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viernes, febrero 23, 2024
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“El Libro de la Vida”, un sueño concretado

El vínculo de Jorge R. Gutiérrez con el tema de la muerte es especial. Comenzó a sus nueve años, cuando su mejor amigo falleció. Sus padres, que en ese momento le querían hacer más llevadera la pérdida, lo introdujeron entonces a la tradición del Día de Muertos, enseñándole que al recordarlo seguiría con él. Esa anécdota y la costumbre que adoptó fueron la semilla de la que floreció “El Libro de la Vida”, primer largometraje que dirige luego de varios éxitos animados en la televisión.  De nacer en la Ciudad de México, pasó a vivir en Tijuana cuando cumplió 10 años y su familia decidió mudarse. Aquí conoció a Sandra Equihua, la mujer a la que le pidió matrimonio un 2 de noviembre, porque sintió que así Mauricio, su amigo de la infancia, lo apoyaría. Para también tenerlo presente en tan importante fecha, la ceremonia se realizó en otro Día de Muertos, después del rechazo de varios padres por auspiciar la misa y la aceptación del que finalmente los unió como pareja. En esa época ya estudiaba animación en CalArts, escuela en Los Ángeles, California, donde Gutiérrez presentó como tesis un cortometraje llamado “Carmelo”, que era nada menos sobre la misma fecha. Con éste ganó el Emmy estudiantil en 2001 y firmó con una agencia de representación que le sugirió desarrollar la idea para un largometraje. Además, otro de los premios fue ir al Festival de Cannes para presentar su proyecto en el Programa de Cineastas Emergentes de Kodak. Visita que aprovechó para colarse al área de mercado y ver “El Espinazo del Diablo” en una proyección para venderla a territorio asiático. Para entrar, dijo que era un representante de las Filipinas.  “Me cambió la vida, fue una de esas películas con las que dije: ‘Cuando yo sea grande quiero ser como Guillermo (del Toro)’, y empecé a desarrollar ‘El Libro de la Vida’. Se la quería presentar a él, pero en esa época era muy difícil llegarle. Entonces empecé a ‘pitchearla’ en todos los estudios”, declaró en entrevista con ZETA, quien tajantemente recibió rechazos por ser estudiante, trabajar un tema raro y porque en ese momento se pensaba que el público hispano no existía. Ante ello, dedicarse a la animación para la pantalla chica fue su prioridad, así logró participar en “Mucha Lucha”, “The Buzz on Maggie” y “Yin! Yang! Yo!”. Hasta que, junto a su esposa, hizo “El Tigre: Las Aventuras de Manny Rivera”, caricatura para Nickelodeon que por su buen recibimiento, le abrió nuevamente el camino para hacer su película: “Un estudio en Dallas que se llama Reel FX, se aventó y dijo ‘nosotros le entramos’. Empecé a desarrollarla, a hacer el libreto y todos los diseños”. Cuando le cuestionaron quién sería su productor de ensueño, la respuesta fue inmediata: Guillermo del Toro. Tres meses después se encontraba en la casa de éste, presentándole la idea, en un pitch que hoy recuerda como el peor que haya hecho: “Estábamos en su jardín con un calor gigantesco, se veía como que no quería estar ahí, a la hora de presentar todos los jardineros en la casa de al lado comenzaron a cortar el pasto al mismo tiempo, fue un desastre”. Pero al final, y después de que el propio Del Toro recalcó que había sido una experiencia fatal, la respuesta se tornó positiva para Gutiérrez, gracias a que el director conocía su trabajo porque cada sábado por la mañana veía “El Tigre…” con sus dos hijas. “Conozco tu humor y conozco tu arte. Claro que me quiero meter de productor”, fueron las palabras que sellaron la alianza entre ellos, o, en palabras del casi tijuanense, “ahí comenzó todo el ‘despapaye’”. Posteriormente, 20th Century Fox se sumó como cofinanciador, lo que ayudó a echar andar el proyecto y concretarlo tras catorce años de surgida la idea y cinco de habérsela presentado al creador de “El Laberinto del Fauno”. Una película, dos públicos principales Con dos mexicanos al frente de un largometraje que realza las tradiciones de su país, pero haciéndola con inversión y crew de y en Estados Unidos, también cumplir con el público extranjero es una de las prioridades y retos que tiene la historia de Manolo, un torero que se debate entre ser quien quiere o quien todos esperan que sea: “Eso ha sido súper difícil, y creo que la verdad es que yo he tenido una ventaja que inclusive Guillermo (Del Toro) no tiene, que es haber