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domingo, mayo 19, 2024
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Coachella, un oasis musical

El poder de convocatoria que tiene Coachella, tanto en público como invitados, no deja de sorprender. Por ello, desde su primera edición en 1999, cuando duraba solo dos días, su logística ha buscado perfeccionarse año tras año, con el objetivo de complacer a los asistentes a través de las instalaciones que toma como sede y el programa musical que lo convierte en uno de los festivales con mayor popularidad que existen. Esta vez no fue la excepción, al lograr que la fiesta a la música en todos sus géneros tuviera un saldo blanco en el primer fin de semana que se programó para el maratón de conciertos. Sin embargo, la travesía no es cosa fácil cuando se trata de someterse a las temperaturas del desierto y, si se desea y consigue previamente el pase, a la dinámica de acampar en el terreno. Quienes lo hagan a partir de hoy viernes 17 y hasta al domingo 19 de abril, deben tener en cuenta varias cuestiones más allá de qué actos quieren ver, si desean salir victoriosos ante el clima y el cansancio. Poner especial cuidado y apegarse a la guía que se manda junto a las pulseras para entrar, es un buen inicio, pero no basta y, dada la cantidad de días que dura el evento, es mejor estar preparados. La paciencia será el elemento principal a requerirse antes de llegar a los 78 acres del Empire Polo Club, que en abril son el refugio perfecto para los que gozan la experiencia de un masivo de jornada amplia. Principalmente porque las arterias para acercarse al recinto al aire libre se saturaran de forma irremediable, y después, por la minuciosa revisión que se le hace a los campistas. Después de la muerte de una chica durante el año pasado, a causa de una sobredosis, era de esperarse que se tomaran medidas más severas en el filtro de entrada. El resultado lo vivirán otros miles este fin de semana, que no deben extrañarse si de pronto su auto está rodeado por cinco o seis personas que  no titubearán en ver cada recoveco y artículo que se lleve y que, además, tendrán el apoyo de perros entrenados. Pero una vez pasando por allí, el resto es la bienvenida a la diversión, tan pronto se haga la instalación de casas de campaña, carpas y demás elementos que ayuden a sobrellevar esos días. La moneda en el aire será que dependiendo el lote asignado, cuya ubicación es totalmente por el día y hora de entrada, es la disponibilidad de regaderas y baños portátiles. Es decir, se puede estar en un punto medio como para tener más de una opción, que es lo idóneo por la cantidad de gente que usa ambos servicios, o quedar en la lejanía de un plan B. En ese caso, tener suerte con las filas y la limpieza será más que necesario, porque el espejismo de este Coachella fue su implementación de baños fijos una vez entrando al venue, cuestión que antes solo era para los portadores de pulseras VIP, y que erróneamente pareció restarle importancia al aseo continuo a las letrinas en el resto del perímetro, algo que no solía pasar. El tache contra el acierto es que ahora se hacen más rondas para recoger la basura que se genera en la zona de camping y vender a 10 dólares cada bolsa de hielo que se desee comprar, sin tener que ir al módulo de venta caminando varios metros bajo los fuertes rayos del sol. Un festival incluyente Desde hace unos años, el Coachella Valley Music And Arts Festival se convirtió en un evento que da espacio a todos los géneros de música, poniendo a la par de sus actos principales a representantes de hip-hop, al grado de que sean éstos los que cierren el escenario principal el domingo. En esta edición dicha responsabilidad fue para Drake, cantante canadiense que con “Take Care” (2011), su segundo álbum, consiguió Disco Platino por sus altas ventas en Estados Unidos y Disco de Oro en Reino Unido, además de hacer una de las giras más redituables en el período de su promoción, al superar los 42 millones de dólares. En pocas palabras, los resultados monetarios que reflejan su aceptación con la gente le dan respaldo, pero no lo libran de que no todos lo consideren un rapero como tal, por incorporar en sus canciones pop y hasta electrónica. Esa fue una de las principales razones por las que no se le vio gratamente para rematar el cartel de tres días y los mismos