus años de adolescente. Deleitó con “Music” y “Material Girl” debajo de un gran velo bordado, burlándose de sí misma: “Todo va de bajada a partir de este momento”, dijo a uno de sus fans, quien atrapó el ramo de flores que aventó en cuanto terminó su interpretación. En otro momento simplificado, fue su versión de “La Vie en Rose” la que le mereció una ovación de pie por más de dos minutos. “Creo que voy a tener que cantar más a menudo en francés”, comentó. Así, entre moda, luces, folklor, lo nuevo y los éxitos que no pueden faltar, Madonna resultó más rebelde que nunca, atrapó al público, adueñándose de su voluntad hasta saciarse. El “Rebel Heart Tour” llegará a San Diego el 29 de octubre al Valley View Casino Center, donde el costo del boleto oscila entre 90 y 355 dólares. De ahí, “La Reina del Pop” y compañía se dirigirán a 16 ciudades en Europa antes de visitar México en enero de 2016. La gira concluirá el 27 de marzo del próximo año en Brisbane, Australia. 
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