crecido en la frontera. Al crecer en Tijuana, viendo lo que le pasa a la cultura hispana y mexicana cuando se va al norte, y viendo lo que le pasa a la cultura americana cuando baja al sur, te juro que vi qué pegaba, qué no pegaba y cuál era el balance”. Consciente de que los espectadores mexicoamericanos son muy diferentes al público meramente mexicano, Gutiérrez afirma que su ópera prima es incluyente para ambos perfiles y todos los que se den la oportunidad de verla, ya que analizó bien el patrón en casos similares: “Me puse a investigar muchísimo cuáles son mis películas preferidas que han pegado en todo el mundo y que son súper auténticas en su país. ‘Ciudad de Dios’, ‘Amelié’, ‘Amores Perros’, películas que son súper auténticas en su país, pero que son universales en su tema. Ahí fue donde empecé poco a poquito a pensar qué chistes y personajes funcionaban solo en México y debían funcionar en los dos lados. Para mí como mexicano fue un peso gigantesco, Guillermo siempre se burlaba de mí, diciéndome: ‘Tú no te estreses mucho, pero tienes que entender que tienes todo el peso de nuestra cultura encima de ti. No hagas una película que insulte a México, pero tampoco no hagas una película que aburra al mundo porque piensa que es nada más para mexicanos’. Ese balance fue súper difícil”.  Sin embargo, logró hacerlo cuando la película se aprobó con audiencias no hispanas, preocupación por la que en 20th Century Fox “se morían de miedo”: “Me decían, ‘esta película no puede ser nada más un éxito con el público hispano, porque si no fracasamos. Tiene que ser un éxito con todos’. Entonces le presentamos la película a niños de diferentes nacionalidades y ahí aprendí muchísimo qué pegaba, qué entendían y qué no”. Las voces usadas para la versión en inglés fue otro punto importante para iniciar a captar el interés de la gente allá. Para ello, el director incluyó a actores de diferentes razas, en un intento porque el público americano entendiera a su película como se hizo con “Kung Fu Panda”, en el sentido de que fue una historia centrada en la cultura china, pero con figuras de todo el mundo. Así consiguió la colaboración de Diego Luna (Manolo), Channing Tatum (Joaquín), Zoe Saldana (María) y Ron Perlman (Xibalba), entre otros: “Yo nunca había dirigido una película, soy un novato, pero gracias a Guillermo me abrían las puertas,  pero él me decía, ‘tú eres el que tiene que romancearlos y convencerlos’”. El respaldo de un grande del cine y la estética mexicana Cuando Guillermo del Toro hizo “El Espinazo del Diablo” bajo la producción de Pedro Almodóvar, este último le dijo que estaría disponible para él cuando realmente lo necesitara, y el resto del tiempo debía trabajar por su cuenta. En papeles invertidos, pero con la misma dinámica, fue la relación entre el tapatío y Jorge R. Gutiérrez, que hoy le agradece haberlo apoyado: “Imagínate, es mi ídolo, para mí es como la Madre Teresa del cine. Que un director de ese calibre decida apoyar a directores novatos como yo, es mucho. Siento que he tomado una maestría donde soy el único estudiante y el profesor me está regañando y es muy duro, pero también bueno conmigo. Siempre me dijo que me iba a dar opiniones, pero la decisión final era mía”. Entre los mejores consejos que el cineasta recuerda haber aprendido de su productor, está el que un trabajo como director no termina cuando se acaba la película, sino cuando se vende: “Me dijo que todo el esfuerzo que puse en hacerla debía ponérselo en venderla. Yo creí que otra persona hacía todo eso, pero me dijo ‘no, no, no, esa fue la diferencia de ‘El Espinazo de Diablo’ a ‘El Laberinto del Fauno’”.  Conocido entre sus cercanos de la industria como “El Gordo”, durante el rodaje de “El Libro de la Vida”, Guillermo del Toro le pasó el mote a Gutiérrez al bromearle que le recordaba a él hace varios kilos, un ejemplo de la buena conexión que lograron hacer, aunque ésta no dejó de lado el que tuvieran diferencias: “Una cosa en la que nos peleamos mucho al principio, era que muchos productores, incluyendo a Guillermo, me decían, ‘¿cómo que los personajes van de ser de madera? El público no se va a poder relacionar con personajes de madera’. Los tuve que convencer a todos e hicimos pruebas de animación. En cuanto él vio las maquetas y todo, dijo ‘ya entendí’, al principio como que sí hubo un poquito de choque, pero me dio por mi lado”. Adicionalmente, el creador de la trama argumentó que los personajes de madera