motivos aplicaron para predecir que se acompañaría de alguien para salir bien librado de dicha tarea. De Kendrick Lamar a Lil Wayne, hasta la consideración de Rihanna, los posibles nombres eran sus colegas cercanos, por eso la presencia de Madonna fue la sorpresa mejor guardada de Coachella, ya que independientemente del beso que se dieron como parte del espectáculo, y la polémica que generaron con ello, que “La Reina del Pop” volviera al festival aunque sea para una colaboración, es un acto que difícilmente se olvidará y refresca el nivel de mancuernas que se pueden dar especialmente para esos días. Además, de no ser por la cantante, la presentación de Drake no hubiera tenido un elemento fuerte que lo rescatara, ya que incluso su final fue anticlimático y definitivamente quedó debiendo para lo que se espera se dé en ese espacio y horario. La buena noticia para los nuevos asistentes, es que los seis escenarios que conforman el festival, ofrecen un promedio de ocho a once conciertos al día, dándoles oportunidad de ver buenas propuestas en vivo. Claro está, para ello tienen que pasar un par de corajes al momento de trazar itinerario y hacer balanza en cuáles conciertos se dejan de lado. Para facilitarse esa tarea, haber visto el streaming del primer fin de semana era una opción  después del filtro de favoritos por presenciar, pero los gustos difieren por persona y no hay fórmula que ayude totalmente. No obstante, para este viernes vale la pena considerar en las opciones el psychobilly de The Reverend Horton Heat, que mantiene su frescura pese al tiempo, o escuchar cómodamente a Sylvan Esso, ya que seguramente su popularidad aumentará y después será más difícil apreciarlos en vivo. Si de poderío vocal se trata, la fusión de blues, soul y rock que tiene Alabama Shakes se gana un lugar sin problemas, lo mismo que Interpol y AC/DC, a quienes su trayectoria les dan con creces motivos para ser vistos. Para pasar un rato relajado, Tame Impala y Caribou son opciones, pero sin duda el imperdible de ese día, y quizá de todo Coachella, es Flying Lotus, proyecto experimental de hip-hop y electrónica que por su calidad atrapa inmediatamente, si se es fan o no de los géneros;  como extra grato están sus visuales y la participación de los niños bailarines que aparecen en el video “Never Catch Me”. Para el sábado la nostalgia gana con Bad Religion, pero no se pueden escapar propuestas como las de Toro y Moi, Chet Faker, Hozier con su debut homónimo, el folk de Father John Misty fuera de Fleet Foxes, Alt-J y Ratatat. Ver la magia de Belle and Sebastian en voces y ejecución de instrumentos junto a la dinámica de invitar al público a subir al escenario, así como las colaboraciones que tiene Run the Jewels donde figura Zack de la Rocha (Rage Against the Machine) y Travis Barker (Blink 182), sin descartar la química entre ambos raperos, son otras opciones; pero el plan a cumplir al inicio del día es Nortec Collective Presents: Bostich + Fussible, que lo mismo pondrán a bailar a mexicanos y extranjeros con su sonido electronorteño. Sobra decir que el ambiente en ese horario es de fiesta plena y hace olvidar que uno se encuentra en medio del desierto californiano, al ver ondear banderas de México y escuchar la música del proyecto tijuanense que está a punto de cerrar su ciclo, por lo que no hay mejor manera de despedir a su sonido que observarlos en el escenario principal de Coachella, haciendo lo que más les gusta y presenciando el cariño que la gente les tiene.  Como aliciente al cuerpo, el domingo es una jornada con más calma, pero todavía tiene mucho por ofrecer, entre lo que se encuentra Panda Bear, la incomparable Jenny Lewis que con Blake Sennett rememora su extinta banda Rilo Kiley, Stromae o el talento femenino  en guitarra, bajo y voz de St. Vincent, al igual que el de Marina and the Diamonds. Lo importante es que cuales sean los conciertos que se elijan, el disfrute prevalezca y se le dé al cuerpo el descanso necesario para el nivel de exigencia que se le dará en los tres días que, una vez comenzados, pasarán rápido. Así que lo mejor es disfrutar los momentos de convivencia que surgen entre los mismos asistentes y, sobre todo, cada instante musical que hace del contexto una experiencia única.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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