han existido desde los inicios de la animación  hasta la actualidad, pasando por Pinocho y Woody (“Toy Story”), hecho irrefutable que le facilitó seguir con la idea que surgió como inspiración por su gusto hacia las artesanías oaxaqueñas. “Desde chiquito jugaba con juguetes gringos y artesanías mexicanas, y para mí era lo mismo, eran mis juguetes y en mi imaginación hacía las historias. El mismo sentimiento que tenía al entrar a una tienda de juguetes de niño, lo tenía al entrar a un puestito de artesanías donde veía todas las calaveritas, diablitos y luchadores, y decía ‘yo quiero vivir en este mundo mágico’, de ahí viene esa idea. Soy un amante del folclor mexicano y siempre digo que niñez es destino, entonces de veras que todos los que trabajamos en animación, somos niños profesionales y queremos regresar a nuestra niñez”, argumentó Jorge R. Gutiérrez. Tijuana en “El Libro de la Vida” A lo largo de sus 90 minutos de duración, el largometraje que llevará a Manolo a conocer tres mundos distintos, incluye referencias a actores de la época de oro de México, luchadores, videojuegos, maestros que no le caían bien a Jorge R. Gutiérrez y por supuesto, Tijuana, en escenas que su creador imaginó como murales mexicanos: “Hay cosas de Tijuana que solo un tijuanense va a agarrar. Guillermo me decía ‘tu película eres tú, así que tú pon lo que entiendas y te guste’, y como tengo miedo de que ésta sea mi última película, entonces puse todo lo que se me dio la gana por si ya no me dejan hacer otra”, declaró el también guionista y voz del personaje “Carmelo”. Pero esa no es la única forma en que se añadió a la ciudad en el filme, ya que aquí se grabaron los sonidos que se escuchan en las corridas de toros, peleas y fiestas que son parte del desarrollo: “Actores en Tijuana hicieron todos esos sonidos como los olés. En la película pudimos meter lo que yo digo que es el sonido de Tijuana, porque crecer en Tijuana para mí fue muy importante, y la verdad ahí fue donde me enamoré de México, en Tijuana, de veras que a Tijuana le debo todo”, añadió quien fue maestro de animación en el Casa de la Cultura y frecuentaba el Bar Iguanas para los conciertos de rock. Música y mercancía que promete Como si el talento de la película que en español repite la voz de Manolo con Diego Luna, no fuera suficiente, su soundtrack tuvo como productor al argentino Gustavo Santaolalla, quien trabajó con los dieciocho variados temas que componen al disco. De Café Tacvba, banda favorita de Gutiérrez, a Plácido Domingo, Kinky y La Santa Cecilia, a una reversión de “Creep” de Radiohead, la banda sonora es otro punto enérgico del proyecto que requirió de un aproximado de 60 animadores y 350 artistas para su realización. “Cuando escribí el libreto metí canciones de ellos y pensé que algún día un abogado me iba a decir que no las podía usar, pero llegó el punto en que Fox me dijo que se las mandara a las diferentes bandas a ver si me dejaban usarlas, y Radiohead fue la primera que dijo que sí. Gracias a ellos las otras también aceptaron y todo el mundo me daba sus canciones. En los tráilers no se oyen, pero cuando vean la película van a escuchar todas esas canciones”. En cuanto a la mercancía que promocionará su debut en el cine, la tienda Hot Topic lanzará una línea de ropa de mujeres y Target tendrá su propia campaña, lo mismo que McDonald’s. “Es una bola de cosas positivas que han ido creciendo. Lo más bonito de todo para mí es que el mensaje del Día de Muertos, que es la idea de recordar a los que ya no están con nosotros, les llegue a otros y que la gente se enamore del look de la película. Quiero que niños no solo hispanos crean en esta idea de no ver a la muerte como algo negativo, sino verla como algo natural y ver que los que ya no están con nosotros, siguen siempre, y cuando cantemos sus canciones, contemos sus chistes, cocinemos sus platillos preferidos, que para mí ese es el mensaje más importante de la película”, concluyó el director de 39 años, para el que fue más importante tener mayor libertad creativa que un presupuesto del nivel que manejan los estudios especializados en animación. “El Libro de la Vida” estrenó ayer jueves 16 de octubre en México, con mil 800 copias, mientras que hoy viernes 17 llega a las pantallas de Estados Unidos y comienza su distribución por otros 68 países, al traducirse en 54 idiomas.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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